Dos equipos de fútbol femenino entraron al Guinness por jugar a casi 6000 metros de altura. Fue 0 a 0, pero las mujeres jugaron noventa minutos en una cancha con medidas reglamentarias en el cráter del volcán Kilimanjaro, ubicado en Tanzania.
El objetivo de la iniciativa fue promover la equidad de género en el deporte y llamar la atención a nivel mundial sobre las dificultades que enfrentan las niñas y las mujeres a la hora de practicar fútbol. “Lo logramos. Record Guinness. Fue la experiencia más difícil y desafiante a nivel físico de mi vida”, contó la argentina Josefina Martorell, todavía conmovida por la vivencia extrema que significó el proyecto, impulsado por el movimiento “EqualPlaying Field”. A dos años del Mundial de Futbol Femenino, Francia 2019, el objetivo fue también generar conciencia sobre las necesidades de financiación para el desarrollo del fútbol de mujeres.
El ascenso a la cima del Kilimanjaro comenzó el 17 de junio. “No sé si lo volvería a hacer. Sacó todas mis energías”, reconoció Martorell desde Tanzania, todavía exhausta pero feliz por haber sido parte de semejante hito. Fueron siete días de ascenso, en condiciones climáticas muy hostiles. “Por momentos nos dolía la cabeza, o nos faltaba el oxígeno. Cada noche, nos controlaban el ritmo cardíaco y la saturación de oxígeno para ver si podíamos seguir al día siguiente”, contó. Además, a medida que ascendían, la temperatura bajaba considerablemente, al punto que el último día de ascenso casi se le congelan los pies.
Participaron unas cuarenta jugadoras de Gran Bretaña, Tanzania, EEUU, Egipto, Nepal, Jordania, México, Francia, Alemania, Suecia, Tailandia, Líbano, Canadá, Afganistán y Bahrein, y arbitras de Suiza y Australia, entre otros países. Para lograr el Record Guinness tenían que jugar 90 minutos con al menos 8 jugadoras en la cancha: aunque cada tanto, algunas tenían que salir a recuperar oxígeno, consiguieron el cometido. Después del partido, ascendieron dos horas más a paso muy lento, hasta alcanzar la punta de la montaña, a 5891 metros de altura.
En los dos equipos había varias jugadoras destacadas a nivel mundial, algunas, ex seleccionadas, como Rachel Unitt, emblemática ídola inglesa, ya retirada del fútbol profesional, Sasha Andrews, que brilló en Canadá, Lori Lindsey, en EE.UU., y Yasmeen Shabsough, en Jordania. La gestora de esta iniciativa fue la inglesa Laura Youngson, quien llegó al futbol después de dedicarse al ballet, y terminó jugando en geografías tan disímiles como Brasil, Mozambique o Azerbaiyán. Youngson trabaja en el desarrollo de una Copa del Mundo infantil y en proyectos de igualdad para políticas gubernamentales.
Varias de las convocadas para buscar este Record Guinness tienen trayectorias en proyectos sociales o humanitarios, además de pasión por la Nº 5. Como la también británica Maggie Murphy, que jugó o entrenó en equipos de Tanzania, Ruanda, Guadalupe, Países Bajos, Alemania e Inglaterra. Y ahora se desempeña en la lucha contra la corrupción mundial y cuestiones de derechos humanos. O la estadounidense Erin Blankenship, que formó parte de equipos en Arabia Saudí, Reino Unido, Islandia, Estados Unidos, China y Afganistán. Y trabajó en zonas de conflicto y devastadas por la guerra y actualmente impulsa proyectos en Siria e Irak fomentando y apoyando el fútbol femenino.
El ascenso a la cima del Kilimanjaro comenzó el 17 de junio. “No sé si lo volvería a hacer. Sacó todas mis energías”, reconoció Martorell desde Tanzania, todavía exhausta pero feliz por haber sido parte de semejante hito. Fueron siete días de ascenso, en condiciones climáticas muy hostiles. “Por momentos nos dolía la cabeza, o nos faltaba el oxígeno. Cada noche, nos controlaban el ritmo cardíaco y la saturación de oxígeno para ver si podíamos seguir al día siguiente”, contó. Además, a medida que ascendían, la temperatura bajaba considerablemente, al punto que el último día de ascenso casi se le congelan los pies.
En los dos equipos había varias jugadoras destacadas a nivel mundial, algunas, ex seleccionadas, como Rachel Unitt, emblemática ídola inglesa, ya retirada del fútbol profesional, Sasha Andrews, que brilló en Canadá, Lori Lindsey, en EE.UU., y Yasmeen Shabsough, en Jordania. La gestora de esta iniciativa fue la inglesa Laura Youngson, quien llegó al futbol después de dedicarse al ballet, y terminó jugando en geografías tan disímiles como Brasil, Mozambique o Azerbaiyán. Youngson trabaja en el desarrollo de una Copa del Mundo infantil y en proyectos de igualdad para políticas gubernamentales.
Varias de las convocadas para buscar este Record Guinness tienen trayectorias en proyectos sociales o humanitarios, además de pasión por la Nº 5. Como la también británica Maggie Murphy, que jugó o entrenó en equipos de Tanzania, Ruanda, Guadalupe, Países Bajos, Alemania e Inglaterra. Y ahora se desempeña en la lucha contra la corrupción mundial y cuestiones de derechos humanos. O la estadounidense Erin Blankenship, que formó parte de equipos en Arabia Saudí, Reino Unido, Islandia, Estados Unidos, China y Afganistán. Y trabajó en zonas de conflicto y devastadas por la guerra y actualmente impulsa proyectos en Siria e Irak fomentando y apoyando el fútbol femenino.
Fuente: Página 12
No hay comentarios:
Publicar un comentario