[Por Diego Martín Yamus] Para ser un grande en el fútbol, hay que hacer varias cosas importantes, no sólo goles. Liderar un equipo, ser un referente dentro y fuera de la cancha, marcar un camino a los demás. Y que todo eso traiga el éxito. Esa es la vida que Stephen Okechukwu Keshi forjó a lo largo de su brillante trayectoria en el balompié africano y mundial, siendo otra de las gloriosas Súper Águilas de Nigeria.
El excelente marcador central, alguna vez lateral derecho, nació un 23 de enero de 1962 en Azare, Bauchi. Con 17 años comenzó su carrera de jugador en el ACB Lagos, de donde al año siguiente pasó al New Nigerian Bank, para quien jugó entre 1980 y 1984 y donde obtuvo sus dos primeros títulos, las Copas de Clubes de Africa Occidental en 1983 y 1984. Su capacidad ya lo había llevado a la selección, con la que disputó su primera Copa Africana de Naciones en Libia 1982, donde marcó dos goles ante Etiopía en el debut y estuvo en los tres encuentros de la primera fase, cuando fue eliminado. En el 84 se tomó desquite y ya como capitán, con 22 años, fue pieza de las Águilas subcampeonas de Camerún en Costa de Marfil, donde fue nombrado el mejor en su puesto e incluido en el conjunto ideal.
En 1985 fue de su país a tierra marfileña, donde primero en el Stade de Abidjan y luego en el popular Africa Sports ganaría más campeonatos: dos copas Houphouet-Boigny con el equipo capitalino y la Liga con el Africa, con el que además arribó a la final de la entonces Copa de Campeones perdida por penales ante Zamalek de Egipto. Esos años continuó como titular en la selección pero con fracaso, no pudiendo entrar al Mundial de México ni a la Copa Africana del 86. Enseguida le llegó la oportunidad de emigrar a Europa, comenzando en 1987 una larga estadía en Bélgica, primero en el Lokeren y luego en el Anderlecht con el que levantó una Copa y una Liga local, antes de ir al Strasbourg francés, al que ayudó a subir a la Ligue 1 en 1993 con un golazo al Rennes de larga distancia. Más allá de su éxito europeo, hasta 1993 no tenía mucho suceso con el combinado nacional, pese a jugar más CAN y eliminatorias mundialistas.
Pero aquel 93 formó parte del tiempo más glorioso de Nigeria. Primero, venciendo a Argelia y Costa de Marfil para llegar a su primer y único Mundial, el de Estados Unidos 94. Y en marzo, contribuyó en el conjunto que conquistó la Copa Africana tras 14 años, en Túnez y ante la tesonera Zambia. Parte de las doradas Águilas, junto a Eguavoen, Adepoju, Siasia, Finidi, Olishe, Amokachi, Yekini o Amunike, Stephen fue triunfante a Estados Unidos, y aunque sólo jugó en la victoria 2-0 sobre Grecia por una lesión, llevó esa tarde el brazalete de capitán. Dejó el combinado en 1995, acumulando 64 presencias y 9 goles, que logró a pesar de no ser un defensor que marcara. Para ese entonces había pasado una nueva etapa en Bélgica, en el Molenbeek,y ya en el cierre de su carrera activa, fue a Estados Unidos para defender al CCV Hydra y al Sacramento Scorpions, que compartió con Eguavoen, retirándose en 1998 en el Perlis FA de Malasia.
Desde entonces, Keshi volcó su pasar por la cancha en el banquillo. A principios del nuevo milenio comenzó como integrante del cuerpo técnico de la selección, dirigiendo al Sub 20 que en 2001 no pudo clasificarse al Mundial. En 2004 tuvo su primera gran experiencia conduciendo a Togo, al que llevó a su primera Copa del Mundo en Alemania, aunque más tarde fue reemplazado por el alemán Otto Pfister. Sin embargo, tras malos resultados en Alemania y en la CAN de Egipto, Pfister se marchó y en 2007 Keshi volvió a Togo hasta 2008, cuando tomó a Malí por dos años, hasta que luego de la eliminación en la primera fase de la CAN de Angola 2010 fue despedido.
Pero todo grande siempre tiene una nueva oportunidad. Y el central la tuvo con su Nigeria, con quien en 2011 empezó una larga y exitosa etapa, pero al mismo tiempo llena de polémicas. Tras no jugar la CAN de 2012, clasificó al equipo a la Copa Africana 2013 de Sudáfrica, que con Emenike, Musa, Obi Mikel, Enyeama, Onazi, Moses y Sunday Mba trajo de nuevo a la nación occidental, con aquel 1-0 a Burkina Faso en Johannesburgo. De esa forma, Keshi pasó a la historia como el segundo africano en ganar el certamen como jugador y como técnico, lo que había hecho el egipcio Mahmoud El Gohary, por ejemplo, en 1959 y 2006. En ese momento el DT renunció, pero al día siguiente cambió su decisión y continuó. Luego fue a Brasil para la Copa Confederaciones, donde cayó en primera ronda en un grupo duro con Uruguay y España, luego subcampeón. Pero con un sólido andar en la eliminatoria africana, venció a Etiopía en las finales y la llevó a un nuevo Mundial, el de Brasil 2014.
Y en Sudamérica también hizo historia, al timonear a los verdiblancos hacia los octavos de final, donde Francia los derrotó faltando 10 minutos; de esa forma, fue el entrenador africano que más lejos fue en un Mundial. Sin embargo, sus enfrentamientos con los dirigentes y público empañaron su estadía: primero fue acusado de dejar que le armaran la lista de 23 mundialistas, y tras la Copa volvió a irse, molesto con los líos internos de la Federación, que lo convenció y le renovó el contrato. En el camino a la CAN 2015 de Marruecos y tras magros resultados que desembocaron en la eliminación nigeriana, Keshi amenazó de nuevo con dejar el cargo acusando que cierta gente, que no quiso nombrar, lo presionaba y trataba de “sabotearlo”, según sus palabras, pero decidió seguir “porque amaba a su país y a su equipo”. Finalmente, en julio de 2015, el contrato llegó a su fin y la Federación optó esta vez por no renovarlo, argumentando en un comunicado “falta de compromiso con los objetivos planteados por la NFF en el contrato”.
Aún con esas tormentas, dejó Nigeria con una marcada huella triunfal, como futbolista y como entrenador. Como un grande, ganó en todos los aspectos. Por eso, su repentina partida el 7 de junio pasado, a los apenas 54 años, fue un shock para África y parte del concierto mundial. Hasta Gianni Infantino, nuevo presidente de la FIFA, envió condolencias a su familia. Nadie lo sabía, pero su gran compañero Rashidi Yekini, fallecido en 2012, lo había llamado para una nueva selección, la de la alegría eterna, adonde sigue con sus éxitos como en su vida terrenal.
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