[Por Diego Martín Yamus] Desde sus comienzos y hasta hoy, Badou Zaki (o Ezaki Badou, como figura en varios medios) fue otra verdadera gloria del fútbol y el deporte de África. Primero en su Maruecos natal, luego en México y su consagratorio Mundial 86 o en España, ganó partidos y elogios de toda clase para quedar en la historia.
Nacido en Sidi Kacem el 2 de abril de 1959, Badou comenzó a escribir en 1976 su trayectoria con una buena dosis de fortuna: jugando en la reserva del AS Saleh de su país, un compañero le pidió que lo reemplazara en el arco. Desde entonces no lo dejó nunca más: fue figura y ascendió al primer equipo, comenzando a ganarse fama atajando penales. Por eso rápidamente fue fichado por el Widad Athletic Club de Casablanca, uno de los más populares, donde entre 1978 y 1986 fue titular y figura ganando dos Copas marroquíes (1979 y 1981) y la Liga en 1986. En 1979 sus actuaciones lo llevaron al arco de la selección, donde debutó contra Argelia y salvo momentos, no se fue sino hasta 1992. Comenzó con la Copa Africana de Naciones de 1980 (tercero) y los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984, donde no pasó la primera ronda.
Pero el año que lo marcó a fuego fue 1986. Marruecos llegó al Mundial de México como un equipo más y en una zona durísima con Inglaterra, Polonia y Portugal. Pero dio la gran sorpresa ganando el grupo y pasando a octavos de final, siendo el primer equipo africano en conseguirlo. Las figuras que lo hicieron fueron Khairi, Timoumi, Bouderbala, Krimau y por supuesto Zaki, una barrera en el arco. Es cierto que luego perdieron frente al futuro subcampeón Alemania Federal faltando 3 minutos, pero Marruecos y Zaki ya habían pasado al recuerdo. Tanto que ganó el Balón de Oro al mejor jugador de Africa y su combinado el mejor del continente de 1986. Y apenas concluido el Mundial, el arquero fue contratado por el Mallorca de España, donde también fue destacado durante 6 años, a pesar de un descenso que devino en ascenso gracias sobre todo a Badou, que como portero menos vencido recibió el Trofeo Zamora. En 1991 fue subcampeón de la Copa del Rey y en 1992, al descender Mallorca, volvió a Marruecos para retirarse en el FUS Rabat en 1993.
Pero sólo como jugador, porque desde ese año conocimos al entrenador. Primero lo hizo en ese club por dos años y luego abrió su etapa en su querido WAC, la más exitosa de esta parte de su carrera. Dirigió en 1995 y 1996 para pasar al AS Saleh en el 96, dos años más en el Chabab Mohammédia hasta 1998 y su segunda parte en el WAC, donde llegó a la final de la Copa de la CAF en 1999 perdiendo con Etoile Sahel de Túnez. Más tarde tuvo dos cortos períodos en Kawkab Marrakech (2000-2001) y Maghreb Fez (2001-2002) y la gran oportunidad de su vida: la Selección que tan brillantemente había defendido en el arco, ahora en el banquillo. Y también la llevó arriba, ya que disputó la final de la Copa Africana de Naciones de 2004 en Túnez cayendo ante el local. Pero al no clasificar para el Mundial en un vibrante 2-2 precisamente con los tunecinos de visitante, Zaki renunció.
Tras una nueva experiencia en Kawkab Marrakech en 2006 retomó el WAC en 2007, al que condujo en 2009 a la final de la Liga de Campeones árabe que también perdió con un equipo de Túnez, el Club Africain; al menos se dio el gusto de su primer título como técnico de la Liga, en 2010. Llegó entonces nuevamente al Kawkab para entrar en su tercera vez con el WAC en 2012, sin grandes resultados, lo mismo que en 2013 con el Olympic Safi. Y sus cualidades largamente demostradas lo enviaron otra vez a la Selección, de la que se hizo cargo en 2014 y hubiera jugado otra CAN de no ser por la injusta descalificación de Marruecos como organizador. Pero seguramente, como en su pasado, a Badou Zaki, ese chico que de golpe apareció en un arco del AS Saleh, le espera un presente y un futuro tan brillantes.
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