[Por Diego Martín Yamus] Nigeria siempre fue animador de cada evento donde pisó, especialmente en el continente pero más tarde cuando lo hizo en el mundo. Pero para llegar al mundo necesitó de aquella generación dorada, ganadora, mística, que le dio pasaporte a Juegos Olímpicos y al Mundial. Uno de los adelantados de esa camada fue Daniel Ray Owefin Amokachi, un delantero que apenas surgió dejó huella en su patria y luego en Europa y el planeta, además de ayudar a su selección como uno de los integrantes del gran tridente con Rashidi Yekini y Emmanuel Amunike.
La carrera de Amokachi empezó tan temprana como exitosa a la vez. Nacido en Kaduna un 30 de diciembre de 1972, debutó a los 17 años en el Ranchers Bees local, con el que en 1989 ya ganó su primer halago, la Copa de Clubes de África Occidental, donde fue premiado mejor jugador. El técnico neerlandés Clemens Westerhoff, ya al comando de la absoluta, lógicamente se interesó y lo hizo comenzar con las Súper Águilas un 25 de enero de 1990, en un 2-0 a Costa de Marfil por la zonal Copa CEDEAO. Días después el joven era parte del equipo que en Argelia jugó la Copa Africana de Naciones y llegó hasta la final, perdiendo con el local; disputó los cinco partidos en dupla con Yekini, y el 18 de agosto marcó su primer gol para Nigeria en un 3-0 a Togo rumbo a la siguiente Copa Africana, la de Senegal 92.
Gracias también a Westerhoff, recaló en el exigente mundo europeo, en el Brujas de Bélgica, donde empezó a ratificar su potencial. Entre sus muchos goles, realizó el primero de la nueva Liga de Campeones en 1992/93, cuando su club batió al CSKA Moscú 1 a 0. Recibió el botín de ébano tres veces hasta 1994 y fue nombrado ese 92 mejor extranjero; sólo le faltó jugar la Copa Africana.
Sin embargo, Amokachi perseguía junto a sus compañeros un sueño más grande, largamente esperado: la Copa del Mundo. Y él contribuyó a hacerlo realidad, cuando ese 1993 le anotó un gol a Argelia y otro a Costa de Marfil decisivos para finalmente alcanzar Estados Unidos 94. Para prepararse para su entrada mundialista, disputó la CAN de Túnez en abril, donde jugó siempre, y se coronó campeón por segunda vez en la historia regional. Así viajó a USA 94 y el 21 de junio, en el Cotton Bowl de Dallas, su país debutó brillantemente goleando a la Bulgaria de Hristo Stoichkov 3 a 0, donde Amokachi conquistó el segundo gol. El 30 también lo hizo ante Grecia justo en el minuto 90, y ese tardío 2 a 0 le dio a Nigeria ganar el grupo D y enviar a la Argentina de Diego Maradona al tercer mejor lugar, cuando días antes la albiceleste y Diego los habían vencido 2 a 1. El sueño de Daniel y compañía concluyó en octavos de final, cuando el 5 de julio cayeron en tiempo suplementario ante el futuro subcampeón Italia. Pero el fútbol da revancha.
En 1995 dejó el Brujas y fue fichado por el Everton inglés, donde no tuvo el mejor paso de acuerdo a sus antecedentes, e igual alzó la legendaria FA Cup con un gran 1-0 al Manchester United. También fue parte de la obtención de la Supercopa inglesa, más conocida como FA Charity Shield. Mas no se pudo asentar en el once por lesiones y terminaría jugando poco y en baja forma. Pero otra vez tuvo desquite. Aquel 1996 hacía mucho que Nigeria no estaba en los Juegos Olímpicos, adonde había arribado un año antes. Amokachi fue indiscutido titular y tras espectaculares remontadas sobre Brasil y Argentina se colgó la primera medalla de oro para África en el fútbol del evento. El delantero contribuyó en la final con el empate a dos con una rarísima definición de pura suerte, que precedió al gol de Amunike y a la gloria dorada.
Ahora en las filas del Besiktas turco, allí también dejó huella de goles y títulos, levantando la Copa y la Supercopa local y siendo objeto de varios galardones: mejor gol de la Liga en 1999, parte del once del siglo en Turquía y en 2015, un premio honorario a los Deportistas del país. Pero su última gran jugada para Nigeria fue ese 1997, cuando con tres goles volvió a llevarla al Mundial de Francia. Sin embargo, lesionado en la rodilla, sólo pudo actuar ante Bulgaria (1-0) y fue reemplazado por otro talentoso, Nwankwo Kanu, despidiéndose así del combinado nacional.
Sus líos físicos fueron cerrando su brillante trayectoria. Por su menguada condición fue rechazado en el 1860 Munich de Alemania, en el Tranmere Rovers inglés, en el Colorado Rapids de la NASL de Estados Unidos y hasta en Emiratos Árabes Unidos. Sólo le quedó regresar a su patria tras 16 años de triunfos en 2005, en el Nasarawa United, donde se retiró activamente.
Pero alguien que le dio tanto al fútbol como Amokachi no se podía quedar quieto. Y enseguida comenzó una carrera de entrenador con la que desempeñó segundos papeles: Nasarawa, Enyimba, Ifeanyi Uba y JS Hercules y dos períodos como asistente de la selección y uno como técnico interino. Por su gran trabajo, el 4 de febrero de 2020 fue honrado como Embajador del fútbol de su nación por el presidente Muhammadu Buhari. Si bien dejó el balompié tempranamente, lo contagió del éxito de su generación dorada y fue uno de los responsables de los tiempos más felices de Nigeria.
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