Su llegada a la Argentina se dio con otros dos africanos. Un representante lo vio destacarse en el Multi Sport International de Nigeria y le ofreció ir a probarse a España. Sin embargo, las cosas no serían así. Tras decirle que lo mejor era partir hacia el fútbol argentino para formarse mejor como jugador y de ahí dar el salto a Europa, Fatai Olushola llegó a una pensión en Ituzaingó. “En esa casa vivíamos casi al aire libre. Teníamos mucho frío y no teníamos nada para comer. ¿Cómo íbamos a rendir en las pruebas si no teníamos ni siquiera fuerzas?”, se pregunta hoy en diálogo con Sporting África (SA) a más de tres años de haber llegado al país.
“Yo tenía miedo de contarle a mi papá, temía que me pegara o me hablara mal, porque él no sabía que yo iba a entrenar a la mañana escondido y estaba jugando en el equipo de la escuela”, recuerda Fatai en relación a un certamen en el que llegaron a la final y debían invitar a sus padres a presenciar el partido definitorio.
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-Tío, estamos en la final y el técnico nos dijo que invitáramos a nuestra familia, pero yo no me animo.
-Quedate tranquilo Fatai, yo le voy a hablar y le voy a hacer la invitación.
La final llegó y el goleador de la CMS Grammar School de Bariga fue la figura. Hizo el gol del empate que estiró la definición hasta los penales y su equipo festejó el título. Las medias bajas y la sonrisa que se desvaneció de un momento a otro opacaron aquel momento de alegría y festejo. Don Olushola no había querido ir a ver a su hijo. En su lugar estaba el tío.
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Principios de 2009. De un momento a otro las cosas cambiaron. Un representante argentino golpeó las palmas de la casa de Fatai y pidió hablar con su padre. Lo había visto descollar en aquel torneo escolar y le siguió los pasos en el MSI (Multi Sport International). Quería llevarlo a probar suerte fuera de las fronteras nigerianas, más precisamente a suelo europeo, donde habían triunfado Okocha, Kanú y Martins, algunos de los ídolos del larguirucho Olushola.
-Fatai, ¿te gustaría ir a jugar al fútbol de Europa?- dijo don Olushola.
-Sí, claro- respondió un entusiasmado Fatai.
“Cuando el representante –cuenta Fatai a SA- fue a mi casa a proponerme la posibilidad de ir al exterior a jugar al fútbol, mi papá se puso muy contento. De no querer ni hablar del tema pasó a ser mi más fiel seguidor y quien más me apoya desde aquel momento”.
Ahí mismo, le hicieron una autorización por escrito para que el representante pueda sacarlo de Nigeria –ya que era menor- y le pudiese buscar algún club en Europa. Pero cuando todos los papeles ya estaban en regla hubo un brusco cambio al destino de Fatai. Europa daba paso a América, más precisamente la Argentina.
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15 de mayo de 2009. Junto a otros dos compatriotas y también jugadores, Fatai arribaba a Buenos Aires sin siquiera saber nada del idioma español. En su primer hogar, la mencionada pensión de Ituzaingo, no la pasó nada bien. Falta de comida, frío y dificultades a la hora de comunicarse le hicieron rápidamente pensar qué era lo que estaba haciendo en un país tan distinto al suyo. El representante les había prometido pruebas en varios clubes, pero se había olvidado de llevarles comida, darles abrigo y hacerlos sentir como en su casa. Finalmente, las pruebas llegaron y Fatai conformó en Banfield y quedó. Cuando estaba a punto de acordar su vínculo con el Taladro le dijeron que había surgido un inconveniente de último momento y no había acuerdo.
Al tiempo, con la 9 de de la Cuarta de Huracán en la espalda, mientras realizaba los movimientos precompetitivos a la espera de un amistoso ante Banfield, siente que lo llama una voz conocida.
-¡Fatai! ¿Qué hacés acá? Te fuiste y no supimos más nada de vos.
-Hola, todo bien, peleándola acá en el Globo. Me fui porque me dijeron que no me querían, que hubo un problema y no me podía quedar.
-¿Qué? Nosotros te queríamos, pero tu representante pidió una suma que era irrisoria y el club no estaba en condiciones de pagar.
Olushola quedó pensativo ante aquella explicación. Quien le hablaba era uno de los Coordinadores de las Inferiores de Banfield, el que le había dado el visto bueno para que se quede en el club del Sur. Su representante nunca le había contado aquella versión de los hechos. A partir de ahí se dio el alejamiento y la ruptura.
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Pruebas en el Paraná FC entrerriano, un paso con campeonato incluido en el Maronese de Neuquén –junto a tres compatriotas formaron parte del plantel que ganó la Liga de dicha provincia en 2009-, y breves periodos en Rosario Central y River Plate, completan su estadía en la Argentina.
En Nuñez llegó a estar viviendo en la pensión del club. Convivía con otro africano: el camerunés Many Essomba y con los mellizos Funes Mori. Pero el sueño duró poco. “Me fui a probar a River y quedé. Fue algo increíble. Pero cuando ya me estaba ilusionando, me dijeron que me tenía que ir”, se lamenta. Nuevamente su representante pidió mucho dinero.
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Pero la buena llegaría para Fatai. En 2010, por intermedio de un abogado amigo que era conocido del Grondona presidente de Arsenal, llega a una prueba al club del Viaducto y queda. Comenzó en Cuarta, luego jugó en Reserva y sus únicos minutos en Primera fueron históricos. Se convirtió en el primer africano en jugar la Copa Argentina. Fue el 21 de marzo de 2012 en el Florencio Sola e ingresó a los 74 minutos por Julián Cardozo. Los de Alfaro quedaron afuera del certamen al caer 2-1 con Sarmiento de Resistencia, pero Olushola se dio el gusto de jugar sus primeros y únicos minutos en la elite del fútbol argentino.
“A los 35, Benedetto, la figura del segundo tiempo, desperdició una chance clara frente al arco de Carrera con una gran habilitación previa del nigeriano Fatai Olushola. El africano, a cinco minutos de final, perdió otra inmejorable chance”, se pudo leer en la web oficial del torneo sobre la actuación de Fatai aquel día.
Con respecto a su paso por el Arse tiene un gran recuerdo de Alfaro, el entrenador de Primera. “Gustavo me hablaba en inglés para que yo entendiera mejor sus indicaciones. Las veces que entrené con el primer equipo me trató muy bien y me dejó una muy buena impresión”, sostuvo. En ese 2012, Arsenal se consagraría campeón del fútbol argentino por primera vez en su historia.
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- Dejá de correr negro de mierda-, le dice un defensor al 9 de Arsenal.
- Yo seré negro pero vos sos racista-, contestó un tranquilo Olushola
-¡Qué me decis! Volvete a tu país-, respondió un ofendido marcador.
Amante del cus cus y el amalá –típicas comidas de su país- que le hacía su madre, en muchas canchas tuvo que vivir situaciones de este tipo. Pero perseverante siempre trató de seguir adelante. “En todas las canchas fue habitual escuchar el negro desde las tribunas, pero hay que saber diferenciarlo. Yo entendí que en Argentina muchas veces se dice negro con cariño, pero hubo rivales que me lo dijeron para herirme o por el simple hecho de querer sacarme del partido”, recuerda Olushola en su encuentro con SA en un bar céntrico de Buenos Aires.
“¿En Nigeria hay helado?”, le preguntó hace un tiempo un amigo argentino. Él se río y le dijo si estaba loco. “Muchos creen que África es sólo la selva, la belleza natural y los animales salvajes, pero somos mucho más que eso. ¿Cómo no va a haber helado en Nigeria? Claro que hay”, sostiene. “Lagos es muy similar a Buenos Aires”, agrega a metros del Obelisco. Ya habituado a un país que le dio cobijo, a pesar de las dificultades y de haber quedado libre, piensa seguir luchándola por lo que es su sueño: triunfar en el fútbol. Actualmente milita en Sarmiento de Ayacucho -foto-, del Ascenso de la Argentina.