[Marina Zucchi para Clarín] Hacía 20 años que en la calle no escuchaba "Y ya lo ve, y ya lo ve, es el hermano de Pelé". Dos décadas sin aterrizar en Buenos Aires y sin pisar la Bombonera. Antes de recorrer 5.500 millas, sentado en el avión que lo trajo de Camerún, pensaba en el increíble mapamundi que fue tachando gracias al fútbol: Emiratos Árabes, Escocia, Rusia, Alemania, Líbano, China. Nunca otra hinchada lo abrazó como acá. "Todavía tengo el ruido dando vueltas por mi cabeza. No olvidé jamás el sonido que producen los hinchas de Boca".
A sus 45 años y ya manager de su selección, Alphonse Tchami está de regreso. Breve paseo por La Boca y por la redacción de Clarín. El verdadero objetivo del viaje relámpago fue intentar un amistoso entre la Selección argentina y la de Camerún, sondear cómo sería un intercambio de juveniles africanos y reunirse con quien era "su" presidente, Mauricio Macri, cuando él vestía la 9 xeneize.
Los vestigios de la fiebre que desató en 1995 lo impresionan. Ni siquiera él entendió las maniobras del destino que concretaron aquel extraño pase desde Dinamarca, revolucionario para el fútbol argentino. Épocas del dólar uno a uno, de Maradona y Caniggia. Alphonse hoy es un museo de datos. “Yo vivía en La Pampa 1850, noveno C, Belgrano. No podía caminar tranquilo, por entonces no existían las selfies, pero era un autógrafo tras otro. Un día creí que venían a pedirme uno y eran dos ladrones que me arrebataron el reloj y me llevaron al cajero”, se ríe.
Su amigo y traductor Walter Farías colabora para desentrañar el bellísimo francés del africano que reside en Reims. "Soñaba con volver, pero por cuestiones de la vida no había podido. En cualquier lugar del mundo siempre había un hincha de Boca recordándome todo eso. En ningún otro lugar me dieron el calor humano que recibí acá".
Juguete de La Boca por dos años, cincuenta partidos, once goles. Ese que estudiaba Biología, al que “El Beto” Márcico instruía en insultos argentos y Marcelo Araujo apodaba “Yamí”, no fue un virtuoso y, sin embargo, se instaló en el recuerdo popular: "Lo mío era la fuerza física y atlética. Desde ese punto de vista yo marcaba la diferencia. Técnicamente confieso que aprendí después, gracias a mis compañeros Maradona y Verón. Estuvimos a punto de ser campeones pero perdimos increíblemente aquel campeonato luego de una gira a China".
-A la distancia: ¿Perdonaste a Bilardo por haber quemado la camiseta de Gimnasia que intercambiaste cuando Boca perdió 6 a 0? ¿O fue mito?
-Entiendo hoy aquella reacción. Estaba muy enojado, pero ¡no la quemó! Con una tijera la hizo pedazos. (Se ríe). Su reacción fue normal. Nadie esperaba que perdiéramos así.
-Hablás de Boca y se te caen las lágrimas…
-Demasiada emoción. En ningún otro lugar sentí esa calidad humana. Me dieron todo y no voy a poder borrarlo mientras viva.
-¿Estás enterado del proyecto de jubilación de la Bombonera?
-Sí y es entendible que Boca sea cada día más grande y necesite más capacidad, pero ojalá encuentren otra manera. La Bombonera es sagrada.
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