La revista El Gráfico es una de las más prestigiosas de la Argentina. Hasta ese medio llegó la historia de Oscar Dady Elizondo, argentino que trabaja como colaborador de Manuel José en el Al Ahly de Egipto. Esto dicen de él...
Ciento diez mil socios tiene el club Al Alhy de Egipto, que vendría a ser “el Boca de Argentina”, según el único argentino que trabaja como scouter en aquel país africano y, según asegura, en todo el continente. Se trata del cordobés Oscar Elizondo, a quien primero en La Falda, luego en Cádiz -donde se radicó hace más de 30 años con su esposa- y ahora también en Egipto, todos lo conocen como Dady.
Este licenciado en educación física y entrenador nacional de fútbol se encarga de filmar los entrenamientos y partidos, procesa los datos en un circuito general con una computadora y así, elabora informes sobre el rendimiento colectivo e individual de los jugadores, teniendo en cuenta el aspecto técnico y también el físico. Además, su trabajo consiste en analizar a los rivales, desde los puntos fuertes hasta sus falencias. El programa solo hace una parte del trabajo, porque después Oscar pasa más de un día armando las investigaciones. Es lógico que se pregunten cómo hizo para llevar su método hasta El Cairo. Para empezar, el destino lo cruzó con el entrenador que descubrió a Figo: Manuel José de Jesús, cuando este llegó al sur de España a concentrarse con el seleccionado de Angola. Fue entonces cuando Elizondo le presentó el programa informático para hacer este trabajo –el mismo sistema usado por Barcelona– que él ya había utilizado en Portugal, con Benfica y Os Belenenses, y le contó en qué consistían los análisis que realizaba tras la filmación. Después de la charla, el DT portugués les pidió a los directivos de la federación angoleña contar con los servicios de Elizondo, como condición fundamental. Desde entonces, trabajaron juntos con el equipo de Angola, que hizo un gran trabajo en la Copa de África 2010, y luego se pasaron a trabajar con el seleccionado de Arabia Saudita. Hasta que en enero de este año, Manuel José consiguió trabajo como entrenador del Al Ahly. Entonces se lo llevó para El Cairo.
Al principio, los jugadores veían al argentino como un espía, y no terminaban de comprender su trabajo, pero poco después comprendieron que esta novedad ayudaba al trabajo cotidiano. Justo en el período de acostumbramiento, se produjo la revolución contra Hosni Mubarak. Una situación difícil, que Oscar logró sobrellevar después de momentos delicados. “Al comienzo fue un acto pacífico, la gente manifestándose en las calles de manera espontánea en defensa de su país. Ya cuando Mubarak decidió sacar a la policía de las calles y largar a los 25 mil presos de las cárceles, se generó un clima tenso. La inseguridad hizo que se vivieran momentos duros en todo el país. En los hoteles, nos ordenaban subir a nuestros cuartos y no salir. Se cortaron las comunicaciones telefónicas e internet. Nos vinieron a buscar y salimos en avión porque la situación era difícil. Fue una experiencia distinta, una revolución no se vive todos los días”, asegura desde el hotel donde reside, allí, en la ciudad de las pirámides.
En medio del conflicto, volvió a Cádiz, donde viven su esposa e hijos. “Cuando terminé la carrera tenía 20 años y todo el mundo por delante. Mi sueño era conocer Europa y viajé con un amigo. Vinimos a España y nos quedamos porque conocimos un argentino que nos ofrecía empleos como profesores. Volví a la Argentina al año y medio, me casé y regresé a trabajar. En ese momento, había mucho trabajo, hasta podía seleccionar. Ahora no, eso es imposible”, confiesa. Desde su llegada a Egipto, Elizondo está conmovido por el trato que le da la gente por la calle. “Me paran por la ciudad, me piden autógrafos, son muy afectuosos. El egipcio vive el fútbol con mucha pasión. Va a la cancha con bengalas, banderas, alientan y cantan como en la Argentina o Brasil”.
Aunque admite que quien no puede ni caminar por la calle, es el entrenador del equipo: “No puede ir al centro, ni tomar un café con su esposa. Es una persona muy querida. Jamás vi algo igual con un técnico, eso le sucede a los jugadores. Su reconocimiento puede ser comparado tranquilamente al que le dan a Maradona en Nápoles. Es increíble”, comenta. Sin embargo, Dady extraña la Argentina y sueña con poder trabajar como scouter en el país. “Aquí estoy viviendo una etapa maravillosa. Hace poco, mi hijo Matías vino a visitarme y le encantó Egipto. No se quería volver a España. Tuvimos una sorpresa gigante: un hincha fue al estadio con una bandera argentina. Fue algo muy emotivo”.
Exactamente a 11.067 kilómetros de Buenos Aires, el hombre que aprendió a leer con la revista El Gráfico, espera que suene su teléfono con una propuesta laboral para regresar al país donde nació y desembarcar como analista en el fútbol argentino.
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