A raíz del fenómeno que generó el Mazembe, consultamos a tres prestigiosos periodistas de la Argentina que escribieron lo siguiente con respecto al campeón africano, que jugará la final del Mundial de Clubes ante el Inter italiano.
Mazembe, un sentimiento. Martín Mazur, de El Gráfico
Si en estos días no hablás del Mazembe, estás offside. ¿Se acuerdan del boom de Camerún en 1990? Bueno, ahora está pasando algo parecido pero a nivel de clubes. Y el culpable es este equipo del Congo, que hace un mes ganó la final de la Champions League africana (6-1 al Esperance de Túnez) por segunda vez consecutiva, que llegó al Mundial de Clubes calladito, que primero eliminó al Pachuca en los cuartos de final y ahora dio la gran sorpresa al dejar afuera al Inter de Porto Alegre.
Si en estos días no hablás del Mazembe, estás offside. ¿Se acuerdan del boom de Camerún en 1990? Bueno, ahora está pasando algo parecido pero a nivel de clubes. Y el culpable es este equipo del Congo, que hace un mes ganó la final de la Champions League africana (6-1 al Esperance de Túnez) por segunda vez consecutiva, que llegó al Mundial de Clubes calladito, que primero eliminó al Pachuca en los cuartos de final y ahora dio la gran sorpresa al dejar afuera al Inter de Porto Alegre.
¿Qué es el Mazembe? Un muy buen equipo de fútbol, con una idea clara de juego y buen manejo de la pelota. Juegan un fútbol sudamericano, si es que aún se puede caer en ese concepto, porque incluye bicicletas y gambetas. O quizás debamos decir que juegan un fútbol africano. En el Mundial de Clubes pasado no les fue bien: perdieron la apertura contra el Pohang Steelers de Corea del Sur y volvieron a caer contra Auckland City por el quinto puesto. Ahora, la cosa es muy distinta.
En términos de impacto, lo del Mazembe me hace acordar al Camerún del 1990, porque está todo el mundo hablando sobre ellos, por más que ahora ganen o no. Y van al frente conscientes de que no tienen nada para perder, pero no se dejan dominar por el miedo ni escénico ni futbolístico. No sé si este equipo puede marcar un antes y un después, como lo fue el Camerún del 90, pero sin dudas que muchos se van a acordar de este Mazembe.
En términos de impacto, lo del Mazembe me hace acordar al Camerún del 1990, porque está todo el mundo hablando sobre ellos, por más que ahora ganen o no. Y van al frente conscientes de que no tienen nada para perder, pero no se dejan dominar por el miedo ni escénico ni futbolístico. No sé si este equipo puede marcar un antes y un después, como lo fue el Camerún del 90, pero sin dudas que muchos se van a acordar de este Mazembe.
36 años después. Pablo Aro Geraldes de El Gráfico y Periodismo de Fútbol Internacional
Mientras la Naranja Mecánica deslumbraba al planeta en la Copa del Mundo Alemania Federal '74, las pobres calles de Lubumbashi eran testigo de la tristeza de los futboleros locales: Brasil despedía a la selección de Zaire con un 3-0 que le daba el tiro de gracia al representante africano, que venía de ser humillado con un incalificable 9-0 ante Yugoslavia.
Pasaron 36 años y el fútbol cambió. El mundo cambió. Ya ni Alemania Federal, ni Yugoslavia son los países que eran. Tampoco el Zaire, liberado de la dictadura de Mobutu y devenido en República Democrática del Congo.
Brasileños y congoleños volvieron a cruzarse en una cancha mundialista. No estuvieron sus selecciones pero sí dos clubes poderosos, campeones continentales. Y volvió a sonar la palabra "humillación", pero esta vez en los oídos brasileños, tan acostumbrados a la cantar "campeão". Al Tout-Puissant Mazembe Englebert no le pesó el hecho de llamarse "Todo Poderoso", como tampoco le había representado una carga en las dos últimas Champions League africanas, que conquistó por delante de los grandes equipos de Egipto, Nigeria, Túnez o Sudáfrica.
Por primera vez un Mundial de Clubes tiene a un finalista africano. Los brasileños del Inter jugarán por el tercer puesto. Y las calles de Lubumbashi se tiñeron de blanco y negro para celebrarlo.
El milagro de los invisibles. Waldemar Iglesias, de ClarínPor primera vez un Mundial de Clubes tiene a un finalista africano. Los brasileños del Inter jugarán por el tercer puesto. Y las calles de Lubumbashi se tiñeron de blanco y negro para celebrarlo.
El éxito del Tout Puissant Mazembe es, sobre todas las cosas, un gran asombro. El milagro sucede en un territorio de rezagados y de olvidados. La República Democrática del Congo (ex Zaire) es un país devastado por un sinfín de guerras y por los odios étnicos entre los más de 200 grupos que conviven en esos 2.345.410 kilómetros cuadrados de territorio subsahariano. Este país -antigua colonia belga- resulta, además, la cara de una contradicción que lastima: a pesar de ser uno de los países más ricos en minerales del planeta (además de grandes yacimientos de oro, posee el 80% de la producción mundial de Coltán, un metal clave en nuevas tecnologías y en telefonía celular), es uno de los más pobres del mundo (está 177º entre 179 países en el ranking de desarrollo humano de la ONU; sólo por encima de República Centroafricana y Sierra Leona).
La historia cuenta golpes conocidos. Escribe Eduardo Galeano en su libro Espejos: "El asesinato de Patricio Lumumba (en 1961) fue un acto de reconquista colonial. Las riquezas minerales, cobre, cobalto, diamantes, oro, uranio y petróleo, hicieron valer su peso específico, y El Congo, como gran parte de África, ha vuelto a quedar en poder de la misma codicia y los mismos depredadores imperiales de siglos atrás. Mobutu, quien atrapó a Lumumba y lo mandó triturar, disfrutó del poder durante más de 30 años. Cuando murió, su fortuna personal equivalía casi al total de la deuda externa del país al que había consagrado 'sus más nobles energías'. Lumumba había anunciado: 'Algún día la historia tendrá la palabra. No la historia enseñada por las Naciones Unidas, Washington, París o Bruselas. Africa escribirá su propia historia'". Según la agencia de monitoreo de corrupción Transparencia Internacional, Mobutu Sese Seko, el presidente de Zaire entre 1965 y 1997, habría robado al menos US$ 5.000 millones a su país. Mobutu se sostuvo en el poder mediante el apoyo de las potencias occidentales (sobre todo Estados Unidos y Francia).
Pero allí, ahora, la gente encontró un instante para escapar. Apenas eso. Todo eso. El impulso nació, como muchas veces, de un equipo de fútbol. Se trata de este Mazembe que sorprende al mundo bajo el cielo de Abu Dhabi. Y le hace honor al comienzo de su nombre: Tout Puissant, todo poderoso. Sí, desde ese país de tragedias cotidianas, brotó un grupo de futbolistas capaz de lo inédito: llevar a un club de Africa a la final del Mundial de Clubes. Y más: es la segunda vez en la historia que un representante del continente accede a la final de una competición de mayores de la FIFA (el anterior caso, Camerún en la Copa de las Confederaciones). Sus vencidos, además, jerarquizan la conquista: eliminó sin recibir goles a Pachuca y a Inter de Porto Alegre, uno de los equipos más exitosos del último lustro.
La victoria ante el equipo brasileño representa algo muy grande: el día más importante en la historia del deporte de la República Democrática del Congo. Pero fue algo más grande aún: resultó el momento en el que todos miraron hacia ese país que creían invisible.
Pero allí, ahora, la gente encontró un instante para escapar. Apenas eso. Todo eso. El impulso nació, como muchas veces, de un equipo de fútbol. Se trata de este Mazembe que sorprende al mundo bajo el cielo de Abu Dhabi. Y le hace honor al comienzo de su nombre: Tout Puissant, todo poderoso. Sí, desde ese país de tragedias cotidianas, brotó un grupo de futbolistas capaz de lo inédito: llevar a un club de Africa a la final del Mundial de Clubes. Y más: es la segunda vez en la historia que un representante del continente accede a la final de una competición de mayores de la FIFA (el anterior caso, Camerún en la Copa de las Confederaciones). Sus vencidos, además, jerarquizan la conquista: eliminó sin recibir goles a Pachuca y a Inter de Porto Alegre, uno de los equipos más exitosos del último lustro.
La victoria ante el equipo brasileño representa algo muy grande: el día más importante en la historia del deporte de la República Democrática del Congo. Pero fue algo más grande aún: resultó el momento en el que todos miraron hacia ese país que creían invisible.
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