miércoles, 22 de diciembre de 2010

Oscar Ewolo, el pastor del Brest

Oscar Ewolo, nacido en 1978 en Brazzaville (República del Congo), es uno de los lideres del Stade Bertrois 29, una de las revelaciones de la Liga de Francia que tras ascender a mitad de año figura entre los ocho primeros de la Ligue 1. Desde el círculo central de la cancha, y con la cinta de capitán encima, se encarga de manejar un equipo que causó furor en la primera rueda del certamen galo. Pero más allá de su liderazgo durante el tiempo de juego también lo es antes y después de los partidos. Hasta uno de sus jóvenes compañeros de equipo lo llama "Reverendo". Y no se equivoca, porque además de futbolista, Ewolo es pastor.

"Yo nací el 31 de diciembre de 1999", dice Oscar aunque su documento no diga lo mismo. Pero dice eso porque dicho día entró en una iglesia protestante de la Iglesia Evangélica. "Jesucristo vino a mi corazón. La vida de Dios entró en mi vida y me convertí en una nueva persona", afirma. Su historia forma parte de un documental "El Premio: persiguiendo el sueño", en el que seis futbolistas (Ewolo más Kaká, Lucio, Domoraud, Marcos Senna y Nicola Legrottaglie) comparten cómo su vida se llenó de significado y propósito al desarrollarla con integralidad e integridad siguiendo a Jesús: el verdadero premio.

Cada semana, cuando sus obligaciones futbolísticas se lo permiten, Oscar se dirige hacia el templo Couedic y predica como pastor. Habla con fluidez y sus discursos atraen a los presentes. Cuentan sus allegados, que en su club anterior, el Lorient, juntaba la comida que sus compañeros no comían en los aviones y luego las distribuía entre gente necesitada de la ciudad. Y hasta convirtió a varios compañeros. Tal el caso del delantero André-Pierre Gignac, quién declaró en su momento: "Yo iba a reuniones con él y otros jugadores participaban de manera periódica también. Oscar es un hombre sano, que tiene una influencia positiva".

Al llegar al Brest, Ewolo desembarcó con sus convicciones, su fe a cuestas y sus cualidades como líder. Y todo el mundo comenzó a alabar su frescura y su bondad. En sus charlas previas a los partidos habla sobre el respeto al árbitro, el juego limpio con cualquier persona, incluso ante los rivales y hasta se anima a mencionar pasajes de la Biblia. "Ama a tu prójimo como a ti mismo, ¿por qué no podemos aplicarlo también en el fútbol ...?", se pregunta el capitán del Brest. Y concluye: "La única forma en la que quiero que la gente me recuerde es como una persona que amaba a Jesús. No importa qué recuerden de mi como futbolista".

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