domingo, 24 de julio de 2016

Fútbol africano en los JJOO Parte 2

[Por Diego Martín Yamus] A partir de la edición de 1960, en Roma, el fútbol olímpico se iba expandiendo. Y África, con la mayoría de sus países de flamante independencia, era parte de esa apertura, con lo que Egipto ya no estaba solo como representante del continente. Incluso se jugaban eliminatorias para determinar a los viajeros. Eso sí, aún faltaba para que las naciones africanas consiguieran grandes resultados, y sus actuaciones no fueron gran cosa, salvo excepciones.

Para los Juegos romanos del 60, el certamen contó con 16 países divididos en 4 grupos de 4 por primera vez. La ronda de clasificación de la región tuvo 9 participantes agrupados de a tres, curiosamente con Malta (nación europea) como uno de ellos. Ya en Roma, Egipto, en ese entonces bajo el nombre de República Árabe Unida por integrar a Siria, compitió en el Grupo 1 pero no pudo hacer nada ante el poderío de Yugoslavia (1-6) y Bulgaria (0-2), empatando a tres con Turquía y siendo eliminado. La misma suerte corrió Túnez, rival de la Argentina de Carlos Bilardo en el Grupo 3, que perdió sus partidos en la zona con la albiceleste, Dinamarca y Polonia. Justamente, yugoslavos y daneses ganaron ambos grupos y luego jugaron por el oro, que quedó para los balcánicos. Por su parte, en Egipto estuvo como titular Mahmoud El Gohary, años más tarde entrenador y campeón con los Faraones -foto-.

Cuatro años después, fueron tres los africanos que viajaron hasta Tokio, gracias a una eliminatoria con más participantes y algunos encuentros definidos por sorteo. Mientras Marruecos quedó rápido afuera ante Yugoslavia y Hungría, Egipto (aún llamado UAR) y Ghana, primer país de Africa Negra en el fútbol olímpico, cumplieron una gran actuación. Los egipcios le empataron a Brasil -video- y llegaron hasta las semifinales, cayendo con el futuro campeón Hungría 0-6 y con Alemania Oriental por el bronce 1-3, pero convirtiendo 18 goles. Y los ghaneses, con varios elementos flamantes campeones africanos en 1963, se dieron el lujo de igualarle a Argentina y fueron marginados justamente por Egipto por 5-1 en los cuartos.
Los Faraones desaparecieron por años de la escena, al no presentarse para enfrentar a Guinea en la fase previa de México 1968. Los guineanos, otro de los emergentes de la región por entonces, estuvieron junto a Nigeria, en su debut, y Ghana que se benefició por el retiro de Marruecos, que le había ganado la llave. Esta vez no hubo buen trabajo: salvo el triunfo de Guinea sobre Colombia 3-2 en el Grupo 1, el empate 3-3 nigeriano ante Brasil o el meritorio 2-2 ghanés ante el campeón Hungría, los tres se marcharon sin gloria en la primera ronda. Guinea contó con Souleymane Cherif, Balón de Oro africano 1972, y Nigeria con Sebastian Broderick, luego entrenador campeón con el Sub 16 en el Mundial de China 1985. 

Con cada vez más participantes de la fase previa, ahora con el famoso sistema a eliminación directa ida y vuelta, otros tres conjuntos africanos llegaron a Munich 1972: Marruecos, Ghana y Sudán, reciente monarca continental. Las sorpresas fueron las caídas de Nigeria ante Senegal y Egipto ante Túnez. Nuevamente los representantes cumplieron una pobre tarea, salvo Marruecos que, con la base del equipo que en México 70 consiguió el primer punto africano en un Mundial, fue segundo de Alemania Federal y pasó a uno de los dos grupos semifinales, donde cayó en sus tres cotejos. Sudán le ofreció lucha a URSS y México perdiendo por un gol, pero cerró con otro increíble revés ante Birmania. Los ghaneses no sumaron un solo punto ante Polonia, Alemania Oriental y Colombia. Dos Balón de Oro regionales estuvieron: el marroquí Ahmed Faras (1975) y el ghanés Ibrahim Sunday (1971).

Para Montreal 1976, Nigeria, Ghana y Zambia por primera vez se habían clasificado. Pero Africa boicoteó los Juegos canadienses en protesta por la participación de Nueva Zelanda, cuyo conjunto de rugby, los All Blacks, había hecho una gira por Sudáfrica a pesar de la reciente masacre de Soweto. Por lo que en 1980 el continente volvió a patear una pelota en busca de algo de gloria olímpica.

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