"Voy a hacer todo lo posible para llegar a Primera. Ese es mi sueño . Para mí nada es imposible" (15/01/2008). No es un slogan publicitario de la marca deportiva de las tres bandas, sino una frase casi olvidada en el tiempo del protagonista de esta historia.
Nació en Senegal hace 19 años. Su nombre, Ibrahima Baldé, recuerda en parte al crack sueco del Barcelona, Zlatan. Alguna vez, en entrevista con el diario argentino Olé, bromeó y dijo entre risas que era "el pequeño Ibrahimovic", entonces en el Inter de Italia. Todo eso es lo primero que hay que saber para conocer al nuevo talento del Atlético de Madrid.
También hay que entender qué hacía Ibrahima en entrevista con un matutino del otro lado del Atlántico para comprender sus inicios. El punta rojiblanco comenzó su travesía en aquel país de Sudamérica a los 16 años, luego de que un amigo de su padre le viera en África desplegar todo su potencial. Fue ese hombre quien le llevó a tierras gauchas para hacerle triunfar. Lejos estuvo de eso, pues en Argentina recogió más pitos que elogios.
Ni Argentinos Juniors ni Vélez Sarsfield encontraron lo que sí el conjunto madrileño. En el Bichito Colorado le dijeron que no servía, y en el Fortín –si bien le dejaron en el selectivo- nunca terminó de afianzarse lo suficiente como para jugar en Primera. Su estadía en el nuevo continente estaba mal parida: durante el vuelo, Ibrahima no paró de vomitar producto de los nervios y el vértigo.
Tampoco la pasó muy bien en lo extra futbolístico. El jugador había contado a aquel diario: "Un día que estaba viajando en el tren. Se acercó un hombre, yo no sabía si era argentino o no, mostró la esvástica, me miró e insultó". Pero a él no le importaba, su sueño iba más allá de ser vitoreado por su color de piel. Él quería triunfar, hacer del balón un arte, que nadie pensara en discriminados gracias a su fútbol.
Algún día se le iba a dar, porque este deporte suele tener esos golpes de gracia con los elegidos. E Ibrahima es uno de ellos, al menos por Amorrortu, director de la cantera del equipo español, quien el año pasado se quedó con un chaval de 18 años ya formado. Sólo bastaba ponerle en acción con la filial para que deslumbrara como lo hizo.
En noviembre llevaba seis anotaciones con el conjunto alternativo y era el máximo goleador del equipo, lo que le valió la primera convocatoria de Quique Sánchez Flores, dada la baja de Sinama Pongolle. Pero para su debut –con dorsal 58, el más alto en la historia de la Liga- debió esperar hasta el 2 de enero, cuando ante el Sevilla se presentó en sociedad. El Calderón le veía por primera vez. Ese mismo mes y en el mismo estadio, pero ante el Sporting de Gijón , anotaría en la victoria del Colchonero por 3-2.
Si de cualidades técnicas se trata, Ibra tiene potencia, gran capacidad de salto y cabezazo, es claro para jugar, se mueve bien de espaldas a la portería. Rinde mucho sin el balón, pues se destaca por sus movimientos de distracción, tirando diagonales permanentemente. Tiene todo para triunfar. Está en él convertirse en lo que soñó.
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