sábado, 21 de noviembre de 2020

Un país, una historia: Sudáfrica

Fue en 1996 que Sudáfrica pudo tener su primera aparición en la Copa Africana de Naciones (CAN). Y en su participación estreno se quedó con el título como local. ¿Pero cómo fue que los sudafricanos estuvieron tantos años sin poder jugar el máximo evento de selecciones del continente? En la primera edición en 1957, Sudáfrica podría haber participado pero, como a través de su representante en la Confederación Africana de Fútbol (CAF), Felix Fell, anunciaron que presentarían un equipo negro o un equipo blanco, quedaron excluidos. El comité de la CAF les exigió asistir con un equipo multirracial y ante la negativa desde Pretoria, Sudáfrica no pudo jugar. 
Para entender esta situación y el posterior apartheid debemos repasar un poco de la historia sudafricana. Antes de convertirse en posesión británica, Sudáfrica fue colonia de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. En 1652, Jan Van Riebeeck fundó un villorio en el Cabo de Buena Esperanza para que atraquen allí los barcos holandeses que hacían la ruta entre Europa y Oriente. Holandeses, franceses y alemanes –con dominio de los primeros- dieron lugar con el tiempo al nacimiento de la nación afrikáner o boer.  

En 1947, el Partido Nacional, ligado a los afrikáners, se impuso en las elecciones al Partido Unido, más liberal y de origen inglés, y el pastor protestante Daniel François Malan fue proclamado como presidente. En un país con 21% de la población blanca, 68% de negros y 11% de mestizos empezaba formalmente el apartheid. Era la formalización de un sistema en el que la sociedad estaba segregada por “razas”. Y eso se trasladaba a los deportes. Por ejemplo, a la Federación Sudafricana de Futbol en la década del treinta se le sumaron la Federación India Sudafricana (1931), la Bantú Sudafricana (1933) y la Mulata Sudafricana (1936).  

La filosofía del apartheid se basó en el principio de que todo aquel que no era blanco no era un ser humano. Lo que los afrikáners mostraban al mundo era que los blancos y los que no lo eran pertenecían a dos razas distintas. Entre 1948 y 1991, muchos sudafricanos fueron sacados de sus hogares para ser arrojados en bantustanes, que eran sectores organizados por el gobierno según razas o etnias.  

En ese contexto, el deporte sudafricano no podía intervenir en competencias internacionales y fue suspendido por la CAF, la FIFA y el Comité Olímpico. Aquellos que se oponían al régimen apartheid eran castigados y detenidos. También se declaró como ilegal al Congreso Nacional Africano (CNA) y personas como Nelson Mandela fueron condenadas a cadena perpetua por traición. El lugar destinado para el futuro presidente fue Robben Island, una cárcel de máxima seguridad para prisioneros políticos a la que muchos llamaron “el Alcatraz de África”, por su aislamiento y la imposibilidad de escapar de ella.  

Al mismo tiempo que muchos clubes de fútbol desviaban fondos para financiar al CNA en la clandestinidad, en la década del setenta los partidos entre equipos blancos y negros se volvieron cada vez más habituales. Dos ligas funcionaban a la par hasta que, en 1977, la liga blanca dejó de existir debido al poco interés del público afrikáner, más seguidor del rugby y otros deportes.  

Las presiones internacionales y la lucha del pueblo oprimido comenzaron a debilitar a un apartheid que empezó a desmantelarse. El poder que tuvo el fútbol en el proceso de reconciliación fue tal que en 1991, cuando Mandela salió de prisión y las elecciones libres eran un proyecto a largo plazo, se creó una nueva federación de fútbol que incluyó a todos los futbolistas sin ningún tipo de distinción ni discriminación. Con Mluleki George como presidente de la SAFA, un año después Sudáfrica regresó a la FIFA y a la CAF, donde la delegación sudafricana fue recibida con honores en un congreso en Dakar. El 7 de julio de 1992, los Bafana Bafana (muchachos en zulú), recibieron en Durban a Camerún y se impusieron 1-0 –gol de penal de Doctor Khumalo- en su regreso a la escena internacional.  

Después de 37 años, Sudáfrica tuvo su primer partido tras el lejano 4-1 sobre Australia en 1955. El técnico local Stanley Tshabalala alineó a estos once para el regreso: Mark Anderson; David Nyathi, Lucas Radebe, Steve Komphela, Sam Kambule; Zane Moosa, Donald Khuse, el capitán Neil Tovey, Teophilus "Doctor" Khumalo; Fanny Madida y Philemon Masinga. Sólo Madida (Besiktas de Turquía) y el suplente August Makalakalane (FC Zurich, Suiza) militaban en el exterior.  

Con el gol de Khumalo, se dio “una victoria de recompensa al sufrimiento, a la memoria de aquellos estudiantes de Soweto, a Mandela y a tantos que soñaban una vida libre y justa. Era un 1 a 0 sobre el apartheid”, según palabras de Diego Yamus en el sitio Sporting África.  

-Por fin podré decirle a mi nieto que un día fui famoso-, dijo Mandela mientras estrechaba la mano con Khumalo en una visita al seleccionado sudafricano.  

“El fútbol es una de nuestras actividades más cohesionadoras”, llegó a decir Madiba antes de ser el primer mandatario del país. En 1993, por su lucha incansable contra el racismo, recibió el Premio Nobel de la Paz.  

En 1994, con su triunfo en las elecciones presidenciales se confirmó el nacimiento de una nueva Sudáfrica. En palabras de Desmond Tutu –arzobispo y premio Nobel de la Paz en 1984-, llegó la “democracia en lugar de la represión y la injusticia del viejo y desacreditado apartheid”.  

“El mundo de los deportes, que en la mayoría de los casos nos había boicoteado, puso la alfombra roja de bienvenida”, escribió Desmond Tutu en su libro Sin perdón no hay futuro. Ya con Madiba transitando su primeros años como presidente, a mediados de 1995, Sudáfrica fue la sede del Mundial de Rugby y bajo el lema “Un equipo, un país”, los Springboks se consagraron campeones capitaneados por François Pienaar, a quién Mandela le había transmitido la necesidad de luchar por un nuevo país.  

Al año siguiente, esta vez el fútbol hizo que Sudáfrica fuera el epicentro deportivo. La CAN 1996 tenía como sede inicial a Kenia, pero como este país declinó la organización del evento, las autoridades sudafricanas solicitaron albergar el certamen con un mensaje claro: aprovechar los beneficios del deporte para seguir pugnando por la unión nacional, sin distinción de raza ni color.    
El equipo era de mayoría negra pero también había representantes “blancos”, como el capitán Neil Tovey, el central Mark Fish y Eric Tinkler. El 13 de enero fue el inicio del certamen y los Bafana Bafana debutaron con triunfo ante el poderoso Camerún. Fue 3-0 en el Estadio Soccer City de Johannesburgo con goles de Philemon Masinga, Mark Williams y John Mosheau para el mejor comienzo en el Grupo A. La segunda fecha costó pero también el saldo fue positivo: 1-0 sobre Angola con festejo nuevamente de Williams. A pesar de la derrota 1-0 en la última fecha ante Egipto, los de Clive Barker llegaron con la moral alta a los cuartos de final.  

El siguiente rival fue Argelia y en un primer tiempo parejo el local no pudo sacar ventaja: Khumalo desperdició un penal. En la segunda parte, en una escalada de Mark Fish pasados los 70 minutos llegó el primer gol del partido. Todo estaba encaminado para que Sudáfrica se metiera entre los cuatro mejores del continente hasta que un cabezazo de Tarek Lazizi cayó como un baldazo de agua fría que se sumó a la lluvia que caía sobre el estadio. Sin embargo, el local reaccionó rápidamente y en la siguiente jugada todos los paraguas se elevaron para festejar el 2 a 1 luego de un tremendo derechazo de Moshoeu que posibilitó el pasaje a semis.  

El 31 de enero, Sudáfrica buscaba el histórico pase a la final en Johannesburgo ante más de setenta mil personas y ante Ghana, por ese entonces el máximo ganador del certamen con 4 por sus títulos en 1963, 1965, 1978 y 1982. Luego de una arenga inspiradora de Mandela en el vestuario, los sudafricanos salieron a comerse la cancha y lo resolvieron fácilmente con un 3-0 por un doblete de Moshoeu y el restante de Mark Williams. “La gran prueba de fuego para nosotros fue el choque contra Ghana en semifinales. Al rival se le conocía como 'el Brasil de África', pero nosotros estuvimos magníficos aquella noche. Pensé que habríamos vencido a cualquier equipo del mundo con aquella exhibición”, dijo el capitán Tovey. Solo faltaba un paso…  

Todo estaba preparado para que la historia se repitiera como en el Mundial de Rugby el año anterior. Con Mandela en el estadio yendo a saludar al plantel en la previa y con la camiseta de los Bafana Bafana siendo vestida por el presidente, cuando empezó a sonar Shosholoza –mística canción que adoptó el deporte sudafricano- todo hacía prever que las cosas saldrían bien en la final ante Túnez. Y así fue.  

Con dos goles en la parte final de Mark Williams, los Bafana Bafana se quedaron con el título al imponerse 2 a 0. Tovey recibió el trofeo de manos de Mandela y admitió que, en aquel momento, no era consciente de la magnitud del triunfo. “En un partido en concreto, no te imaginas ni la historia ni las consecuencias que tendrá tu victoria. Yo sabía que se trataba de una ocasión muy especial, y sobre todo en nuestro propio país. Además, que la persona más emblemática del mundo te entregue el trofeo fue algo muy especial”, declaró a la web de la FIFA.  

Dos años después Sudáfrica volvió a llegar a la final de la CAN pero cayó en la final ante Egipto en Burkina Faso. Sin embargo, el fútbol, y el deporte en general, ya habían dejado un legado importantísimo para una sociedad que buscaba hermanarse. “La gente no se da cuenta de que el fútbol derribó más barreras que ningún político. El fútbol había empezado a cambiar la situación en la década de 1970. Los cambios se propulsaron a través del fútbol y con lo que el deporte en general hizo por Sudáfrica”, cierra el capitán del único título de los Bafana Bafana en la historia de la CAN.  

*NOTA: Artículo publicado originalmente para la Serie 90 de los 90 de The Line Breaker


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