lunes, 19 de diciembre de 2016

Glorias de África: Laurent Pokou

[Por Diego Martín Yamus] Si Costa de Marfil hoy tiene nombre y apellido en el fútbol internacional, alguien debió ponérselo muchas décadas atrás. El que lo hizo debió haber sido grande, muy grande para que el nombre perdurara. Así fue realmente Laurent N´Dri Pokou, un goleador y emblema no sólo en la cancha sino fuera de ella, el adelantado de los grandes Elefantes contemporáneos.
La vida futbolística de este delantero, hábil y potente, estuvo llena de matices. Nacido el 10 de agosto de 1947 en Treichville, en lo que en ese momento era Africa Occidental Francesa, jugaba desde pequeño en el patio de su casa con pelotas hechas de frutas o de tela, pero chocaba con su padre Edouard, un empleado estatal, que no gustaba de que su hijo practicara el deporte y lo intimidaba con castigarlo o disuadirlo de jugar. Entonces el pequeño Laurent lo hacía con pelotitas de tenis en los recreos de su escuela, donde conoció a su futuro compañero Eustache Manglé, con quien compartía su pasión, incluso en campos de la ciudad. Fue así como a los 10 años fue descubierto por un agente del popular ASEC de Abidjan y se sumó a su cantera, comenzando una larga historia con su gran amor.

Allí estuvo sin el conocimiento de su padre hasta 1963, cuando éste fue contratado por la empresa de ferrocarril Abidjan-Níger, y su familia se trasladó a Bouaké, por lo que debió dejar el ASEC. En su nuevo lugar, seguía con el fútbol en la escuela pero también practicaba atletismo y básquetbol. Un año después, en 1965, su padre fue enviado de nuevo a Abidjan, pero él se quedó en Bouaké, ya que su familia quería que terminara sus estudios y consiguiera un empleo. Trabajó de ayudante en un cine y otros menesteres, pero nunca dejó la pelota, participando en un club barrial llamado Standard. Así lo vieron del USFRAN de la empresa y lo ficharon, y el destino lo puso en el primer equipo y en la final de la Liga nacional, donde a pesar de caer 0-8 con el popular Stade Abidjan, su talento atrajo a clubes de la capital. Entre ellos el ASEC, adonde finalmente retornó en 1966, gracias a los consejos de un dirigente y amigo a Edouard, que no estaba muy convencido pero lo dejó.

Pero su inserción con los “Empleados de Comercio” no fue enseguida. En su puesto estaba Manglé, justamente titular en la selección. Al fin el 20 de noviembre de 1966 el técnico Ignace Wognin lo colocó contra el RC Daloa, y Pokou se destapó con un triplete. Así terminó de convencer a su padre, que se sintió orgulloso de su labor, y al entrenador, que lo puso como segundo punta detrás de Manglé, lo que no le impidió marcar 13 goles en sus primeros 7 partidos, ganando en la Copa nacional de 1967 el primero de sus 11 títulos en el club. Y por ende atrajo al seleccionador Paul Gévaudan, que lo hizo debutar con los Elefantes el 19 de febrero de 1967 contra Ghana, donde Pokou dio el pase para que Manglé marcara el 2-2 final. Y el 26 de noviembre conquistó su primer gol en el combinado naranja y verde, en una derrota 2-3 con Alto Volta (hoy Burkina Faso), donde además falló un penal y estrelló un tiro en el travesaño.

De todos nmodos, Gévaudan lo incluyó con 21 años en el plantel que fue a la Copa Africana de Naciones de 1968 en Etiopía. Allí comenzó un capítulo de su vida que lo marcó para siempre. Puesto como titular, convirtió dos goles para el debut 3-0 sobre Argelia, y luego uno en el 2-1 a Uganda, llegando a una épica semifinal contra el bicampeón Ghana. Ese 19 de enero en Asmara, Pokou hizo dos tantos para poner en ventaja 3-2 a su equipo (el tercero excelente, eludió al arquero con doble toque y anotó), pero luego los ghaneses lo empataron y ganaron en alargue. Por su soberbia tarea, fue bautizado “El Hombre de Asmara” por un relator de la radio marfileña presente esa tarde. Costa de Marfil terminó tercero derrotando al local con gol de Pokou, que así sumó 6, fue el máximo goleador y recibido como un grande en su país.

Mientras seguía obteniendo Ligas y Copas nacionales con su ASEC, fue convocado para una nueva CAN, en 1970 en Sudán. Ahí entró en la historia definitivamente con sus 8 goles que le valieron otro título de máximo artillero y el cuarto puesto para su selección. Especialmente inolvidable fue el 10 de febrero en el estadio Municipal de Khartoum, cuando Pokou marcó nada menos que cinco goles para el 6-1 a Etiopía que llevó a los suyos a la semifinal, donde nuevamente Ghana los posttergó en tiempo extra. Así sumó 14 goles entre los dos torneos, y se convirtió en el goleador histórico de la CAN hasta que en 2008 fue superado por el camerunés Samuel Eto´o. A fin de 1970 compitió en el primer Balón De Oro al mejor jugador africano entregado por la revista France Football, donde quedó segundo en la votación detrás del maliense Salif Keita.

De vuelta en su club, una lesión de rodilla lo tuvo afuera por largo tiempo, volviendo en la semifinal de la Copa de Campeones africana 1971 ante el Canon camerunés. Pero siguió brillando: máximo goleador de Liga en 1971, campeón local y de la Copa en 1972 y 1973, dos veces votado en el Balón de Oro y, sobre todo, su participación en el combinado de Africa que jugó la Copa de la Independencia de Brasil en 1972. Allí, junto a figuras como el camerunés Jean Pierre Tokoto, el guineano Petit Sory, el congoleño François M´Pelé, el egipcio Hassan Sheahta y el tunecino Sadek Attouga, estuvo en los cuatro encuentros y tuvo una gran actuación creando muchas chances ante el equipo de la CONCACAF (0-0), y conquistó un gol en el 3-0 final sobre Colombia. Fue entonces que el propio Pelé, que lo había enfrentado con el Santos durante una gira por Abidjan en 1967, comentó: “He encontrado a mi sucesor. Su nombre es Laurent Pokou. Sólo tiene un defecto, no es brasileño”. El mismo Rey le escribió una carta animándolo a probar suerte en Europa, ya que Laurent se negaba a abandonar su tierra.
A fin de 1973, tras quedar afuera con Costa de Marfil del Mundial de Alemania, fue fichado por el Rennes francés y además de arrancar su periplo por Europa, fue el primer marfileño en jugar en la Ligue 1. Al principio se destacó con sus goles y buenas actuaciones, como un golazo que le hizo a Saint Etienne y que motivó que el árbitro Michel Vautrot dijera: “Los jugadores que más me han impresionado, no voy a ser original: Platini, Pelé, Beckenbauer, Giresse, pero nunca vi nada como Pokou en un Rennes-Saint Etienne”. Pero luego padeció lesiones, el club bajó su producción y descendió. Igual se quedó y continuó como goleador, pero una nueva lesión de rodilla lo tuvo alejado de la escena, esta vez por 14 meses. Mientras tanto Rennes volvió a Primera, y en su regreso en 1977, se desgarró y tras su recuperación, volvió a marcar seguido pero el club bretón descendió nuevamente.

Por eso prefirió cambiar y pasó al Nancy, donde conoció a Michel Platini, con quien compartió el once. Sin embargo, nuevos problemas físicos mermaron su rendimiento, decepcionaron al público y a su técnico Antoine Redin, que lo relegó al banquillo. A fines del 77, los médicos del club le descubrieron filariasis de Bancroft, una lesión que él negó, pero la institución lo descartó y debió mirar desde la platea cómo el Nancy ganaba la Copa de Francia ante el Niza. Y luego ya no entró en la consideración de Redin. Por lo que a mediados de 1978, y gracias al aporte de los hinchas, regresó al Rennes, otra vez en la D2 haciendo goles. Todo se terminó abruptamente el 24 de diciembre, en un partido por la séptima ronda de la Copa francesa contra el modesto Stade Léonard Kreisker, cuyos jugadores amateurs lo marcaron bien y la gente lo hostilizó. Cuando el árbitro López sancionó un penal para los locales, Pokou lo insultó y fue expulsado, y respondió con un puntapié al juez, por lo que fue suspendido por dos años, pena reducida tras apelación.
De esa forma concluyó su vida en el exterior, ya que en 1979 regresó al ASEC para quedarse en su país, con el que jugó dos Copas Africanas más, en Egipto 1974 y Nigeria 1980, aunque sin marcar. Pero volvió al éxito con su ASEC al obtener la Liga, la Copa y la Supercopa del 80, además de ser asistente del entrenador y un corto interinato en el banquillo. En 1982 se fue del ASEC y se convirtió en futbolista-técnico del RS Anyama, con el que otra vez fue un ganador ascendiéndolo a Primera, y terminó su carrera activa el 13 de noviembre de 1983. De allí y por unos años se desempeñó como entrenador, primero en 1985 en el MA Abidjan y el US Yamoussoukro y en 1988 por un rato asistente de Philippe Garot en el ASEC; al mismo tiempo fue empleado en la automotriz Volvo, del presidente del RS Anyama, y en la textil Baroud, donde estuvo hasta 2005, en que fue miembro de la Federación marfileña como detector de juveniles. También fue vicepresidente en Varieté FC, la asociación de viejas glorias marfileñas, y fue nombrado embajador de la FIFA para el programa Aldeas Infantiles SOS en su país.

Casado y padre de cinco hijos, Laurent recibió tras su retiro innumerables premios y distinciones. La IFFHS (Federación de Historia y Estadísticas del Fútbol) lo colocó como el séptimo mejor africano de la historia. En 2001 el diario francés Oeste lo incluyó en el equipo del siglo del Rennes, mientras en 2010 el periódico marfileño Fanion lo eligió como uno de los mejores cinco delanteros de Africa junto a Milla, Weah, Drogba y Eto´o. Además recibió galardones del gobierno de Costa de Marfil; incluso, cuando en 2008 fue golpeado por policías en Abidjan durante un control, el presidente de la nación Laurent Gbagbo dijo que se había agredido a “un símbolo de la República” y más tarde los policías fueron condenados a tres meses de prisión y multa. En 2011 estuvo en un encuentro entre sus antiguos Rennes y Nancy, y los hinchas del Rennes le pidieron que hiciera malabarismos con la pelota. Fue elogiado por compañeros, periodistas y rivales, comparado con Salif Keita y el mismo Didier Drogba, que dijo de él: “Lo vi como modelo, en mi infancia siempre hablábamos de él; era nuestro buque insignia, nuestro héroe”. Hasta comparó su aura con la de Zinedine Zidane en Francia. Ese aura que Laurent nos dejó de legado hace muy poco, cuando falleció en Cocody, en Abidjan, el 13 de noviembre de 2016. Su nombre se le puso al principal campo de entrenamiento del ASEC y a un lugar de eventos en el Rennes. Conquistó títulos y éxitos por doquier. Pero su máximo logro es y será la gloria africana eterna.

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