
Por supuesto, tampoco existe el clima necesario como para llevar a cabo un campeonato que se considera la fiesta juvenil del fútbol en África. Precisamente Benghazi, principal foco de las revueltas, y su estadio Hugo Chávez eran una de las sedes previstas junto a Trípoli, y fue de allí de donde tuvo que salir con premura la selección de Nigeria la semana pasada cuando tenía previsto jugar dos partidos amistosos contra el equipo anfitrión. Los nigerianos han sido los primeros en informar a la CAF de la caótica situación con la que se encontraron.
El problema ahora consiste en buscar en apenas unos días una sede que reúna las condiciones necesarias de entre los otros siete países clasificados para la fase final: Egipto (que vive una situación parecida a Libia), Lesotho, Mali, Ghana, Camerún, Gambia y Nigeria. Ghaneses y nigerianos cuentan con la experiencia reciente de haber organizado la Copa de África y el Mundial Sub-17, por lo que podrían ser los elegidos. También hay países como Sudáfrica que se han ofrecido a albergarlo en caso de extrema necesidad. Urge una solución. Y en estos días se tomará.
0 comentarios:
Publicar un comentario