Hay una frase del sudafricano Desmond Tutu que dice: “Cuando los misioneros vinieron a África, ellos tenían la Biblia y nosotros la tierra. Nos dijeron: vamos a rezar. Cerramos los ojos; cuando los abrimos, nosotros teníamos la Biblia y ellos la tierra”. Puede que en parte sea verdad, pero también es cierto que muchos misioneros le dejaron al continente africano un legado de entrega, solidaridad y ayuda que puede ser percibido hoy en día. En esta nota en particular, nos centraremos en el legado futbolístico ligado a la misión y a la religión en su conjunto.
Por ejemplo, hacia 1939, en el Congo Belga –hoy RD Congo- los monjes benedictinos comenzaban a dar forma al que hoy es el TP Mazembe. Primero se llamó FC Saint Georges y reunía a los alumnos del Institut Saint-Boniface. Luego pasó a llamarse Saint Paul y cuando comenzaron a primar otros intereses y el equipo empezaba a ser reconocido, los monjes se alejaron del proyecto. Al poco tiempo, la empresa de neumáticos Englebert tomaba las riendas del club.
Pero en suelo congoleño no es el único ejemplo. El Cercle Sportif Don Bosco, más conocido como CS Don Bosco, que ganó en 2012 la Copa de Congo y está jugando la Confederation Cup, está estrechamente ligado con el santo Juan Bosco y su congregación Salesiana, con presencia en gran parte del territorio de RD Congo. Este santo italiano fue un gran admirador de las culturas extranjeras y así fue que su obra se expandió por todo el mundo. Tanto que en 2010, el periodista Albert Christian Sellner propuso en las páginas del diario austriaco Der Standard que Don Bosco sea nombrado patrón del fútbol. “Don Bosco y sus salesianos dieron al juego y al deporte un espacio importante como lugares de educación y de promoción humana, subrayando más el valor agregacional que el competitivo”, destacó Sellner en aquella ocasión. Otro equipo con “nombre santo” en RD Congo es la Association Sportive Saint-Luc.
También en Congo, pero en Goma, un salesiano español llamado Honorato Alonso, organiza desde 1981 una Copa África para los niños de allí. Suelen participar más de 100 equipos –con nombres de clubes españoles en su mayoría- y 1600 jóvenes. “Es un buen medio para superar todos los problemas de tribalismo, racismo, etc. A través del fútbol buscamos dar una formación humana y no sólo cristiana porque aquí aceptamos a todo el mundo”, destacó Alonso en una nota para Cadena Ser -video-.
Otro misionero español llamado Chema Caballero, realiza algo similar pero con los niños soldados de Sierra Leona. “Utilizamos el fútbol como modo de engancharles, de aglutinarles y de mantenerles entretenidos de una forma sana. Todo empezó en el año 2004, cuando creamos un equipo de fútbol de niños de 14 a 16 años que dio paso poco después a otros de distintas edades. Hablamos con los niños que fueron combatientes, con los refugiados y con aquellos que tuvieron que abandonar sus estudios a causa de la guerra para ver de qué forma podemos ayudarles (…) El fútbol es diversión, pero al mismo tiempo ayuda a transmitir valores de trabajo en equipo, de resolución de conflictos de forma pacífica, de perdón y reconciliación, de superación y sacrificio”, comentó en una nota de la revista Panenka.
En 2010, se realizó en Sudáfrica el Campeonato de Fútbol por la Paz, que surgió como idea en Nigeria impulsada por “algunos grupos de paz que impulsamos en Nigeria, tras la etapa de violencia religiosa que vivió en 2008 ese país. En ese caso, la idea consistió en combinar musulmanes, cristianos y animistas en el mismo equipo, para comprobar lo que significa tener un compañero de equipo que, por su nacionalidad o creencias, esté considerado un enemigo. Fue un gran éxito”, contó Lancelot Thomas, uno de los impulsores de la iniciativa.
“Toda Sudáfrica y el mundo están bajo la fiebre del fútbol. Aunque los equipos compitan contra otros, esperamos que la paz y la construcción de interrelaciones culturales sean los ganadores del día”, concluyó Thomas en aquellos días en los que estaba a punto de jugarse el Mundial.
Benantzi Echevarría, más conocido como Hermano Venancio entre los Padres Blancos, trabajó con jóvenes en la ciudad de Kampala, capital de Uganda, en un centro educativo que lleva el nombre de Sharing Youth Center -foto-, que traducido al español sería “Centro de Jóvenes que Comparten”. En diálogo con este medio, Venancio contó: "he tenido esta gran suerte,
doy gracias a Dios por ello, de desarrollar tres años de trabajo
misionero en un centro de jóvenes en Kampala en el cual, ademas de
otras actividades educacionales y culturales, hemos desarrollado
también un programa de deportes. Tuve la suerte,
además de ser el administrador del centro y el coordinador
de deportes. Sin embargo, ahora estoy en Nairobi a donde
he sido nombrado para completar estudios de teología y ministerio
social. En la vida misionera no puedes decir me voy a
dedicar a esto o a lo otro o me gusta predicar o enseñar o me gusta el fútbol Ser misionero es antes que todo disponibilidad y servicio
dentro de la congregación donde a uno le llamen".
Ejemplos como estos muestran que el fútbol puede ofrecer grandes oportunidades a los sectores más desfavorecidos de un continente tan golpeado. Y que hay organizaciones y gente común que hace mucho por ver una sonrisa y dar alegría a los niños con algo que muchos pueden tener fácilmente al alcance en sus manos pero que en África se aprecia mucho más: una camiseta, un botín o simplemente un balón.
0 comentarios:
Publicar un comentario