[Por Diego Martín Yamus] La de 1996 fue muy probablemente la Copa Africana de Naciones más recordada, controversial y con mucha tela para cortar de la historia. Podríamos empezar por Sudáfrica, el gran nombre propio de ella. Pero hay que comenzar por Kenia, que iba a ser el organizador original mientras los sudafricanos, que en el 92 habían vuelto a competir, jugaban la eliminatoria. Sin embargo, el país del este declinó y a mediados de noviembre de 1994, luego de que los Bafana-Bafana disputaran 3 partidos que ya detallaremos, la CAF los designó como dueños de casa para la primera Copa con 16 equipos.
Tras la liberación de Nelson Mandela el 2 de febrero de 1990 y el comienzo de su obra de arte tirando abajo al apartheid, Sudáfrica empezaba a ser visto con buenos ojos por el mundo y por el mundo futbolístico, especialmente el africano. Así, en 1992 se afilió a la CAF y a la FIFA y, el 7 de julio, jugó su primer partido en casi 37 años (antes fue el 1 de octubre de 1955, un 4-1 con Australia en Newcastle, Australia) cuando en el King´s Park Rugby Stadium de Durban y con 40 000 testigos históricos, venció a Camerún 1 a 0 con gol del famosísimo Theophilus “Doctor” Khumalo de penal, a los 82 minutos. Desde entonces, y mientras seguía la reconstrucción política, social, étnica y psicológica, aparte lo hacía en la futbolística participando en eliminatorias continentales o mundiales sin éxito, pero con algún triunfo o empate, buena imagen y hasta jugadores en el exterior. Todo hasta que el 4 de septiembre comenzó su andadura en la nueva Copa, la que iba a ser de Kenia, con un 1-0 fuera de casa sobre Madagascar con gol de Masinga. Un mes más tarde, el 15 de octubre, derrotaba en Mabopane a Mauricio por la mínima gracias nuevamente a Masinga. Y el 13 de noviembre casi le gana a Zambia en Lusaka, cuando estaba arriba por Khumalo a los 68 minutos, sin embargo Kenneth Malitoli puso el 1-1 final a los 86. Pero enseguida llegó la decisión de la Confederación Africana y los de Mandela, ya presidente, debieron anular sus resultados y prepararse en poco tiempo para hospedar una Copa que tal vez era mirada con escepticismo por el resto. Pero como lo hizo con la del rugby que obtuvo brillantemente en 1995, Sudáfrica afrontó el desafío y puso manos a la obra para finalmente albergar el certamen en el amanecer de 1996.
Claro que, como escribimos arriba, no iba a ser nada fácil: Nigeria, el campeón reinante, no creyó en la reconstrucción y se bajó argumentando garantías políticas insuficientes, una excusa absolutamente injusta para un país que empezaba a abrir sus puertas al mundo. Guinea podría haberlo reemplazado como mejor perdedor del Grupo 3 clasificatorio, pero también dijo no por falta de tiempo para prepararse. Excusas, excusas, excusas. Eran sólo piedritas en el camino de un pujante Sudáfrica que, contra todo y todos, recibió entre el 13 de enero y el 3 de febrero a esas 14 sobrantes selecciones en lugar de 15 por primera vez en la historia.
Mientras tanto pasemos a la fase previa, más y más intrincada con las ediciones, nada que ver con los cuatro equipos de 1957. Y eso que ahora la CAF había decidido el mismo formato de grupos pero más simple, con 7 zonas de 6 países donde los dos primeros entraban a la CAN, aparte del local y el campeón ya citados. Pero entre los retiros previos y parciales, el cambio de sede, lo sucedido con Guinea y demás se volvió a salpicar de lío. Con decir que de los 7 grupos, sólo dos tuvieron a sus 6 integrantes hasta el final, y de los 42 posibles participantes, 11 no jugaron o lo hicieron transitoriamente, sin contar claro a Sudáfrica que debió abandonar por ser nueva sede aquel noviembre 1994.
Y el histórico arranque fue por supuesto con el equipo de Nelson, y con todos los ingredientes para una fiesta ya sólo por el debut en la Copa: aquel 13 de enero de 1996, en el inicio del Grupo A en el viejo estadio First National Bank de Johannesburgo, con el marroquí Said Belqola de árbitro y delante de 75 000 esperanzas de nueva vida, Sudáfrica (entrenado para la ocasión por Clyde Barker) hizo una estupenda presentación y goleó sin miramientos nada menos que a Camerún 3 a 0, el mismo tricolor a quien había vencido en su retorno en 1992. Los tantos fueron de tres de sus emblemas: Philemon Masinga, ya consagrado como el más importante, a los 14 minutos; Mark Williams, entonces desconocido y luego gran protagonista, a los 37 y el hábil John Moshoeu a los 55. Cómo no recordar a esos 14 adelantados al éxito: Arendse, Motaung, el capitán Tovey, Fish, Nyathi; Tinkler, Buthelezi (Mkhalele 62´), Moshoeu, Khumalo; Masinga (Makalakalane 82´) y Williams (Bartlett 7´), para que la felicidad de Mandela y el atribulado pueblo fuera total. Pero no sería la única.
La acción continuó el 15 de enero en Johannesburgo, sede de este grupo. Obviamente que con menos ruido, expectativa y espectadores (apenas 6000), Egipto arrancó una nueva ilusión de triunfo con su ajustado 2-1 sobre el debutante Angola, con dos goles de Ahmed El Kass (30´ y 33´), y un poco de suspenso por Quinzinho a los 79, quien fue temprano reemplazo del artillero Fabrice “Akwa” Maieco, mundialista 10 años después en Alemania. El 18, Camerún se rehabilitó de su mala partida y venció 2 a 1 a los egipcios, primero por el vigente François Omam Biyik de penal a los 36 minutos. Aly Maher colocó el empate momentáneo a los 48, pero nada menos que Alphonse Tchami, el delantero que jugaba y muy bien en el Boca Juniors de Bilardo, fue el responsable de la victoria indomable a los 59 con un golazo, un arranque demoledor dejando rivales en el camino y un zurdazo cruzado al segundo palo de Nader El Sayed. Sudáfrica confirmaba el 20, ahora delante de 30000 personas, que estaba para algo más que para la fiesta del regreso y con gol de Williams a los 57 minutos, tras una serie de rebotes a la salida de un tiro de esquina, le ganaba a Angola y obtenía dos triunfos seguidos, el arco invicto, el pase a cuartos de final y seguro la sonrisa de oreja a oreja de Mandela. Y seguro que no le importó mucho perder el 24 con Egipto 1-0 (El Kass a los 7´) ya que quedó delante de los Faraones como los clasificados a cuartos. Y ambos pasaron porque en una jornada de cierre electrizante, en un partidazo, Camerún no pudo con el ya marginado Angola. Primero los de Nyongha iban en ventaja por Omam Biyik en el minuto 25. Pero los excelentes angoleños, duros de vencer, dieron vuelta rápido todo: Joni de penal al 38, Paulao en el 57 y Quinzinho en el 80. Angola se llevaba un tremendo recuerdo de la Copa con ese 3-1 parcial a diez del final. Pero los Leones hicieron honor a su apodo y restablecieron la paridad a 3 por el suplente Mouyéme a los 82 y el defensor Vicente en contra a los 90. Igual el arrebato no les alcanzó, y una vez más defraudaron las esperanzas de su público, como venían haciendo en la década. Las posiciones finales fueron: Sudáfrica primero con 6 puntos y más 3 de diferencia de gol, Egipto segundo con 6 y más 1, Camerún afuera con 4 y Angola, a pesar de su buena aparición, con sólo 1.
El 14 de enero, el día siguiente de la histórica fiesta total sudafricana, se abría el Grupo B en Bloemfontein, la capital judicial del país. Allí, la Zambia de los Bwalya y la renovada Argelia eran los favoritos, quizá por eso no se sacaron ventajas entre ellos en su presentación con un pobre 0 a 0. Por su parte, el 15, sólo 1500 personas veían el comienzo absoluto en la historia de la CAN de Sierra Leona y Burkina Faso. Los primeros fueron los afortunados por 2 a 1, gracias a Gbessay Sesay a los 11 minutos y a pesar de Aboubacar Ouedraogo a los 74, ya que a los 89 apareció Mohamed Kallon, el ex Inter de Milán, entonces apenas un suplente de sólo 16 años, y marcó el gol de otro momento histórico en Sudáfrica 96. Pero los dos pequeños del B fueron devueltos inmediatamente a su realidad por los gigantes. Así fue el 18, cuando Argelia vencía 2 a 0 a los sierraleoneses con un doblete de Ali Messabih a los 41 y 63 minutos, y sobre todo el 20 cuando Kalusha Bwalya y su gran elenco zambiano arrasaban a los burkineses 5-1 con cinco goles en el primer tiempo: Kenneth Malitoli a los 18, Kalusha a los 24 de tiro libre y 33, el hábil Dennis Lota a los 44 y Johnson Bwalya a los 45. Eficacia en estado puro, a la que el descuento de Issouf Traoré a los 53 sólo le hizo cosquillas. Todo se definió a favor de los favoritos el 24 pero en Port Elizabeth, cuando los argelinos batieron 2 a 1 a Burkina Faso (Lounici a los 2´, Dziri a los 75´ y Bourehima Zongo a los 83´) y Zambia seguía defendiendo su subcampeonato a puro gol, ahora 4-0 a Sierra Leona con triplete del rey de las redes Bwalya (2, 9 y 84) y uno de Mordon Malitoli, hermano de Kenneth, a los 87 para llevarse la zona con sólo 200 testigos, pero sin discusiones con 7 puntos, igual que Argelia pero claro que mejor promedio de gol: +8 a +3, y los dos a los ocho mejores. Sierra Leona culminó su segunda aventura africana con aceptables 3 puntos y Burkina recién comenzaba, por eso se fue sin nada pero con un futuro prometedor, tanto que sería el próximo organizador en 1998.
Mientras, en Durban, el lugar del resurgir futbolístico sudafricano del 92, llegaba el único de los cuatro grupos con tres equipos, el C. Ante la deserción de Guinea, quedaron Liberia, Gabón y Zaire para dos pases a cuartos. El 16, los de George Weah, en ese momento en el Milan y que había ayudado no sólo a la clasificación sino que hasta había traído uniformes, pelotas y demás elementos de entrenamiento, empezaron su historia copera con un disputado 2-1 sobre las Panteras, goles de Sebwe de penal a los 5 minutos, Mass Sarr a los 54 para el dos a cero parcial y Nzeng de tiro libre a los 59. Curiosamente, Liberia tuvo permiso de jugar con la camiseta del París Saint Germain, conseguida por Weah, por no tener la suya tradicional, signo de su cruenta guerra y pobreza. Luego Gabón se recuperó enseguida, el 19 ante Zaire por 2 a 0, cortesía de su gran figura Brice Makaya a los 21 mediante penal y Bekogo a los 34. Pero como si fuera premeditado, el 25 de enero, esta vez en Johannesburgo, los zaireños vencieron a los liberianos 2 a 0 y lo eliminaron; fue gracias a Menama Lukaku, que abrió el marcador a los 5´desde los 11 metros. Y luego, un increíble tanto de su otro gran goleador, Yves Liombi Essende a los 72, en una jugada de contraataque donde Essende y dos compañeros más quedaron solos con el arquero Tokpah, que salvó dos remates iniciales pero no pudo impedir la definición final, mientras sus defensores lo habían dejado más solo que en el desierto. Un triangular donde los integrantes se derrotaron entre sí y empataron con 3 puntos, pero que finalmente arrojó el pase de Gabón (+1) y Zaire (0), mientras los del grandioso George, el mejor de Africa un año atrás, tuvieron -1 y se bajaron en otro decoroso debut.
Y el Grupo D, sí con cuatro equipos muy buenos (Ghana, Túnez, Costa de Marfil y el más modesto Mozambique) prometía goles y buenos encuentros en Port Elizabeth. El primero fue el 14 de enero, cuando Ghana retomó las ilusiones de ser grande como en los 60 y 70 o como en el 92, llevándose el tercer superclásico de Africa Occidental en las últimas tres CAN ante los marfileños por 2 a 0, gracias a sus superestrellas Yeboah a los 20 minutos y Abedi Pelé a los 70; de paso, los ghaneses se tomaban desquite de la paternidad de los Elefantes, vencedores suyos en la final 92 y en los cuartos del 94. A todo esto, el 16, Túnez era claramente superior a Mozambique en los papeles. Pero los tricolores portugueses lo sorprendieron a los 5 minutos por el gol de Manuel “Tico Tico” Bucuame, su gran destacado de toda la vida, para la explosión de los 1000 presentes. A los 24 Ferid Chouchane empató de cabeza, pero no pudo hacer más para un 1-1 incrédulo para los del experto en la región, el polaco Kasperczak. Los árabes continuaron su mala racha de su CAN 94 el 19, cayendo 2 a 1 ante Ghana (Pelé a los 50 minutos, Ben Younes a los 72 y Samuel Kuffour, el del gol intercontinental a Boca en 2001, a los 77) que así se clasificó a los cuartos de final. Dos días después ante sólo 500 espectadores, Costa de Marfil se reponía con un difícil 1-0 a Mozambique, con gol de Joel Tiehi, ya grande, a los 33 minutos. Así que en la última jornada, el 25 de enero, todo quedaba entre marfileños, tunecinos y tal vez los mozambiqueños. Túnez, con 1 punto contra 3 de Costa de Marfil, debía derrotarlo sí o sí. Y lo hizo de forma brillante por 3 a 1, con dos de Ben Younes (32´ y 38´) y Ben Hassen (48´), acortando Moussa Traoré a los 87 en vano. Por su lado, Ghana confirmó para qué estaba ganando el grupo por 2 a 0 sobre Mozambique, en Bloemfontein, obras de Kwame Ayew (hermano de Abedi Pelé) a los 24 y otro curioso gol, el de Aboagye a los 68 en un rebote de penal, para el cual el arquero sustituto Rui Évora Alves entró por Luisinho Dias y luego atajó el primer intento de Aboagye, que luego puso el 2 a 0 final. Ghana se llevó el grupo con puntaje perfecto, 9, acompañado por Túnez con 7, y ambos se juntaron a los ocho mejores. Costa de Marfil quedó tercero con 3 y Mozambique con 1.
Treinta mil fanáticos estaban listos para el crucial compromiso de Sudáfrica en el arranque de los cuartos de final el 27 de enero, en Johannesburgo, ante Argelia. Y los Bafana-Bafana (muchachos en zulú) subieron otro escaloncito hacia el dorado sueño. Mark Fish,uno de los pocos blancos, aventajó a los locales a los 72, pero Tarek Lazizi igualó de cabeza tras un córner a los 84. Quién iba a suponer que justo un minuto después, John Moshoeu hizo una espectacular jugada personal, definió ante el arquero Haniched y desató el delirio de su gente. Sudáfrica estaba en semifinales, así nomás de sencillo y de grande. Ese mismo 27 pero en Bloemfontein, Egipto se mostraba mejor que Zambia en la teoría y comenzó arriba por Samir Kamouna a los 43´. Pero la eficacia de los del cobre era tal que en el complemento el eficiente defensor Elijah Litana puso la paridad a los 58, Vincent Mutale desniveló a los 65 y Dennis Lota resolvió todo con una preciosa definición cruzada de zurda, a los 76, aniquilando otra vez las esperanzas egipcias. Zambia era semifinalista y quería llegar lejos como dos años atrás. El 28 de enero se completaron los cuatro, cuando en Durban Túnez eliminó a Gabón tras el 1-1 de los primeros 15 minutos (Zoubeir Beya a los 10´; Brice Makaya de tiro libre a los 16´) y de los 90 y 30 de alargue, pasando finalmente por penales 4-1. Y luego, Ghana postergaba a Zaire por 1 a 0 en Johannesburgo, por medio de Yeboah a los 22.
El 31 de enero, Sudáfrica iba por una nueva página de su ya gloriosa novela contra Ghana, de nuevo en un Johannesburgo repleto de 75 000 hinchas. Y los de Mandela, firme junto a su pueblo y su selección, tuvieron otra noche inspirada ante un grande como el conjunto ghanés. Sobre todo la tuvo John Moshoeu, el talentoso 10 a quien apodaban “Shoes” (zapatos), haciendo juego con su apellido y su buen pie. Pues bien, el mediocampista del Kocaelispor turco puso el primero a los 22 minutos. Luego apareció Mark Williams, a esa altura clave en la delantera incluso sobre el propio Masinga, a los 46. Y la fiesta la rubricó Moshoeu a los 87, con golazo con túnel incluido y definición precisa para que Sudáfrica gritara finalista tras tantas desgracias. Su rival resultó ser Túnez, que de casi quedar afuera al principio pasó a la final con un contundente 4-2 sobre Zambia. Ya a los 20 ganaba por dos, gracias a Sellimi a los 16 y Beya a los 20. Ghodhbane aumentó a los 47 y sentenció todo, aunque aún hubo tiempo para el descuento de Lota a los 68, el cuarto de Adel Sellimi de penal a los 85 y otro gol del honor de Makasa a los 90 para el muy honroso Zambia. Que lo ratificó subiendo otra vez al podio ante Ghana el 3 de febrero en Johannesburgo, con un lindo tiro de 25 metros de Joel Bwalya, el hermano de Kalusha (por supuesto goleador máximo del certamen con 5) a los 52 minutos para la victoria por 1 a 0, vista por 80 000 personas que a esa altura sólo pensaban en si Sudáfrica haría realidad un sueño antes lejano y ahora tan cercano, frente a Túnez en el partido decisivo.
Ese 3 de febrero, el First National Bank Stadium que había albergado el punto inicial de esos sueños era el marco de la finalísima, otra inédita como tantas de la Copa Africana. Sudáfrica quería repetir la epopeya de los Springboks un año antes, cuando el 24 de junio de 1995 derrotaron en tiempo extra 15- 12 a Nueva Zelanda, con Mandela en el estadio Ellis Park de Johannesburgo y dándole la Copa al capitán François Pienaar. Para eso, su DT Clyde Barker puso en la cancha a Arendse; Motaung, Fish, Tovey, Radebe; Tinkler, Buthelezi, Moshoeu, Khumalo; Masinga y Bartlett. Los tunecinos de Henryk Kasperczak formaban con El Ouaer; Boukadida, Ben Rekhissa, Chouchane, Jaballah; Beya, Bouazizi, Fekhi, Ghodhbane; Adel Sellimi y Ben Slimane. el árbitro de la inolvidable final fue Charles Massembe, de Uganda.
El primer tiempo fue tan disputado y parejo, bien de final, que no se sacaron ventajas. Apenas iniciado el complemento, Kasperczak hizo ingresar a Hanini en lugar de un no tan gravitante Ghodhbane, mientras Barker hacía lo mismo con Mkhalele por Buthelezi a los 51 minutos. Pero el cambio que marcó y marcará a fuego la vida futbolística sudafricana fue la entrada de Mark Williams, el delantero alterno del Wolverhampton Wanderers de Inglaterra, a los 65 minutos por un también apagado Masinga. Y el First National Bank explotó como nunca cuando a los 73, justamente Williams abrió el marcador. Y qué decir cuando dos minutos después, cuando Túnez aún sentía el impacto, Williams conquistó el segundo gol y definió el partido más importante de la corta historia de su país, igual que Joel Stransky lo había hecho en el rugby con su drop ante los All Blacks. Y como en 1995, como si fuera una película, como si fuera una obra del cielo, las escenas de júbilo se repitieron: los abrazos, la emoción, los festejos de la gente, la vuelta olímpica y el eternamente inolvidable Nelson Mandela, padre de la Copa de rugby y ahora de la CAN de fútbol, entregándole el trofeo al capitán Neil Tovey, que lo levantó al mundo que lo vio renacer, como en el 95 lo hiciera Pienaar. los 22 héroes de la resurrección fueron André Arendse, Roger De Sa, John Tlale (arqueros), Mark Fish, Edward Motale, Sizwe Motaung, David Nyathi, Lucas Radebe, Neil Tovey, Andrew Tucker (defensores), Linda Buthelezi, Theophilus Khumalo, August Makalakalane, Helman Mkhalele, John Moeti, Zane Moosa, John Moshoeu, Erik Tinkler (mediocampistas), Philemon Masinga, Shaun Bartlett, Daniel Mudau y Mark Williams, con Clyde Barker como director técnico. Sí, había resurgido Sudáfrica. Aparte de todos los otros rubros, ahora también lo hacía en el fútbol, ese deporte tan poco afecto a sus habitantes, pero que iría ganando terreno no sólo en Africa sino en el plano mundial, ya que un año más tarde, en 1997, llegaría a su primera Copa del Mundo. Pero ese 1996, Dios y Mandela, como en los inicios de la década, iluminaron al gran Sudáfrica, que era campeón de mucho más que una Copa Africana de Naciones: era campeón de la vida.
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