El 2 de junio de 1978, Túnez producía un gran éxito para la historia de Africa, cuando consiguió el primer triunfo en una Copa del Mundo para ella al ganarle a México 3 a 1 en Rosario, en la primera ronda del Mundial de Argentina. El número 10 de ese inolvidable equipo era el talentoso Tarak Dhiab, uno de los grandes valores que el país árabe haya dado. Pero la carrera de Tarak fue mucho más que eso: fueron años de alegrías y goles, de habilidad y gloria, de festejos y reconocimientos, en definitiva, otro de los sinónimos del fútbol del continente.
Dhiab, que nació en la capital de Túnez (del mismo nombre) el 15 de julio de 1954, tuvo un don especial para el fútbol ya de niño, cuando su tío Hedi descubrió su talento y desarrolló su ductilidad para manejar los dos perfiles, tanto la zurda como la derecha. De allí, en 1966, con 12 años, fue a la primera escuela del país formada por Abderrhamane Ben Ezzedine y sus compañeros Hédi Bayari y Lotfi Laâroussi, con quienes ya obtuvo un título, el del Campeonato de Escuelas en 1967, el que lo llevó primero a la Association Sportive de l´Ariana y luego a las divisiones inferiores del Espérance, uno de los clubes más populares de la nación. Y fue ése el gran amor de su vida, ya que desde su debut en 1972 jugó casi siempre allí, ganó muchos torneos y hasta fue dirigente más tarde. Hizo una gran dupla con el centrodelantero Temime Lahzami, luego su compañero en el equipo nacional. Precisamente, sus pases soberbios, su destreza y sus goles lo enviaron con 20 años, el 2 de junio de 1974, a su estreno con la selección en un amistoso de local que los rojos le ganaron a Irak 2 a 1. Y siguió su gran racha con sus dos primeros campeonatos con el Espérance en 1975 y 1976, en una primera etapa de 6 años muy buena donde acumuló 155 presencias y 43 goles, y que terminó en 1978, cuando fue contratado por el Al Ahli Jeddah de Arabia Saudita.
Ese 1978 jugó la primera de sus dos Copas Africanas de Naciones en Ghana, participando en los 90 minutos de 4 de los 5 partidos que Túnez disputó y con los que llegó al cuarto lugar. Pero ese Mundial de Argentina fue su momento cumbre, más allá de los éxitos que consiguiera después. Con su ayuda, Túnez había llegado el año anterior a su primer Mundial al golear 4 a 1 a Egipto, lo que le valió al nuevo crack ser elegido Balón de Oro al mejor futbolista africano de 1977. Pero Tarak estaba temeroso de cómo les iría; él confesó alguna vez que le temblaban las piernas al bajar del avión que los dejó en Argentina. No se le notó, ya que junto a sus compañeros y al técnico Abdelmajid Chetali realizó una gran tarea, primero con el gran triunfo sobre México, luego la ajustada derrota 0-1 con Polonia (ambos en la cancha de Rosario Central) y el famoso gran empate 0-0 con el campeón reinante Alemania Federal en el estadio Mundialista de Córdoba, tres encuentros de aquel grupo 2 que jugó enteros. Luego, en Arabia, conquistó la Copa de ese país en 1979, temporada donde fue declarado mejor jugador, y volvió en 1980 al Espérance para no irse nunca más y ganar todo, comenzando por los títulos locales de 1982 y 1985 y la Copa tunecina de 1986, año en el que fue subcampeón de la Copa Arabe de Clubes Campeones.
Entretanto, con la selección estuvo en 1982 en la Copa Africana de Naciones de Libia, donde no superó la primera ronda aunque jugó los tres partidos. Y luego ya no fue convocado. Sin embargo, tuvo la revancha que el fútbol siempre da, cuando en 1987 retornó al equipo que afrontó las eliminatorias para el torneo de los Juegos Olímpicos de Seúl 88. Y Tarak se hizo presente en los momentos más importantes, especialmente en la definición con el archirrival Marruecos: el 17 de enero de 1988 marcó el gol de la victoria de ida como local 1 a 0 a los 15 minutos. Y más aún, el de la clasificación y la apoteosis tunecina el 30 en Rabat, cuando los marroquíes ganaban 2 a 1 y Dhiab empató en el minuto 90. Dos goles para eliminar al clásico rival y llegar a Seúl, donde aquel septiembre formó parte del conjunto (que quedó afuera en la primera ronda) en los tres encuentros ante Suecia (donde marcó el primer tanto a los 15 minutos para un gran empate 2 a 2 tras una ventaja de 2 a 0), Alemania Federal (1-4) y China (0-0). Pero ya él había hecho otra de las suyas para permanecer en la historia grande.
Además cerró el 88 con otro título de Liga con el Espérance, que repitió en 1989, cuando también se llevó la segunda Copa de Túnez, concluyendo una segunda etapa brillante con 272 partidos y 84 goles y totalizando en esa segunda época 353 y 107, que incluyeron 45 y 13 de Copas locales, 27 y 8 de Copas africanas y 4 encuentros de Copas magrebíes. Es cierto que no pudo llevar a su país al Mundial de Italia 90, tras caer con Camerún en las finales de las eliminatorias (en la que el 22 de enero de 1989 le marcó otro gol victorioso a Marruecos para un 2 a 1 en casa), pero igual fue reconocido. Y se retiró con toda la gloria como merecía en su club, con 8 títulos, 429 partidos y 128 goles en total entre encuentros locales e internacionales. Y también en el seleccionado, ya que el 2 de junio de 1990, casualmente el mismo día de su debut y el mismo de la epopeya del 78, jugó su último encuentro ante Inglaterra que se preparaba para el Mundial, un amistoso como local que resultó un empate 1 a 1. De esa forma puso fin a una gran trayectoria con la roja y blanca, con 108 presencias en las que convirtió 15 goles, algunos muy decisivos como los narrados. Y hasta hoy es el segundo junto a Khaled Ben Yahia en vestir más veces la camiseta nacional, detrás de Sadouk Sassi que lo hizo 116 veces. Aún tuvo un lugarcito para mostrar su luz en 1992, en un partido entre Espérance y Juventus de Italia, donde jugó los primeros 35 minutos en buena forma, la que fue su gran despedida. Por algo fue tan apreciado por su futbolero público, por algo fue apodado “emperador del fútbol” y por todo esto, en 2000 fue elegido como el jugador tunecino del siglo XX.
Además cerró el 88 con otro título de Liga con el Espérance, que repitió en 1989, cuando también se llevó la segunda Copa de Túnez, concluyendo una segunda etapa brillante con 272 partidos y 84 goles y totalizando en esa segunda época 353 y 107, que incluyeron 45 y 13 de Copas locales, 27 y 8 de Copas africanas y 4 encuentros de Copas magrebíes. Es cierto que no pudo llevar a su país al Mundial de Italia 90, tras caer con Camerún en las finales de las eliminatorias (en la que el 22 de enero de 1989 le marcó otro gol victorioso a Marruecos para un 2 a 1 en casa), pero igual fue reconocido. Y se retiró con toda la gloria como merecía en su club, con 8 títulos, 429 partidos y 128 goles en total entre encuentros locales e internacionales. Y también en el seleccionado, ya que el 2 de junio de 1990, casualmente el mismo día de su debut y el mismo de la epopeya del 78, jugó su último encuentro ante Inglaterra que se preparaba para el Mundial, un amistoso como local que resultó un empate 1 a 1. De esa forma puso fin a una gran trayectoria con la roja y blanca, con 108 presencias en las que convirtió 15 goles, algunos muy decisivos como los narrados. Y hasta hoy es el segundo junto a Khaled Ben Yahia en vestir más veces la camiseta nacional, detrás de Sadouk Sassi que lo hizo 116 veces. Aún tuvo un lugarcito para mostrar su luz en 1992, en un partido entre Espérance y Juventus de Italia, donde jugó los primeros 35 minutos en buena forma, la que fue su gran despedida. Por algo fue tan apreciado por su futbolero público, por algo fue apodado “emperador del fútbol” y por todo esto, en 2000 fue elegido como el jugador tunecino del siglo XX.
Sin embargo, la vida de Tarak Dhiab no se cerró con una pelota, pero no como entrenador ni nada por el estilo, sino en muchas actividades especialmente políticas, alternando buenas y malas. Primero abrió una revista sobre deportes y presidió la Association Sportive de l´Ariana, para pasar a trabajar como columnista en la cadena televisiva Al Jazeera Sports. En la cobertura del Mundial de Alemania 2006, fue mencionado por la BBC inglesa como “leyenda tunecina de la Copa del Mundo” y por la CBC (Canadian Broadcasting Corporation) como uno de los más grandes jugadores tunecinos de la historia de los Mundiales. Después le tocó atravesar muchos problemas: en mayo de 2008, habiendo sido nombrado vicepresidente y responsable del fútbol del Espérance, el 6 de julio tuvo un entredicho con el ministro de Deportes Abdallah Kaabi por haberlo criticado en cuanto a su gestión por la reprogramación de la Copa tunecina debido a incidentes en un partido de Tercera División, y el 11 de julio fue removido de su cargo. El 14 fue arrestado brevemente cerca del campo de entrenamiento del club por no tener el seguro de su auto en regla. En octubre fue condenado a un mes de prisión con indulto y una multa de 300 dinars (moneda tunecina) por violar reglas de código de ruta, insultos y tentativa de corrupción a un policía; él comentó que el proceso fue un “golpe montado”.
Volvió a la buena cuando el 24 de diciembre de 2011 fue designado nuevo Ministro de la Juventud y los Deportes bajo el gobierno de Ahmadi Jebali, asistido por un secretario de Estado, Hichem Ben Jemaa, y luego bajo el de Ali Larayed, acompañado por otro secretario de Estado, Fethi Touzri. Militante del partido político Ennadha, mantuvo un largo y conflictivo diferendo con la Federación Tunecina de Fútbol cuando en 2013 ésta nombró a Nabil Maaloul como entrenador de la selección, quien pertenecía a Nidaa Tounes, movimiento adversario del de Dhiab y su aliado Khaled Ben Yahia. Y en 2014 intentó presentarse por Ennadha a las elecciones legislativas dentro de la primera circunscripción de la capital Túnez, pero no llegó a inscribirse en los plazos establecidos para postularse y fue reemplazado por Nadhir Ben Ammou. Más allá de esas mil actividades y apariciones, que lo demuestran lo requerido que era como el gran deportista que fue, Tarak Dhiab siempre quedará en la historia como aquel número 10 del talento, los goles, los títulos y sobre todo la proeza de 1978, la cumbre de su brillante historia.
Volvió a la buena cuando el 24 de diciembre de 2011 fue designado nuevo Ministro de la Juventud y los Deportes bajo el gobierno de Ahmadi Jebali, asistido por un secretario de Estado, Hichem Ben Jemaa, y luego bajo el de Ali Larayed, acompañado por otro secretario de Estado, Fethi Touzri. Militante del partido político Ennadha, mantuvo un largo y conflictivo diferendo con la Federación Tunecina de Fútbol cuando en 2013 ésta nombró a Nabil Maaloul como entrenador de la selección, quien pertenecía a Nidaa Tounes, movimiento adversario del de Dhiab y su aliado Khaled Ben Yahia. Y en 2014 intentó presentarse por Ennadha a las elecciones legislativas dentro de la primera circunscripción de la capital Túnez, pero no llegó a inscribirse en los plazos establecidos para postularse y fue reemplazado por Nadhir Ben Ammou. Más allá de esas mil actividades y apariciones, que lo demuestran lo requerido que era como el gran deportista que fue, Tarak Dhiab siempre quedará en la historia como aquel número 10 del talento, los goles, los títulos y sobre todo la proeza de 1978, la cumbre de su brillante historia.
Ver también
Badou Zaki (Marruecos)
Abedi Pelé (Ghana)
Sub 20 2009 (Ghana)
Rashidi Yekini (Nigeria)
Seydou Keita (Malí)
Lakhdar Belloumi (Argelia)
Claude Le Roy (Entrenador Camerún, Ghana, Senegal, Congo, RD Congo)
Senegal 2002 (Senegal)
Henri Michel (Entrenador Camerún, Marruecos, Túnez, Kenia, Guinea Ecuatorial)
Costa de Marfil 1992 (Costa de Marfil)
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