[Por Diego Martín Yamus] En sólo dos ocasiones, la selección de Libia, de las más flojas de África árabe y del continente en general, había estado cerca de la gloria. En 1982, en la Copa Africana de Naciones que organizó, bajo la mirada del dictador Muamar Al Gaddafi, perdió la final ante Ghana por penales. Tres años más tarde, cayó en la llave decisiva para ir al Mundial de México 86 con Marruecos por diferencia de gol. Luego se sumergió entre la delicadísima situación político-social y su bajo nivel. Hasta que un día llegó su resurrección y la gloria fue realidad aquel 2014, cuando conquistó su primer título con el Campeonato Africano de Naciones en Sudáfrica.
La proeza libia fue aún más grande por toda la novela previa de su designación como sede del certamen, hecho para jugadores de ligas locales. Inicialmente, la CAF le había otorgado la organización tanto de la CHAN como de la Copa Africana de Naciones 2013. Sin embargo, la guerra civil desatada a principios de 2011 tras el derrocamiento de Al Gaddafi hizo que la CAF decidiera darle a Sudáfrica ambos torneos, aparte del Africano Sub 20 clasificatorio para el Mundial de Turquía. Así, la nación de Mandela hospedaría el tercer certamen de fútbol en 4 años, tras la Copa del Mundo de 2010. Pero Libia, habitual ausente de las citas internacionales por el tema seguridad, tuvo su recompensa clasificándose a la CHAN por el retiro de Argelia.
Igualmente, los "Caballeros del Mediterráneo" venían de quedar afuera del Mundial de Brasil y estaban sin técnico. El 12 de octubre, la Federación acordó la llegada del español Javier Clemente, de recordado paso por el Athletic Bilbao y de controvertido por la selección roja. Sin mucha expectativa, Libia fue a su segunda CHAN (antes eliminado en primera ronda en 2009) y comenzó el Grupo C el 13 de enero en Mangaung, con victoria 2 a 0 sobre Etiopía, gracias a los goles de Abushnab y Abdul Salam Omar, su goleador. Quién iba a pensar que ésa sería la única victoria libia en el torneo. Menos, que era el comienzo de una gesta inolvidable.
Los empates con sabor a hazaña empezaron a encadenarse. El 17 en Mangaung iba abajo con Ghana hasta el minuto 73, cuando El Badri de penal puso el 1-1 final. Y el 21 en Polokwane, en el partido más excitante de su campaña, caía 0-2 con Congo hasta los 75, instante en que Omar descontó. Pero necesitaba un 2-2 para pasar a los cuartos, y lo consiguió con el defensor Fetori en el tercer minuto agregado. La hazaña empezaba a asomar. Más cuando el 26 eliminaron a Gabón en Polokwane, esta vez arriba con gol de Omar pero con el 1-1 de Cousin que los llevó a la primera definición por tiros desde el punto penal, que ganaron 4-2 para ir a las semifinales.
El 29 regresaron a Mangaung, donde debían enfrentar a Zimbabwe, enorme sorpresa del torneo al dejar afuera a Malí, un candidato. El partido no tuvo emociones, así que de nuevo a los penales, y allí, la puntería de los árabes, con su arquero Mohamed Nashnoush marcando el 4-2 definitivo, los colocó en la gran final doméstica de Africa. Quizá con eso ya estaban cumplidos. Seguramente con eso el futbolero público de su país estaba conforme. Pero habría más.
Así llegó el sábado 1 de febrero, donde en el Green Point Stadium de Ciudad del Cabo, el destino quiso que Libia se enfrentara con Ghana para reeditar aquella final de la CAN 82. Ante 16.505 personas y con el argelino Mohamed Benouza de árbitro, los ghaneses (grandes favoritos) dominaron y pudieron marcar, pero Nahsnouhs tapó un mano a mano con el delantero Anobaah. Ghana, que contó con algunos futbolistas que luego estarían en el Mundial de Brasil, presionó pero no consiguió el gol, y el alargue fue realidad. Allí fue la primera ocasión para los de Clemente, cuando un centro de El Houni fue cabeceado por Abushnab y rozó el travesaño de Stephen Adams. En la respuesta, Sulley Mohamed casi marca, pero no lo logró y el silbatazo de Benouza marcó la tercera decisión por penales para Libia en el campeonato.
Y fue tan cambiante como emotiva, un condimento más para la gran final. Los del Norte empezaron arriba 3-0 gracias a dos atajadas de Nahsnoush. Pero El Gadi y Omar, dos de las figuras, fallaron y Ghana se colocó 3-3, debiendo ir a un remate por equipo para definir. Ahmed El Trbi convirtió el 4-3. Y la respuesta fue definitoria: Joshua Tijani erró el suyo y Libia festejó su primera alegría. Eso sí, no lo hizo inmediatamente, ya que había confusión con la progresión del resultado, tanto que los triunfadores consultaron compungidos a Benouza y su asistente mauritano Bootun, hasta que el otro asistente, el camerunés Moussa Yanoussa, certificó el 4-3 y la gran noticia.
Fue el éxito del humilde y golpeado. Tras la guerra, el cambio de sede y una andadura irregular, con un solo triunfo y apenas 6 goles, los siempre medianos libios alzaron el segundo trofeo importante de Africa. Tal fue la magnitud del título que en las calles de la siempre agitada Trípoli, donde antes sonaban sirenas de alerta, ahora se festejó a los bocinazos. Esos 13 guerreros, guerreros pero del fútbol y la paz, fueron Nashnoush; Salama, El Trbi, Al Alwani, Al Maghasi; El Badri, Almoatasembellah, El Gadi, El Houni; Abushnab (Al Mehdi 106´) y Al Ghanodi (Omar 64´). El héroe Nashnoush fue elegido mejor arquero, y junto a él, Salama y El Gadi integraron el once ideal, mientras que Omar fue incluido en los suplentes votados. Javier Clemente, de tantas penurias con su país nativo, como aquella derrota con Chipre que lo cesó de su cargo, ahora se tomó amplio desquite, y condujo al pequeño Libia a lo que tantos años había deseado y buscado: un día de gloria.
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