El dictador Mobutu Sese Seko -foto-, pretendido dueño de Zaire (hoy República Democrática del Congo) durante más de tres décadas (1965-1997), no fue un fundador de las brujerías en el fútbol. Pero sí uno de sus impulsores en el ámbito de los Mundiales. Mobutu no era un santo ni nada parecido. Según la agencia de monitoreo de corrupción Transparencia Internacional, habría robado al menos 5.000 millones de dólares a su país. También mentía en casi todo: prometió premios que nunca pagó a los jugadores que llevaron al seleccionado zaireño al Mundial de Alemania, en 1974; y les hizo creer que con la contratación de brujos y hechiceros ganarían el difícil grupo que tenían por delante: Escocia, Yugoslavia y Brasil. Nada de eso ocurrió. En una de las dos peores campañas en la historia de las Copas del Mundo (la otra fue de El Salvador, en 1982), Zaire se fue con tres derrotas (incluido un bochornoso 9-0 ante Yugoslavia) y sin convertir goles.
A veces, en este oscuro territorio, la tragedia golpea a la puerta. Algunos adjudican la muerte súbita del mediocampista camerunés Marc Vivien Foe, en plena semifinal de la Copa de Confederaciones de 2003, a un "trabajo". El sitio Akasico.com, que se encarga de estas temáticas, realizó un recorrido por algunos rincones de Africa (acompañado por el antropólogo Joan Riera) para retratar las particularidades de algunas de estas creencias ancestrales. Y allí, encontraron el testimonio de un aldeano vinculado con el caso del futbolista que jugaba para el Manchester City: "A Foe lo mataron los brujos pues todos aquí sabemos que alguien, envidioso de su éxito, decidió hacer un muñeco a su semejanza, parecido a los del vudú, y luego lo enterraron durante dos meses. La brujería negra mató a Foe". Detalle del azar: Foe utilizaba el número 17, frecuentemente asociado a la desgracia.
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