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viernes, 9 de marzo de 2018

Glorias de África: Abdelmajid Chetali

[Por Diego Martín Yamus] Varias veces fue campeón, otras tantas no. Conoció la felicidad como jugador y como entrenador. Y, también, como periodista. Todo eso fue y aún es Abdelmajid Chetali, que, sin embargo, es recordado por uno solo de sus tantos grandes momentos: ser el técnico de Túnez en el Mundial 78, cuando el país obtuvo el primer triunfo africano en el máximo torneo.
Chetali, hijo de una familia de futbolistas, nació el 4 de julio de 1939 en Sousse, y desde chico jugaba en las rutas de su ciudad, hasta que en 1957 debutó en Primera División en el popular Étoile Sportive du Shael, donde era mediocampista ofensivo y luego capitán. Ya al año siguiente, en 1958, consiguió el primero de sus seis títulos con los Diablos Rojos, ganando la Liga, que repetiría en 1963 y 1966. En 1959 levantó la Copa doméstica, que volvería a alzar en el 63, año en el que además obtuvo la Copa Arabe de Clubes Campeones. Semejante rendimiento lo llevó tempranamente a la selección, donde el yugoslavo Milan Kristic lo reclutó para los Juegos Olímpicos de Roma 1960, donde el 29 de agosto Chetali enfrentó a Carlos Bilardo y compañía con Argentina en la fase de grupos, cayendo 2 a 1, una de las tres derrotas de Túnez que quedó afuera y en las que jugó. Pero siguió como parte de la oncena, y el 13 de noviembre le marcó a Marruecos en la eliminatoria para el Mundial de Chile, que valió un 2-1 pero no alcanzó, ya que el triunfo llevó a un desempate que perdieron por sorteo.

En 1961, disputó una reñida llave con Nigeria para la Copa Africana de Naciones, que recién iniciaba su vida. Tras un empate de visitante, los nigerianos ganaban hasta que Abdelmajid hizo el gol del empate a los 65 minutos, que ellos protestaron, y molestos con el arbitraje decidieron irse de la cancha, siendo descalificados y dando a Túnez su primera estadía en la CAN; sin embargo, un brote de malaria enfermó a Chetali y otros compañeros suyos y no pudo ir. Sí pudo en 1963, en Ghana, pero les fue mal y fueron eliminados en primera ronda. Pero tuvo una tercera oportunidad y aunque no ganó, anduvo mejor. En 1965 Túnez organizó la CAN y en gran campaña llegó a la final con los poderosos ghaneses. El 21 de noviembre, ante 16.000 personas en el estadio Chedli Zouiten de la capital Túnez, Frank Odoi inauguró el marcador para la visita, pero Chetali igualó y Chaïbi desniveló. Sin embargo, enseguida Osei Koffi puso el 2-2, y en el tiempo extra, Odoi dio el bicampeonato a las Black Stars. En total representó a la camiseta roja 70 veces, con cuatro goles, y ya no estuvo en la del 68, al ser Túnez eliminado en la previa. Ese mismo año, luego de los títulos citados, se retiró del Étoile Sahel y de la práctica activa para dedicarse a entrenar.

El hombre no soñaba ni remotamente que aún no le había llegado su hora de gloria. En 1970 se inició en el banco con el Sahel, con el que volvió a ser campeón ganando en cuatro años cinco campeonatos: la liga, dos Copas locales, una Copa del Maghreb y una Recopa del Maghreb. Se graduó en el Colonia Higher Institute de Alemania en 1974, y la Federación no dudó en confiarle la selección. Empezó el 1 de enero de 1975 con un 0-0 amistoso ante Irak, pero enseguida dio los primeros saltos de calidad, al dejar afuera de la CAN 76 a Argelia de visitante, aunque no llegó marginado por Sudán. En cambio, 1977 lo vio cosechar su primer gran éxito. Túnez tomó parte en las eliminatorias para Argentina 78 y dejó a Marruecos por penales, otra vez a Argelia, a Guinea y el 11 de diciembre goleó 4-1 a Egipto, una sensacional actuación que lo puso por primera vez en un Mundial.

Para ir a Argentina, el equipo se preparó con varios amistosos y, en marzo, jugó la Copa Africana en Ghana. Derrotado de nuevo por las Black Stars en semifinales, iba venciendo a Nigeria para el tercer puesto hasta que el gol nigeriano, al revés de aquella aventura del 61, motivó el retiro de Túnez de la cancha y los airados reclamos de Chetali, con lo que la CAF suspendió a Túnez por dos años para participar en el torneo. Ciertamente no era la mejor previa para la Copa del Mundo inicial del país. Menos cuando el sorteo los colocó en el Grupo 2 con Alemania Federal, campeón reinante, Polonia y México. Para colmo, en su estreno en el estadio Gigante de Arroyito, el de Rosario Central, los mexicanos abrieron el marcador al cierre del primer tiempo.
Pero en la segunda mitad Túnez se soltó, marcó tres goles y enloqueció con su toque a los aztecas, que asistían azorados al gran juego tunecino. Fue el primer éxito africano en un Mundial. Pero no quedó allí: el equipo de Chetali le complicó la vida a Polonia, que lo venció sólo 1-0, y sobre todo a los alemanes. Las Aguilas de Cártago fueron superiores en algunos tramos y le robaron un empate sin goles al mentado poderoso conjunto de Helmut Schön. El técnico hasta se lamentó diciendo que si hubiera ido al ataque lo ganaba. La soberbia tarea motivó que la FIFA ampliara a dos las plazas para Africa en España 82. Chetali finalmente se fue envuelto en gloria, en diciembre con un 1-2 ante Siria, pero con ese enorme momento, un cuarto lugar en el continente y más del 60 por ciento de los puntos en juego.

Y no regresó a la actividad hasta 1988, cuando aceptó conducir a Bahrein en la Copa del Golfo y le dio un cuarto lugar, superando a Kuwait, el mejor de la zona históricamente, entre otros buenos resultados. En 1998 comenzó como periodista, a comentar y analizar fútbol para la cadena ESPN, donde impuso un particular estilo con los jugadores representados por muñequitos. Así cubrió grandes torneos de todo el mundo, ligas como España, Italia o Inglaterra y hasta la Champions League europea para la cadena árabe Aljazeera.

Su último capítulo dentro de la cancha lo realizó en 2004. Su Étoile du Sahel confió de nuevo en él para suplir a Mrad Mahjoub, cesado tras la eliminación en las semifinales de la Copa tunecina. Chetali lo tomó y lo llevó hasta la final con el Enyimba de Nigeria, que perdió ajustadamente por penales. Y en 2007, fue por un tiempo asesor de la selección de Arabia Saudita. Una vida llena de triunfos, proezas, alegrías y algunas penas dentro y fuera de la cancha. La vida de un auténtico glorioso africano como Abdelmajid Chetali, otro símbolo del futbolero pueblo tunecino.

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