[Vía El País de España] Cristo lleva el 10 en la camiseta y la sonrisa siempre en la cara. Es el mediocentro del equipo mozambiqueño Cruzada por los Niños, que es más que un club de fútbol. Tiene a Messi por ídolo y de mayor quiere ser futbolista, aunque eso llegará más adelante. Ahora está desbordado por la alegría porque su equipo ha ganado 2-1 en el torneo Donosti Cup. “Estamos muy contentos. Por ganar y porque todos nos quieren mucho”, dice en portugués Cristo mientras saborea un refresco tras la victoria.
Cruzada por los Niños está formado por 10 niños de 12 años que viven en el orfanato Casa do Gaiato, en Maputo (capital de Mozambique). Al frente del equipo está Manuel José Luis Bucuane, conocido en el fútbol como Tico Tico, máximo goleador y capitán durante muchos años de la selección de aquel país hasta que se retiró en 2011. Es el encargado de templar los ánimos, más que dar instrucciones técnicas, a un grupo de chavales que está viviendo “una experiencia inolvidable”. “Nunca antes habían subido a un avión; es la primera vez que salen de su país; están en la gloria”, asegura el entrenador.
Mario, Manuel, Cristo, Eugenio, André, Simiao, Arone, Abelito, César y Cristiano componen Cruzada por los Niños en la Donosti Cup, el torneo internacional de fútbol con más participantes de cuantos se celebran en España –el quinto de Europa-, con 440 equipos participantes y 7.800 futbolistas en acción, uno de los principales atractivos de la capital guipuzcoana. Hace una semana dejaron el orfanato y pusieron distancia con el país africano azotado por las penalidades, con uno de los índices más altos de infectados por VIH y malaria del mundo. Para ellos, explica el educador Raúl Cánovas, el orfanato es “una familia para el que no la tiene. Es su familia”. En Casa do Gaiato viven 150 niños.
Inicialmente, iban a ser 12 los integrantes del equipo, pero no fue posible lograr el visado para dos de ellos. Tico Tico tiene, así, problemas de banquillo. “Hubo que hacerles el DNI a todos y salvar los obstáculos de la burocracia de aquel país, donde existe una gran problemática por el tráfico de menores”, explica Ignacio Campo, monitor del equipo y miembro de la ONG Cruzada por los Niños, uno de cuyos proyectos son las escuelas socio-deportivas que han creado en Mozambique en colaboración con la Fundación Realmadrid.
Los niños han pisado por primera vez Europa y ya han podido visitar el Bernabéu, entrenar en Valdevebas, observar en la Federación Española de Fútbol las copas ganadas por La Roja o jugar un torneo de hermanamiento en el barrio madrileño de Villaverde. Ya en San Sebastián, se han convertido en “las estrellas del torneo”. “Todos quieren sacarse fotos con ellos, chocan las palmas con jugadores de otros equipos, se forman corros cuando se ponen a bailar”, afirman los monitores.
Pero tanta alegría se paga sobre el césped, Tico Tico está teniendo “muchas dificultades” para mantener la concentración de los chavales: “Están tan emocionados que es difícil que se centren en el juego. Se distraen muy fácil, porque todo es nuevo para ellos. Con estar aquí, ya han ganado”. El técnico, que dirige una escuela de fútbol con estos niños en Massaca, es consciente de la situación que viven los niños y no busca resultados en el campeonato. “Están viendo cosas que no imaginaban. Comen alimentos que desconocían. Nos ha ocurrido que han comido tanto que uno de ellos, Eugenio, ha tenido problemas estomacales”, añade.
El fútbol les iguala con el resto, opina Tico Tico, quien está satisfecho con haber logrado que los niños se integren con el resto y hayan recibido la solidaridad de muchas personas. Han visitado Zarautz, quieren conocer Biarritz (en el País Vasco francés), ir al parque de atracciones del monte Igeldo o al Aquarium donostiarra. Durante la competición está viviendo en el colegio Amara Berri de la ciudad, pegado al estadio de Anoeta, que ha acomodado una sala donde están durmiendo hasta su marcha el próximo sábado.
Tico Tico se ha embarcado en esta aventura para “devolver a los niños necesitados la experiencia que adquirí durante mi etapa como futbolista. A mí también me ayudaron de pequeño. Y no hay mejor inversión que la formación para cambiar la situación de nuestro país”. Recuerda que, un día de estos, le preguntó a uno de los niños si estaba contento. “Estoy feliz”, le respondió el pequeño.
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