[Por Diego Martín Yamus] Ser segundo arquero de Thomas N’Kono sería para cualquiera casi una frustración, conminado a estar sentado largo tiempo en un banquillo. Pero no lo fue para Joseph Antoine Bell, que a fuerza de victorias y títulos se ganó su buena porción de fama tanto en el arco de Camerún como en cada club donde participó.
Bell nació en Mouandé un 8 de octubre de 1954, y comenzó en los juveniles de Éclaire Douala, Oryx Douala (el primer ganador de la Copa de Campeones) y Prisons Buea, hasta que en 1975 fue fichado por el poderoso Union Douala, donde saltó a la consideración nacional. Porque además de obtener dos ligas locales en 1976 y 1978 y la Champions africana en 1979, desde allí fue que ingresó a la selección, en ese 76 y de la que sería parte durante casi dos décadas. De Camerún se marchó en 1980 a Costa de Marfil, al prestigioso Africa Sports Abidjan, que defendió dos años y con el que obtuvo una liga y una Copa marfileña en 1982. Ese año tuvo su primera experiencia fuerte al integrar el histórico plantel de Camerún que debutaba en un Mundial, aquel inolvidable de España en el que los Leones Indomables lograron tres empates en la primera fase, uno ante el futuro campeón Italia.
Fue el inicio de una década de frutos para el guardameta. Enseguida siguió en Africa, pero ahora en Egipto, donde en 1983 atajó para el Al Moqawloun Al Arab, modesto club de la Premier League con el que sorprendió llevándose el campeonato y la segunda Recopa africana, tras la que el equipo ganara en 1982. Y 1984 fue su primer año más importante: fue titular y campeón de la Copa Africana de Naciones en Costa de Marfil en enero, cuando fue elegido mejor arquero del torneo, mientras en agosto participó con su país en los Juegos Olímpicos de Los Angeles, en los que Camerún consiguió un triunfo y dos caídas y Bell compartió once con nada menos que Roger Milla.
Para 1985 dio un salto enorme en la carrera de cualquier africano entonces: pasar a Europa. Como tantos, emigró a Francia donde arrancó una interesante trayectoria. Empezó en el gran Olympique de Marsella, en el que fue subcampeón de la Ligue 1 en 1986 y dos veces finalista de la Coupe en 1986 y 1987. En 1988 pasó al Toulon y volvió a ayudar a la selección a ser la mejor del continente con su segunda Copa Africana de Naciones en Marruecos, donde otra vez se ganó ser el mejor portero. En 1989 dio otro paso al ingresar al popular Girondins de Burdeos, en el que debió soportar actos de racismo cuando enfrentó a su ex Marsella, ya que la parcialidad de éstos le arrojó bananas. Pese a eso, ya estaba afirmado en el arco camerunés y disputó las eliminatorias para la vuelta al Mundial en Italia 1990; sin embargo, el sorpresivo llamado a N’Kono del técnico soviético Valery Nepomniachi lo postergó otra vez al banco y sin un solo minuto en la gran actuación camerunesa que llegó hasta los cuartos de final con triunfos sobre el campeón reinante Argentina y Colombia.
Retirado N’Kono, Joseph tomó definitivamente los tres palos tricolores y así jugó su última CAN en 1992 en Senegal, donde fue cuarto. Para ese entonces, desde 1991 había pasado al Saint Etienne, con el que cerraría su carrera a los 40 años. Más allá de ello, el técnico francés Hénri Michel lo tuvo en cuenta para un nuevo proceso mundialista, la ruta y la llegada a Estados Unidos 1994. Bell disputó los dos primeros encuentros con Suecia (2-2) y Brasil (0-3) y ya no fue tenido en cuenta en la famosa caída 1-6 ante Rusia, reemplazado por Jacques Songo’o. Ese no fue el peor final para el gran 1, porque todavía tuvo que sufrir a su regreso un ataque de vándalos que incendiaron su casa en Douala.
Un emblema más del gran Camerún se merecía un reconocimiento. Y le llegó en 2009, cuando la Federación de Historia y Estadísticas del Fútbol (IFFHS) lo eligió como el mejor guardameta africano de los últimos 100 años. Confesó que padeció malaria y que esta típica enfermedad en África le afectó su juego, pero siempre se le notó su característica salida del área como último hombre de su defensa entre otras cualidades. Fue crítico con la FIFA manifestando antes de un Mundial que para la entidad “todo era política”. Actualmente trabaja en el canal Africa 24 y la prestigiosa Radio France International.
Ser suplente constante de un gigante como Thomas N’Kono hubiera sido duro para cualquiera. Joseph Antoine Bell fue sin embargo la excepción a la regla. Con ese peso a cuestas, ganó casi igual que el gran Tommy la gloria y el reconocimiento de su gente.
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