jueves, 31 de diciembre de 2020

Un país, una historia: Zimbabwe

En el último día del año llegamos también al final de esta serie en la que cada uno de los países de África tuvo su historia y su espacio. En esta ocasión culminamos con Zimbabwe y unas líneas sobre Canaan Sodindo Banana, el primer presidente del país entre 1980 y 1987. Un presidente apasionado por el fútbol que hizo mucho por el desarrollo del deporte en su tierra y que hasta llegó a oficiar como árbitro varios partidos mientras estaba en funciones.
Canaan Banana, nacido en 1936, ocupó en 1980 la presidencia del país tras la independencia de Gran Bretaña y se mantuvo en el puesto hasta 1987, cuando Mugabe, entonces primer ministro y que ya era quien ejercía el poder de hecho, fue elevado a presidente ejecutivo. Fue muy importante la negociación liderada por Banana para lograr la unión entre la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU) y la opositora Unión Popular Africana de Zimbabue (ZAPU). Eso le valió una importante reputación antes de dar lugar a un largo mandato de Robert Mugabe, entre 1987 y 2017.

Banana era conocido en los círculos del fútbol como el fanático número uno de ese deporte en Zimbabwe. Solía apoyar apasionadamente toda actividad fútbolística y era un religioso asistente a todo aquel partido que involucrara a la selección nacional -The Warriors- como local. La afición siempre esperaba su llegada y lo recibía con grandes ovaciones cuando se presentaba con toda su comitiva en el Rufaro Stadium o en el National Sports Stadium -ambos en la capital Harare-. Su mera presencia agregaba un condimento especial a cada partido. 

La selección de Zimbabwe se afilió en 1980 a FIFA y a la CAF y empezó a tener sus primeras competiciones internacionales bajo el mandato de Banana. Por ejemplo su primera Eliminatoria Mundialista fue rumbo a España 1982 y quedaron afuera ante Camerún, que sería uno de los dos clasificados del continente. Los guerreros cayeron 2-0 en territorio camerunés y en la revancha no les alcanzó un solitario gol de David Muchineripi para forzar al menos los penales. Para México 1986 la despedida fue más pronta ya que Egipto los dejó afuera con un global de 2-1. Y si hablamos de la Copa Africana de Naciones (CAN) durante el período presidencial de Banana, Zimbabwe intervino en tres Eliminatorias sin éxito: para Libia 1982 los eliminó Zambia -una de las potencias de esos años-, Malawi fue el verdugo rumbo a Costa de Marfil 1984 y en el camino a Egipto 1986 superaron dos rondas (a Swazilandia y Madagascar) hasta quedar a las puertas de su primera clasificación al perder 3-1 con Senegal. 

Pero la pasión futbolística de Banana no quedaba reducida exclusivamente a su seleccionado. En sus años de presidente asistió a todas las finales de copa. Y las hubo muchas durante su era: ZIFA Cup, Rothmans Cup, Rosebowl Trophy y Chibuku Trophy. En todos los partidos definitorios se quedaba hasta el final para hacer la entrega de medallas y del trofeo de campeón. "Estoy seguro de que todos los jugadores se sintieron motivados y honrados por ese gesto. Al asistir regularmente a los partidos de fútbol, ​​el presidente Banana se convirtió en un hombre del pueblo. Se convirtió en miembro de la familia loca por el fútbol en Zimbabwe mientras se mezclaba con el resto de nosotros", sostiene Lot Chitakasha en un artículo de 2016. 
Pero la pasión por el fútbol de Banana no quedaba solamente en asistir a las finales, era un árbitro calificado que llegó a dirigir torneos juveniles (aquí un video en un partido juvenil el 2 de marzo de 1983). Según informó el Diario El País (España), en ese año el cuerpo arbitral de Zimbabwe empezó a tener un nuevo miembro, que se salía de lo ordinario. El nuevo colegiado inscripto no era otro que el máximo dirigente del Gobierno, el presidente del país. El Jefe del Estado de Zimbabue superó, al parecer brillantemente, su examen de árbitro de la ZIFA, la Federación de Fútbol de Zimbabwe. 
 
También financió su propio equipo de fútbol, el ​​State House Tornadoes, más tarde simplemente Tornadoes. Un equipo que tenía muy buenos jugadores y que llamaba la atención por sus uniformes importados que los hacían lucir profesionales. Fanuel Aribeto, Mandla Balanda, Alan Jalasi, Cosmas Pritchard, Noah Cox, Arthur Tutani, Mphumelelo Dzowa o más tarde David Mwanza, John Phiri y Ernest Makosa fueron jugadores que destacaron y empezaron a ser tenidos en cuenta por los grandes como Dynamos o Caps United. Luego de unos buenos años, el Tornadoes se unió a Darryn Textiles para convertirse en Darryn T.  

El presidente también era conocido por su apoyo al fútbol universitario y, en un momento, convirtió al equipo de la Universidad de Zimbabwe en una fuerza a tener en cuenta por sus divisiones inferiores. Fue este equipo el que preparó a algunos de los mejores jugadores de Zimbabwe como Benjani Mwaruwaru o Tauya Murehwa. 

También hubo algunos episodios, ya cuando no era más el presidente que terminarían opacando su trabajo ligado al fútbol. Fue cuando en 1997 el ex guardaespaldas presidencial Jefta Dube -anteriormente futbolista de los Black Mambas- testificó que había sido drogado y luego abusado sexualmente por el presidente. El presidente descartó estas acusaciones como iventos de sus oponentes políticos para perjudicarlo. Sin embargo, muchos más ex trabajadores y jugadores luego testificaron sobre el comportamiento del presidente. 

La homosexualidad es consideraba como una abominación en el Zimbabwe culturalmente conservador. Y por ese tiempo el presidente Mugabe describió a los homosexuales como peores que los cerdos. Banana había mantenido desde el fin de su presidencia una vida políticamente activa pero en 1998 y luego de un juicio que se extendió durante 17 días fue encontrado culpable de 11 cargos de sodomía, acusado por varios de sus antiguos sirvientes y jardineros cuando ocupaba la presidencia. De los diez años de condena nueve fueron suspendidos y solamente cumplió siete meses de la pena original por "buena conducta". 

Los fanáticos y la gente ligada al fútbol empezaron a ver con otros ojos su trabajo vinculado al fútbol y dudaron si su gran interés por el fútbol era genuino o si tenía sus raíces en su fascinación por los hombres, según se puede leer en algunos artículos de medios de Zimbabwe. En 2003 llegó la muerte de Canaan Banana a quien más allá de la condena se le otorgó la condición de héroe nacional “por cuestión de principios" -según el entonces ministro de Información, Nathan Shamuyarira-. Un ex presidente que siempre dividirá opiniones, pero del cual no se puede dejar de mencionar su papel indiscutible en el desarrollo del fútbol zimbabuense. 


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martes, 29 de diciembre de 2020

Un país, una historia: Zambia

Cuando a fines de 2015 me encontré a Kalusha en la Isla Gore’e lo noté tranquilo y relajado, a pesar de las pocas palabras que intercambiamos. Zambia había perdido sus tres partidos en la fase de grupos de la Copa Africana de Naciones (CAN) Sub 23 en Senegal y en pocos días el plantel y la delegación –liderada por él como presidente de la Federación Zambiana- emprendería el regreso sin haber obtenido uno de los cupos para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Sin embargo, Kalusha ya había hecho mucho por el fútbol zambiano: desde reconstruir un equipo de las cenizas como capitán hasta darle su única CAN a Zambia como máximo mandatario del fútbol de su país.
Desde fines de los ochenta Kalusha Bwalya o el “Gran Kalu” –como lo apodaban- era uno de los mejores futbolistas del continente. Este mediocampista ofensivo emigró antes de los 20 años al fútbol europeo, militando en la liga belga entre 1985 y 1989 –en el Cercle Brugge KSV- hasta que lo compró el PSV Eindhoven (Holanda). En 1988, la revista France Football lo eligió como el mejor jugador del continente, por sobre el camerunés Roger Milla y el marfileño Youssouf Fofana. En ese mismo año, los Chipolopolos –como se conoce al seleccionado zambiano- habían llamado la atención del fútbol mundial con una goleada en los Juegos Olímpicos de Seúl 4-0 sobre Italia con hat trick de Kalusha. “Nos encontramos con gente que sabía jugar al fútbol, con gran calidad técnica”, sostuvo Mauro Tassotti. “Fue como la ira de Dios. Apenas vimos el balón”, agregó Ciro Ferrara, por entonces defensor del Napoli de Maradona. “Obra de arte del fútbol de Zambia”, decían los relatores africanos. “Zambia sorprendió al fútbol mundial” titularon los diarios. 

Con la base de esa gesta que terminó en cuartos de final ante Alemania, Zambia encaró la década del noventa como uno de los seleccionados más poderosos del continente. En la CAN de 1990, que ganó Argelia como local, Zambia terminó tercera y dos años después quedaron afuera en cuartos de final ante Costa de Marfil, que sería el campeón en tierras senegalesas. El siguiente objetivo era Mundial: Estados Unidos 1994. 

Zambia pasó con zozobras el Grupo H por sobre Madagascar –por mejor diferencia de gol- lo que provocó el cambio de entrenador: Simon Ndhlovu fue reemplazado por Moses Simwala –con Godfrey Chitalu y Alex Chola como asistentes-. En la ronda final, Zambia debía ser el primero del Grupo B –compartido con Senegal y Marruecos- para estar en un Mundial por primera vez. La revista African Soccer había postulado a los zambianos como los favoritos para quedarse con el pasaje a suelo estadounidense. 

Al mismo tiempo, Zambia se encontraba disputando las Eliminatorias para la CAN 1994. En el Grupo 5 había vencido a Mauricio y Sudáfrica en agosto de 1992 y el 11 de abril de 1993 empató sin goles ante Zimbabwe en Lusaka, al tiempo que Chitalu tomó el cargo de entrenador por una enfermedad de Simwala. 

El 25 de abril, un triplete de Kelvin Mutale posibilitó un fácil 3-0 sobre Mauricio y dejó a Zambia con un pie y medio en la CAN 1994. En el largo vuelo de regreso a casa, Mutale dio una entrevista a una joven periodista. “Si nos estrellamos, este avión flotaría. Podríamos sobrevivir porque tiene chalecos salvavidas a bordo”, le dijo el goleador de la jornada. “No escribas nada al respecto, es un honor representar a nuestro país y por eso dejamos pasar este tipo de cosas (…) pero si nos estrellamos y ocurre un milagro, dígale a la nación que el Buffalo no es el mejor avión para usar”, agregó el arquero Chabala

El DHC-5D Buffalo era un avión que las Fuerzas Militares de Zambia habían empezado a utilizar en 1975. Sin embargo, entre fines de diciembre de 1992 y mediados de abril de 1993 estuvo fuera de servicio hasta los vuelos de prueba en la previa de los viajes del seleccionado. “En esa época –sostuvo un dirigente en el documental Eighteamno era extraño viajar con aviones de la Fuerza Aérea. Ocasionalmente el equipo lo hacía. El gobierno decidía en qué viajaríamos. Los jugadores no estaban muy contentos al tener que viajar en un avión militar. Era ruidoso y volaba muy bajo”. 
Kalusha no había viajado con todo el grupo a Dakar para medirse ante Senegal porque lo haría en solitario desde Holanda. El 28 de abril amaneció temprano y se preparaba para salir a correr unos minutos como hacía cada vez que tenía que viajar por la tarde. Pero, cuando sonó el teléfono en su casa de Eindhoven, su salida se vio interrumpida… 

-No tienes que viajar todavía a Dakar-, le dijo una voz que no reconocía. 
-¿Por qué?-, indagó Kalusha. 
-Ha habido un accidente. El equipo viajó pero no ha llegado todavía. 
-Pero han contactado con la Embajada o algo… 
-Te volveré a contactar e informaré. Todos están bien pero hubo un choque…-, le mintieron a la estrella zambiana. 

Kalusha se sentó en el living de su casa sin saber qué hacer. Y de repente en la TV apareció la bandera de Zambia y una mujer hablando: “La selección nacional de Zambia ha fallecido en un accidente aéreo. El avión de la Fuerza Aérea zambiana se estrelló a poco de despegar de Libreville”. La noticia estaba ahí y Kalusha no podía reaccionar. 

El avión militar había aterrizado en la capital gabonesa para recargar combustible y seguir camino a la próxima parada que sería en la marfileña Abidjan. El Buffalo llegó al aeropuerto Leon Mba en la noche del 27 de abril y, según el ministro de transporte gabonés, los controles de rutina no presentaron ninguna anomalía. Luego del despegue y de unos minutos en el aire, llegó lo peor. “Se vio un gran destello amarillo, como el sol”, declaró a los medios una joven francesa llamada Francine que observó todo desde su casa en el barrio La Sabliere de Libreville. La falla en uno de los motores o una mala maniobra del piloto habrían provocado el accidente que culminó con los restos del avión en las costas del Océano Atlántico. 
Pronto la noticia estalló en los medios locales. Dennis Liwewe -uno de los periodistas deportivos más reconocidos de Zambia- informó el saldo de fallecidos en la televisión: “18 valientes jugadores zambianos, un periodista, cinco dirigentes y cinco oficiales de las Fuerzas Armadas”. “Fue lo peor que nunca le sucedió a Zambia”, recordaría Liwewe años después. Un silencio abrumador se apoderó del país, algo devastador había pasado. 

El presidente Frederick Chibula declaró una semana de duelo nacional y se suspendieron los festejos del cumpleaños 69 del ex mandatario Kenneth Kaunda. En vez de volar a Dakar, Kalusha voló a Zambia para participar en el funeral de sus compañeros, de sus amigos. Según cuenta, cuando llegó en el vuelo de repatriación recién cayó en lo que había pasado. No volvería a jugar con sus compañeros. El mismo avión DC8 de Air Zambia, que en 1988 había aterrizado para un recibimiento como héroes por la actuación en los Juegos Olímpicos, traía ahora los cuerpos de sus amigos fallecidos. El multitudinario funeral, repleto de lágrimas, llantos y desolación, fue en el Independence Stadium. “Nunca vi tanta gente. Todos los cuerpos en el terreno de juego me hicieron pensar que no volveríamos a jugar. (…) Se acabó, no habrá más fútbol”, pensó Kalusha. 

Poco más de dos meses después del accidente, Zambia debía recibir a Marruecos. Se empezaron a seleccionar a chicos de la calle y se hizo captación de jugadores en el Copperbelt, al norte, y en la región central del país. Francia, Holanda y, sobre todo, Dinamarca, ofrecieron ayuda para la reconstrucción. 

El 4 de julio de 1993, en lo que fue el primer partido oficial tras el accidente, Zambia recibió a los marroquíes y se impuso 2-1. Kalusha abrió la cuenta con un tiro libre delicioso. “Si nos miraban detenidamente se podría pensar que jugaba el viejo equipo, porque así de alto fue el nivel futbolístico mostrado. Se ha ido un equipo zambiano, pero otro ha vuelto”, dijo el referente luego del triunfo rodeado de gente feliz e ilusionada. 

Siguieron un empate sin goles y una goleada 4-0 sobre Senegal que dejaron a Zambia a un punto de Estados Unidos 1994. En la última fecha, los Chipolopolo visitaron Marruecos y les bastaba con empatar; sin embargo un cabezazo de Laghrissi puso fin al sueño zambiano. 

A principios de 1994, el ascenso no se detuvo. Zambia se metió en una final de CAN tras 20 años y solo la Nigeria que empezaría a sorprender en el Mundial pudo con ellos en la final. “Contento de estar vivo y poder jugar estos partidos”, sentenció Kalusha. El hombre que años después levantaría la CAN 2012 en Gabón como presidente y con los ojos al cielo se la dedicaría a sus compañeros caídos.

*NOTA: Artículo publicado originalmente para la Serie 90 de los 90 de The Line Breaker

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lunes, 28 de diciembre de 2020

Un país, una historia: Yibutí

La historia de este pequeño país ubicado en el este del continente africano tiene que ver con un equipo, el Arta Solar 7, pero también con un destacado jugador camerunés, Alexander Song, ya en el último tramo de su carrera. Yibutí, o también Djibouti -como se lo conoce al país en idioma francés-, se volvió uno de los centros de la prensa deportiva a principios de noviembre, cuando el Arta Solar 7 anunció la contratación del reconocido mediocampista con Mundiales en los Leones Indomables (Sudáfrica 2010 y Brasil 2014) y con pasos por Arsenal (Inglaterra) y Barcelona (España), entre sus clubes más destacados.
Por empezar no es muy común en el continente que aquellos que hayan jugado o triunfado en el fútbol europeo vuelvan a su fútbol. El camerunés Pierre Womé -jugó en el FC Sapins gabonés y en Canon Yaoundé y UMS Loum de su pais en el cierre de carrera-, el sudafricano Benni McCarthy -Orlando Pirates- o el sierraleonés Kallon -Kallon FC- son algunos pocos ejemplos. Pero lo de Song llama más la atención porque llegó al fútbol de un país de los más débiles del continente, el número 184 a escala mundial y solamente por delante de Santo Tomé y Príncipe, Somalía, Seychelles y Eritrea entre los seleccionados africanos.

El Arta Solar 7 fue fundado en 1980 como AS Chemin de Fer Djibouto-Éthiopiens con el objetivo de utilizar el fútbol para el éxito deportivo pero también para luchar por la reintegración social de los jóvenes y adolescentes en la sociedad. Con dicho nombre ganó la liga doméstica en cuatro ocasiones (1988, 2000, 2005 y 2007). En ese mismo período ganó la Copa local en 1992, 2001, 2004, 2008.

Tras varios años sin títulos llegaron diversas estrategias para volver a los primeros planos. En la temporada 2016/17 el club cambió su nombre por el de Arta/SIHD por el patrocinio de la empresa Société Internationale des Hydrocarbures de Djibouti y en 2018 cambiaron a su nombre actual por el patrocinio de la compañía de energía solar Solar7.​ 

Desde 2018 el presidente de la entidad es el franco-marfileño Tommy Tayoro Nyckoss y bajo el mandato de este joven empresario el equipo se quedó con la Copa de Yibutí en 2019 y 2020 lo que le dio acceso a copas internacionales en África. "Afincado en Djibouti desde hace unos años, puedo ser considerado como un emprendedor en serie, gracias a una cartera empresarial diversificada y multicultural. Ahora estoy presente en varios sectores como la aviación, energías renovables, el deporte o las telecomunicaciones", se puede leer en su página oficial
Y es aquí donde se unen Solar 7, la planta de energía solar de Tommy Tayoro Nyckoss líder en el alumbrado público del país y el AS Arta Solar 7, con el objetivo de crecer hasta ponerse a la par de gigantes del continente como Al Ahly (Egipto), Esperance (Túnez) o TP Mazembe (RD Congo). La empresa como suele decirse no será fácil. Por lo pronto la llegada de Song sirvió para dar visibilidad a un club que muchos no tenían conocimiento que existía.

Pero a nivel deportivo las cosas serán muy difíciles. Si en la Confederation Cup -segundo certamen de clubes de África- 2019/2020 el Arta Solar 7 quedó afuera en la ronda preliminar ante Al Khartoum sudanés (global de 4-1) en la presente edición se despidió en la misma instancia al caer como local ante Al Mokawloon Al Arab egipcio (1-0 con gol en contra de Song) y un apabullante 9-1 en El Cairo. 

Con la 17 en la espalda y la cinta de capitán en su brazo Alex Song tiene dos años de contrato para tratar de dejar una marca en el Arta Solar. Tras la eliminación en la Confederation Cup a Song se le sumó su compatriota Danny Nounkeu, con el que compartieron plantel en las juveniles de los Leones Indomables y en el Mundial de Brasil. Una muestra más de que el proyecto de Tommy Tayoro Nyckoss al mando del Arta Solar 7 va en serio. 


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miércoles, 23 de diciembre de 2020

Un país, una historia: Uganda

En un continente con más de cincuenta países hay algunos -por ser más humildes o por no tener demasiada tradición futbolística- a los que les cuesta meterse entre los principales a nivel logros y/o títulos. Si hablamos de Uganda nunca pudo jugar un Mundial pero sí estuvo en la Copa Africana de Naciones (CAN) en siete ocasiones, siendo el subcampeonato como locales en 1978 y las semifinales en 1962 sus mejores ubicaciones. En 2017, y tras casi 40 años, los ugandeses pudieron volver a codearse con los grandes del continente en una CAN y para eso mucho tuvo que ver un arquero: Denis Masinde Onyango.
Onyango nació el 15 de mayo de 1985 en Kampala, la capital de su país, y antes de los veinte años empezó a formar parte del primer equipo del Sports Club Villa, máximo ganador de la liga ugandesa con 16 títulos. Un año en Primera le bastó para llamar la atención del Saint George etíope y emigrar fuera de Uganda. 

Aunque hoy en día Onyango es ubicado entre los mejores arqueros de la historia de su país -junto a nombres como Paul Ssali o Sadiq Wassa- es curioso que en sus inicios jugaba como delantero más allá de que ya admiraba las paradas de Wassa en su infancia. Sería en 2002 que el entrenador Milutin Sredojević (alias Micho) reclutara a Onyango para el SC Villa. Dos años más tarde el técnico serbio lo respaldó ante un grave error con el seleccionado Sub 23 en un partido de clasificación para los Juegos Olímpicos. “Todos lo maldijeron y lo insultaron. Incluso le dijimos que no volviera a nuestra portería otra vez, pero Micho y Giringi (Lukwago, el entrenador de porteros) simplemente le dijeron que no debería empantanarse con eso, que esas cosas pasaban en el fútbol”, contó al respecto Meddie Sembajja, de una de las facciones de la hinchada del SC Villa.

En 2004 Micho se hizo cargo del Saint George (Etiopía) y al año siguiente se lo llevó a Onyango. Había empezado el ascenso en la carrera del arquero. Tras destacarse en el fútbol etíope emigró a uno de los mejores destinos para el futbolista africano: Sudáfrica. En la tierra de los Bafana Bafana, Onyango vistió primero los colores del Supersport FC, donde jugó durante cuatro años haciendo 70 apariciones y anotando un gol de penal. Pero en el año del Mundial de Sudáfrica el arquero ugandés dio un paso atrás en su carrera al bajar de categoría y jugar en el Mpumalaga Black Aces. Sin embargo, este hombre acostumbrado a ganar batallas y superar obstáculos terminó recalando en uno de los grandes del país para escribir los capítulos más importantes de su historia. El Mamelodi Sundowns lo recibió a mediados de 2011 y es hasta hoy su equipo.

Al principio fue cedido al Bidvest Wits donde era suplente del sudafricano Moeneeb Josephs y cuando regresó al Mamelodi otra vez tuvo que pelear de atrás contra dos muy buenos arqueros como él: Wayne Sandilands (Sudáfrica) y Kennedy Mweene (Zambia). En 2015, con Mweene en la CAN con los Chipolopolo -en 2012 fue el arquero del histórico título de la mano de Hervé Renard- Onyango se ganó la confianza del entrenador Pitso Mosimane y se aduenñó del arco del Mamelodi. 

Y en estos últimos cinco años podría decirse que llegó lo mejor de su carrera; a nivel individual y a nivel equipo y selección. Al tricampeonato obtenido en 2008, 2009 y 2010 con el SuperSport United le sumó cuatro ligas más con el Mamelodi, la primera en la temporada 2015-16 y las últimas tres en fila entre 2017 y 2020. 
2016 fue un año épico para Onyango ya que además de la mencionada liga fue elegido como el Futbolista del año en su país, ganó la Champions Africana con Mamelodi, jugó el Mundial de Clubes -primera vez para un ugandés y un futbolista del África Oriental- y fue elegido por la Confederación Africana de Fútbol (CAF) como el mejor futbolista con base en el continente por sobre su compañero Billiat (Zimbabwe) y Kalaba (Zambia-TP Mazembe), algo inédito para un jugador ugandés. Y para cerrar se coló entre grandes arqueros como Neuer, Buffon, Navas y Lloris quedando en el décimo puesto del top ten de los mejores arqueros del mundo en el ranking de la IFFHS. “Denis es número uno en Uganda, África Oriental y todo el continente. Todos los jugadores de África Oriental deben estar orgullosos de él porque destaca a toda la región. Su inspiración ya no se limita solo a su país”, señaló Phillip Ssozi, una leyenda del fútbol ugandés y un ícono en SC Villa.

En 2016 fue elegido en el equipo ideal de la CAF y repitió en 2018. Para ese entonces Uganda ya había vuelto a jugar una CAN (Gabón 2017) luego de 39 años y aunque terminó último en el Grupo D Onyango tuvo buenas actuaciones y recibió un gol por partido (el ghanés André Ayew -penal-, el egipcio Said y el maliense Bissouma). En Egipto 2019 el seleccionado ugandés repitió y con Onyango como capitán pudo escalar hasta octavos de final donde cayeron 1-0 ante Senegal, que sería subcampeón.

Denis Onyango, un arquero capaz de tomarse once vuelos para decir presente en un partido de su selección y que hoy con 35 años sigue vigente en el Mamelodi y en Uganda. La grandeza de un arquero que supo superar las adversidades para mantenerse por años en la elite del fútbol africano cuyos próximos objetivos serán ir por la clasificación a la CAN Camerún 2021/22 y al Mundial de Qatar. 

Fuentes: Reuters, Independent y Monitor 

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sábado, 19 de diciembre de 2020

Sub 20: Solo quedan dos lugares

Ghana y Burkina Faso ya habían asegurado su lugar en la CAN Mauritania 2021 por su pase a la final del clasificatorio de la Zona Oeste B en Benín sumándose al anfitrión, a Gambia y a los debutantes Uganda, Tanzania, Mozambique y Namibia. Pero este sábado en el Charles de Gaulle de Porto Novo los ghaneses se impusieron 2-1 para además consagrarse campeones de su zona. Kouamé Jean Fiacre Botue adelantó a los burkineses pero Ghana lo dio vuelta con un tanto en cada tiempo: primero Daniel Afriye y luego Precious Boah.

Entre tantos debutantes, ambos equipos pondrán un poco más de experiencia en la CAN de Mauritania, ya que Ghana fue campeón continental en tres ocasiones (1993, 1999 y 2009) y jugará su CAN número 12 entre los Sub 20, en tanto que Burkina Faso la jugará por cuarta vez siendo el cuarto puesto en 2003 su mejor performance.

La Zona Central también definió a sus dos clasificados en Guinea Ecuatorial aunque aún resta la final del 22 de diciembre en el Estadio Nacional de Malabo. En el único duelo del Grupo A -por retiro de Chad- el local no pudo con República Centroafricana (se impuso 2-1) y estos jugarán por primera vez una CAN Sub 20 además de la final por el título ante Camerún, que se quedó con el Grupo B tras empatar 1-1 con RD Congo y vencer 3-1 a Congo. 

Con diez equipos ya clasificados solo resta conocer los representantes de la Zona Norte, que desde el martes se está disputando en Túnez. Con el retiro de Egipto, por más de 15 casos positivos de COVID en su plantel, los que luchan por los dos cupos son el local, Marruecos, Argelia y Libia. Por el momento se disputaron dos encuentros (Túnez 1-Argelia 1 y Marruecos 1-Argelia 0) y la actividad sigue el lunes 21 con Marruecos vs Túnez y Argelia vs Libia. En sistema de todos contra todos los dos que más sumen serán los clasificados. 

viernes, 18 de diciembre de 2020

Un país, una historia: Túnez

Hasta 1978, solamente tres seleccionados africanos habían tenido participaciones mundialistas. El primero fue Egipto en Italia 1934 que se despidió rápido tras perder ante Hungría por 4 a 2 en la ronda preliminar. En México 1970 fue Marruecos, que logró el primer punto al cerrar su intervención en el Grupo 4 con un empate 1-1 ante Bulgaria; antes había perdido 1-2 con Alemania y 0-3 con Perú. Cuatro años más tarde fue el seleccionado zaireño que a pesar de ser el campeón vigente del continente perdió sus tres partidos ante Brasil, Escocia y Yugoslavia -14 goles en contra y ninguno a favor- y se despidió sin pena ni gloria para nunca más volver a un Campeonato del Mundo. 
Para la cita mundialista en Argentina, el representante africano fue Túnez. Las Águilas de Cártago, como se conoce a este seleccionado, fueron superando en las primeras instancias a Marruecos, Argelia y Guinea hasta llegar al grupo final de tres países por un lugar. Nigeria y Egipto los rivales. Las cosas no comenzaron bien para los dirigidos por Abdelmajid Chetali que empataron sin goles, como locales, ante Nigeria. Pero la revancha en Lagos, gracias a un gol en contra, les dio a los tunecinos la posibilidad de definir el pasaje con los Faraones egipcios. En El Cairo, los locales ganaron por 3 a 2. El 11 de diciembre de 1977, a Túnez solamente le servía el triunfo. 

Mohamed Ali Akid, de cabeza, abrió la cuenta en el Stade El Menzah y finalmente sería goleada por 4 a 1 y clasificación a Argentina 78 para los tunecinos. Justamente Akid, quien se desempeñaba en la delantera del CS Sfaxien (307 partidos y 126 goles) era una de las figuras de Túnez. Akid, un 9 goleador y de gran cabezazo caracterizado por un prolijo bigote, había sido clave para la obtención del Campeonato Árabe de Naciones en 1973 y también lo sería en el cuarto puesto en la Copa Africana de Naciones de 1978, en Ghana. Pero su máximo logro a nivel selección fue haber jugado en los tres partidos de Túnez en el Mundial de Argentina, en el que el 3-1 sobre México supuso la primera victoria de un representativo africano en los Mundiales. La misma fue catalogada por la FIFA como “una victoria poco probable que se convirtió en un momento clave para el desarrollo del juego del continente”. Luego del triunfo en el debut del Grupo 2, siguieron una derrota 1-0 ante Polonia y un empate sin goles ante Alemania, el campeón defensor. 
Con 3 puntos Túnez se quedó a las puertas de la clasificación pero la actuación sirvió para que África ganara una plaza para el Mundial siguiente. Además, algunos jugadores pudieron emigrar al extranjero.

El 24 de junio de 1978, un día antes de la final que Argentina le ganó a Holanda para adjudicarse su primer Mundial, Mohamed Ali Akid acordó su traspaso del CS Sfaxien al Al Nassr de Arabia Saudita.

Pero la estadía de Akid en tierra saudí no duraría mucho. Y es que el 12 de abril de 1979, menos de un año después del Mundial, falleció en circunstancias no muy claras. La versión oficial fue que murió luego de ser alcanzado por un rayo cuando estaba entrenando con el club saudita. 

La última vez que Mohamed me llamó fue la noche del 10 de abril. Tras cortar sentí algo extraño, sobre todo porque insistió mucho en el cuidado de Hada y Riadh –sus hijos-. Al día siguiente no me contactó, cosa que me preocupó y el 12 de abril conocimos la trágica noticia”, contó su mujer Mamia a medios de su país. 

Sus familiares nunca se convencieron de los motivos de la muerte, más teniendo en cuenta que el cuerpo fue repatriado en un ataúd herméticamente sellado y con la prohibición de abrirlo. Y hasta circuló la versión de que el cuerpo enterrado no sería el de Akid. 

Cuando murió Akid yo tenía 10 años. Fue un shock para todo el país. Nunca antes había visto a mi padre llorar de aquella forma”, recuerda Sami Nasfi, fanático del fútbol tunecino. “Murió oficialmente por un rayo durante una sesión de entrenamiento, pero existen controversias sobre las circunstancias reales de su muerte, incluso se habla de un problema con un príncipe. No conocemos la verdad sobre su muerte”, sostienen desde el sitio FootiTun ante la consulta. 

En 1984, en un relato titulado Le mort se reveille para la publicación Realités, se da cuenta del testimonio de una tunecina que trabajó en un palacio de un país de Oriente. “Un día, todos los periódicos anunciaron la llegada de futbolistas de mi país. Mi jefa, una mujer de treinta años, tan pronto como su marido dejaba la casa, llenó su habitación de gritos de placer (…) Días después vi a un hombre acompañado por cuatro guardias que salían de la habitación de mi jefa. Estaba amordazado e intentaba escapar (…) nuestro futbolista fue condenado a muerte y ejecutado. Me quedé en silencio por más de cuatro años. Ahora que he regresado a casa, puedo decir la verdad”, dice en resumen el relato firmado por T. Ben M´Rad. 

Dos años después del fallecimiento, en declaraciones a los medios, Mamia manifestó que no se daría por vencida en la búsqueda de la verdad sobre la muerte de su marido. Tras ello fue amenazada por soldados tunecinos armados. El tiempo pasaba y Mamia criaba sola a sus hijos Hada y Riadh. 

En 2003 se repitió un hecho similar. En un artículo del periódico Al Jomhouria, se afirmaba que Mamia no estaba convencida de la versión "oficial" sobre la muerte de Akid. “Recibimos una llamada que nos sorprendió. Era el embajador saudí en Túnez para reprochar nuestra intención de querer manchar la imagen de sus semejantes acusándolos de matar gente. Nos ofreció alrededor de 12 millones de dinares tunecinos. Y fue entonces cuando nos dimos cuenta de que la historia del rayo no era más que una mentira", declaró Riadh años después en un programa radial de Jawhara FM. 

Es una historia increíble, pero el gobierno no quiere tener problemas con Arabia Saudita”, manifiesta desde París el periodista Lotfi Wada, miembro del colegio electoral de los CAF Awards, los premios de la CAF para los mejores del continente. “Túnez y Arabia Saudita son aliados políticos y comerciales desde hace rato. Incluso durante la Primavera Árabe los saudíes apoyaron al régimen tunecino de todas las formas imaginables. Lo de Akid no me sorprende. En general por allá, con ese tipo de casos, no se va nunca a fondo en la investigación”, sostiene Rashid Ali García, periodista argentino y gran conocedor del mundo árabe. 

El 17 de diciembre de 2010, un joven tunecino llamado Mohamed Bouazizi se prendió fuego a lo bonzo como forma de protesta ante la opresión del régimen del presidente Zine El Abidine Ben Ali. Hubo choques entre la policía y la gente que protestaba por el aumento del desempleo, la falta de libertad de expresión y la corrupción gubernamental. El 4 de enero falleció el joven Bouazizi y diez días después una manifestación multitudinaria exigió la destitución de Ben Ali, quien al día siguiente abandonó el país hacia Arabia Saudita. 
En 2012, la familia Akid contrató al abogado Kais Ben Saida, quien logró que se llegue a una exhumación del cadáver. Cuando Akid murió el presidente tunecino era Habib Bourguiba (en el cargo desde la independencia en 1957 hasta 1987), pero ni durante su mandato ni durante el de su sucesor Ben Ali (1987-2011) la familia pudo lograr que se haga la exhumación del cadáver. Tras la primavera árabe, y la llegada de Moncef Marzouki al poder, las cosas cambiaron, al menos algo en este aspecto. 

Los restos fueron trasladados desde el Cementerio Badrani de Sfax al Hospital Universitario Habib Bourguiba, donde un equipo forense determinó las causas de la muerte y si efectivamente eran sus restos, haciendo una comparación con el ADN de su madre. La autopsia fue tajante: el cuerpo tenía dos disparos, uno en uno de sus ojos y otro en el estómago. Riadh Akid nunca negó los rumores sobre un posible romance de su padre con una princesa que le habría costado la vida. 

Tras la muerte de Akid, el seleccionado tunecino participó en tres mundiales más: Francia 1998, Corea-Japón 2002 y Alemania 2006. Recién en Rusia 2018 se dio la vuelta mundialista. 

De la mano de Nabil Maaloul, las Águilas de Cártago cayeron en el complicado Grupo G, con Inglaterra, Bélgica y Panamá. El último triunfo databa de Argentina 78 a lo que siguieron seis derrotas y tres empates. Después de mucho esperarlo, y a pesar de nuevas caídas ante ingleses y belgas, Túnez volvió al triunfo en su despedida de Rusia al imponerse 2-1 sobre los panameños. 

Mientras tanto, la familia de Akid sigue luchando por la verdad al mismo tiempo que los autos circulan por la Avenida Mohamed Ali Akid de la capital y la imagen del 9 tunecino en Argentina 78 sigue viva en los murales de las calles tunecinas y en los homenajes televisivos que cada 12 de abril se pueden ver en canales como Diwan y Attesia. 


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