martes, 4 de octubre de 2016

Glorias de África: Ali Bennaceur

[Por Diego Martín Yamus] Que un árbitro de Túnez dirija un partido de fútbol, no tiene nada de extraño. Contrariamente a lo pensado, Africa ha contado históricamente con buen nivel referil. Pero si ese partido es en un Mundial, y encima es un Argentina-Inglaterra por cuartos de final, no es cualquier partido. Y menos si pasa a la historia como pasó esa tarde calurosa de 1986 en el estadio Azteca de México. Ali Bennaceur, el árbitro de Túnez, fue el protagonista tan inesperado como imborrable de uno de los momentos más importantes de la historia del fútbol.
Nacido el 2 de marzo de 1944, debutó como juez internacional en 1976 y a mediados de los 80 tuvo sus primeros pasos relevantes. En 1984 dirigió dos partidos por la Copa Africana de Naciones en Costa de Marfil, uno fue el 3-0 del local sobre Togo y el otro, nada menos que la final entre Camerún y Nigeria el 18 de marzo en el Stade Felix Houphouet-Boigny de Abidjan, que los Leones Indomables ganaron 3 a 1. Al año siguiente, en 1985, le tocó dirigir dos encuentros del Mundial Sub 20 disputado en Unión Soviética, y a comienzos de 1986 volvió a la CAN, ahora en Egipto, donde actuó en Argelia-Marruecos y de nuevo fue parte de la final, el 21 de marzo en el estadio Internacional de El Cairo entre Egipto y Camerún, que los Faraones se llevaron por penales.

Pero su momento cumbre coincidió con uno de los momentos cumbres del fútbol y de los Mundiales. Seleccionado por la FIFA para México 86, fue el árbitro principal en Polonia-Portugal en la primera fase y juez de línea en Bélgica-Paraguay, Uruguay-Escocia con la expulsión de José Batista a los 53 segundos y España-Dinamarca en octavos. Nada que ver con la responsabilidad que le tocó aquel 22 de junio en el Estadio Azteca, donde Argentina e Inglaterra decidían uno de los semifinalistas. Tras un primer tiempo sin goles, a los 6 minutos del reinicio Diego Maradona produjo el primero de sus dos hitos, cuando luego de un rechazo saltó junto al arquero Peter Shilton y tocó la pelota con el puño para marcar la apertura, lo que fue conocido como “la mano de Dios”. Y sobre ese particular instante, se ha producido toda una novela.
En 2001, en un reportaje concedido al diario argentino Olé, Bennaceur contó: “Cuando Maradona marcó el gol dudé por un momento, pero entonces vi al juez de línea búlgaro Bogdan Dotschev correr hacia el centro del campo, y como estaba mejor posicionado que yo decidí confiar en su juicio”. Pero en 2014, en una nota aparecida en el blog Refereeing World, el tunecino culpó a Dotschev por no haberle avisado de la mano. “En realidad, yo fui mirándolo mientras iba al centro de la cancha por si me alertaba algo, porque yo tenía dudas. Yo no había visto la mano. Si el partido hubiera sido en Africa yo lo hubiera anulado, Pero yo hice lo que la FIFA nos recomendó antes, seguir la decisión del juez de línea si éste estaba mejor posicionado. Él no levantó la bandera, y por tres años me escribió una nota en donde decía: ´mi hermano, mi colega, sólo hubo mano de Shilton´”. Bennaceur dijo también que la FIFA estaba complacida de su trabajo, calificándolo con 9,4 puntos, la tercer mejor nota de la Copa. “El representante del Comité de Arbitros me dijo que yo había aplicado la ley de la FIFA, pero el línea debería ser removido”. Dotschev contestó rápidamente y en tono fuerte. “Aunque yo sentí inmediatamente que algo había pasado, en ese tiempo la FIFA no permitía discutir las decisiones con el árbitro principal. Si ese partido tan importante hubiera sido encargado a un europeo, el gol de Maradona hubiera sido invalidado. Bennaceur no estaba preparado para un encuentro de semejante relevancia. ¿Cómo podía estarlo? Él estaba acostumbrado a dirigir fútbol entre camellos en el medio del desierto”, denostó. También se cuenta en ese blog que al parecer hablaban en idiomas diferentes: mientras el de Túnez lo hacía en francés e inglés, el búlgaro hablaba en alemán y español, y que tras el partido charlaron en el vestuario mediante un traductor puesto por la FIFA. O que luego Ali quiso justificar su error diciendo que se hacía un tratamiento para la hemorroides que le afectaba la vista.

Volviendo a aquella gran tarde, cuatro minutos después de la mano, a los 10, Bennaceur fue protagonista de nuevo en el gol del siglo, la obra de arte de Diego al gambetear medio Inglaterra y marcar el segundo gol. En entrevista con la revista francesa So Foot contó: “Maradona no marcó ese gol por él mismo, yo fui su asistente. Yo di tres veces la ley de ventaja. La primera vez que fue fouleado tropezó. La segunda fue casi al borde del área y grité “ventaja, ventaja”. Cuando entró al área creí que el defensor Butcher iba a derribarlo, entonces me puse el silbato en mis labios, estuve a punto de intervenir pero no pité. Maradona era muy difícil de dirigir. Era capaz de cualquier cosa. Mentir, gambetear, provocar al oponente. Cuando yo lo dirigía no tenía tres ojos, tenía cuatro. Era como su sombra”. Y agregó: “Me di el gusto de ver el gol del siglo. Al acabar el partido me acerqué y le dije mil veces bravo”.
Fue el momento cumbre, más allá de la gran controversia, de la vida de Bennaceur, que ya no volvió a arbitrar un partido de la FIFA, aunque sí en la Copa Africana de Marruecos 1988 el Costa de Marfil-Zaire, y siguió su carrera hasta 1991, dedicándose más tarde a su trabajo de ingeniero. En 2010 fue parte de un comité técnico para reformar las estructuras del fútbol en Túnez, y uno de sus hijos, Kacem, continuó sus pasos en el referato.

Pero ahí no acaba la singular historia de este no menos singular personaje. El 17 de agosto de 2015, el mismo Maradona forjó un momento muy especial con él. “Este fin de semana visité Túnez, y tuve un reencuentro muy emotivo con Ali. Yo le regalé una camiseta argentina, y él me obsequió la fotografía de aquél partido que cuelga en su casa. Mi dedicatoria: “Para Ali, mi amigo eterno””, publicó entonces Maradona en su página oficial de Facebook.

Pocos personajes del fútbol africano y de Africa en general tuvieron tanta incidencia en un hecho, un día, una fecha. Ali Bennaceur fue uno de ellos. Y aunque no haya tenido una carrera llena de éxitos, su presencia en ese glorioso momento lo marcó para siempre entre los grandes recuerdos.

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