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jueves, 1 de septiembre de 2016

Glorias de África: Said Belqola

[Por Diego Martín Yamus] El 12 de julio de 1998, en el nuevo Stade de France de Saint Denis, Francia buscaba su primera Copa del Mundo, su Copa del Mundo, frente a Brasil. En el majestuoso recinto, 80.000 personas esperaban por Zidane, Deschamps, Djorkaeff, Thuram, Barthez, Roberto Carlos, Cafú, Dunga, Bebeto, Rivaldo, Ronaldo a pesar de su indisposición previa. Nadie esperaba por él, el árbitro, la autoridad de semejante momento. Nadie se fijaba en su presencia, y nadie se fijó porque casi pasó inadvertido. Pero esa memorable noche, el marroquí Said Belqola alcanzó su momento cumbre al ser el primer africano en dirigir una finalísima de un Mundial.
Belqola nació un 30 de agosto de 1956 en Tiflet, y desde 1984 ejerció como árbitro profesional en la liga de su país. En 1993, debido a su buena tarea, fue seleccionado como internacional por la FIFA, aunque no estuvo en partidos importantes, ni en Africa ni en las eliminatorias del Mundial de Estados Unidos. Ya para 1996 tuvo la chance de sus primeros compromisos de peso: el 13 de enero, le tocó nada menos que la inauguración de la Copa Africana de Naciones en Sudáfrica, no cualquier CAN, sino la que marcaba el retorno sudafricano a la alta competencia, bajo la mirada del nuevo presidente Nelson Mandela. Said impartió justicia en el Sudáfrica-Camerún de arranque, en Johannesburgo, donde los locales golearon 3 a 0, y repitió en Zaire 2- Liberia 0, también por la primera ronda.

En 1997 dirigió Francia-Inglaterra en el Tournoi de France, un amistoso previo al Mundial de Francia 98, y por ese tiempo sus primeros partidos eliminatorios para el Mundial, cuatro en Africa y uno en Asia. Finalmente, fue incluido por la FIFA en el plantel de jueces para el evento, y tuvo la oportunidad en dos encuentros de la primera ronda, Alemania 2- Estados Unidos 0 y Argentina 1-Croacia 0, donde amonestó entre otros a Ariel Ortega, Roberto Ayala y Zvonimir Boban.
Pero el empleado de aduana en Fez, en su Marruecos, vivió su momento de oro al ser parte de los protagonistas de la final. Aquel 12 de julio, junto al inglés Warren y al sudafricano Salie, se convirtió en el primer africano en pitar una final mundialista, y realmente pasó desapercibido, más allá de amonestar a Marcel Desailly, Didier Deschamps, Christian Karembeu y Junior Bahiano, y expulsar a Desailly a los 68 minutos por segunda tarjeta amarilla. A esa altura, Francia ya iba 2-0 por los cabezazos de Zidane, y sobre la hora en imborrable corrida, Emmanuel Petit definió el primer título del mundo y la explosión para los galos.

Fue sin duda el mejor instante de la larga carrera de Belqola, considerado entonces uno de los mejores del continente junto al egipcio Gamal El Ghandour. El marroquí continuó en el referato hasta 2001, poco antes de que, inesperadamente, comenzara una lucha contra una enfermedad. Finalmente, el 15 de junio de 2002, en la capital Rabat, se fue con apenas 45 años; sus restos descansan en su Tiflet natal. No hacía falta que partiera de este mundo para ser leyenda y gloria, ya lo había sido en vida en aquella noche mundialista de 1998.

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