[Por Diego Martín Yamus] Marcar un gol es para cualquier jugador de cualquier mundo un hito. Si son 194, mucho más. Y si esa cantidad se realiza en varios lugares y sirven para lograr títulos, su valor se multiplica. Así fue la vida futbolística de Anthony Yeboah, Tony para el ambiente, que moviendo las redes se convirtió en otro símbolo de la riquísima historia de Ghana.
Uno de los mejores futbolistas y goleadores del país del oeste nació en Kumasi un 6 de junio de 1966. Y desde muy chico empezó su meteórica carrera. Con apenas 15 años, en 1981 debutó en el popular Asante Kotoko, dos veces campeón africano y varias locales, que él ayudó en ese entonces al obtener tres ligas seguidas y la Copa (hoy Champions League) en 1983 sobre el poderoso Al Ahly egipcio. Enseguida pasó al más modesto Cornerstones de su ciudad donde también descolló. No extrañó que tan joven se estrenara con la selección en 1985, iniciando con las “Black Stars” otra vida de éxitos a pesar de no conseguir campeonatos. En 1986 fichó para otro doméstico, el Okwawu United, y siguió siendo el terror de los arcos con impresionantes 35 goles en igual número de partidos, erigiéndose en máximo realizador de esa temporada y festejando con su dedo índice señalando a la tribuna. Así seguramente hizo en su primero con Ghana, aquel emotivo 17 de enero de 1988 contra Zambia, cuyo gol valió el 1-0 final, pero no alcanzó a llevarlo a los Juegos Olímpicos.
La primera gran frustración de su carrera la superó enseguida. Ese 88 fue contratado por el 1. FC Saarbrücken de Alemania, su experiencia inicial en el exterior, marcando un hito al ser el primer futbolista negro de la Bundesliga. Ni qué hablar cuando dos años más tarde, en 1990, empezó el que sería un lustro (cinco años) con el más importante Eintracht Frankfurt. Allí tuvo al comienzo problemas de adaptación y sufrió actos de racismo de hinchas, a quienes de a poco fue callando con su capacidad goleadora: otro récord de 68 en 123 encuentros, lo que lo llevó a ganar dos veces la Bota de Oro al máximo de la temporada (1992/93 y 1993/94), aparte de ser capitán del equipo y ser parte del once ideal de esos dos campeonatos.
Mientras Yeboah aparecía todas las semanas entre los de arriba en la tabla de artilleros, era ya pieza clave en la potente selección ghanesa que intentaba llegar a un éxito internacional. En 1992 disputó su primera Copa Africana de Naciones en Senegal y, compartiendo ataque con otra gloria como Abedi Pelé, hizo dos importantes goles a Egipto (1-0) y Congo en cuartos (2-1), llevando al equipo a la final tan recordada con Costa de Marfil, que perdieron 11- 10 en tiros desde el punto penal, serie en la que Tony marcó el quinto. Tras tampoco poder con Argelia en las eliminatorias del Mundial de Estados Unidos, jugó su segunda CAN en Túnez 1994, pero sólo dos partidos y volvió a ser eliminado por los marfileños en cuartos de final. Y su tercera y última ocurrió en Sudáfrica 1996, donde le fue mejor actuando más, anotando de nuevo dos tantos y arribando hasta el cuarto puesto perdido con Zambia, cotejo que no disputó. Eran sus últimas luces con las Black Stars, y poco después, el 27 de marzo, haría el último de sus 29 goles oficiales con ellas en una catastrófica derrota 2-8 ante Brasil. Se retiraría del combinado para el que trabajó 59 ocasiones justo un año más tarde.
Para entonces, en 1995 había dejado su gran huella en el Eintracht para hacerlo en la exigente Premier League de Inglaterra, en el Leeds United. Otra vez dio la talla con creces con 24 goles en 47 partidos, premiado como jugador del año en 1996 y con el gol del mes varias veces, y el de la temporada 95/96 ante Wimbledon. Además, su tarea le dio ser elegido futbolista de Ghana en 1997 y en 2017 la revista Four Four Two lo ubicó en el top ten de los africanos que jugaron en la Premier. Pero Yeboah empezó a sufrir lesiones y, con la llegada del técnico George Graham, tuvo choques que derivaron en su salida. Regresó a Alemania para jugar por el Hamburgo y tras cuatro años, decidió ya veterano ir al paraíso de los que se están yendo: Qatar, donde en 2001 y 2002 militó en el Al Ittihad ganando la Liga y la Copa del Emir. Allí decidió poner fin a semejante carrera, pero siguió un rato más en el fútbol y en 2008 fue nombrado presidente del recién ascendido ghanés Berekum Chelsea.
Actualmente casado y padre de dos hijos (además tío de Kelvin, también jugador profesional) se ocupa de una agencia deportiva junto a su compatriota Michael Osei llamada Anthony Yeboah SportPromotion y, al mismo tiempo, posee una cadena de hoteles en el país conocida como Yegoala. Es que un goleador nunca se queda quieto, siempre está al acecho. Como el gran Tony Yeboah hizo ayer y hace hoy.
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