[Por Diego Martín Yamus] Muchas veces el fútbol es injusto con los grandes en grandes momentos. Que una estrella erre un penal en un partido decisivo. Lo saben Maradona, Zico, Platini, en África el camerunés Pierre Wome. Esa simple circunstancia, por más trascendente, no debe marcar a nadie. Por eso Anthony Baffoe, el zaguero emblema de Ghana, es otro apellido de la gran vida de las Black Stars y de los clubes a los que defendió con enorme jerarquía, sea en Alemania, su tierra o Hong Kong.
Sin embargo, sus cualidades no tardaron en enviarlo a la selección, que buscaba un lugar entre los grandes del continente como había sido en los años 60 y 70. Y debutó en ella el 29 de abril de 1991 y con un gol, el segundo del 2-0 a Togo de local en la eliminatoria a la Copa Africana de Naciones del año siguiente. Ghana obtuvo el Grupo por delante de Nigeria y regresó a la CAN que ya había conquistado en 1963, 1965, 1978 y 1982. En una generación dorada encabezada por Abedi Ayew “Pelé” y Tony Yeboah, Baffoe fue titular inamovible aquel enero y febrero de 1992 en Senegal, ayudándolo a arribar a una nueva final contra su clásico rival del oeste, Costa de Marfil. En el estadio de la Amistad de la capital Dakar, fue tan cerrada la decisión que tras 120 minutos no lograron más que un 0-0 que la envió a los tiros desde el punto penal. La que fue una de las series más largas como dramáticas la comenzó el central marcando el primer tiro, y luego de un par de yerros y de interminables conversiones, con los marfileños arriba 11 a 10, a Baffoe le cayó en suerte repetir su lanzamiento. Esta vez no la tuvo, ya que se lo atajó el gran arquero Alain Gouamené y Ghana perdió en sus pies la chance de su quinta corona. El fútbol le ofreció desquite y, ya en el Metz de la ligue 1 francesa, integró el equipo que fue por la CAN de Túnez en abril de 1994. Dos agónicos triunfos sobre sus vecinos Guinea y Senegal lo pusieron de nuevo en carrera, pero el irónico destino quiso que otra vez Costa de Marfil se cruzara en su camino y los eliminara con un 2-1 en el cierre. Ese 3 de abril en Sousse, justamente fue el último compromiso de Baffoe con su selección, a la que representó 25 veces con ese gol a Togo como único.
Cerca de los 30 años, su gran trayectoria entró en su curva descendente. Siguió un año más en Francia, en el Niza a hasta 1995, y paseó su calidad luego por otros continentes: en 1997 en el exótico Hong Kong Golden de esa región asiática, donde fue anteúltimo de ocho clubes; en 1998 en el Caracas FC de Venezuela y en 2001 su primera vez en su tierra de sangre, en el Obuasi Goldfields, del que en 2002 se movió a Sudáfrica para jugar para el Ajax Cape Town. Finalmente, en 2003 volvió a Ghana y se retiró cerca de 2006 en el modesto Ashanti Gold. Eso con la pelota en sus pies, porque desde ese momento nunca dejó de estar ligado al deporte. Ese 2006 fue nombrado director de relaciones internacionales de Ghana y en 2007 dirigió a las juveniles por un tiempo, a la par que fundó la Professional Footballers Association de su país, mientras incursionó en la TV alemana con programas dedicados al área de los jóvenes futbolistas. Y sigue ligado actualmente, como encargado de negocios de la selección y, sobre todo, como secretario general adjunto de la Confederación Africana (CAF). Y la FIFA lo ha designado embajador en la campaña contra el racismo y por los niños sin hogar, además de serlo del combinado nacional. Como Maradona, como Zico, Platini o Wome, Anthony Baffoe fue y es un grande del fútbol, aunque haya errado un penal decisivo.
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