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miércoles, 18 de febrero de 2015

Glorias Africanas: El Gohary

[Por Diego Martín Yamus] A partir de hoy, periódicamente Sporting Africa les presentará una de las mil historias que han hecho grande al fútbol africano, sea jugadores, técnicos, grandes momentos en el continente o fuera de él. Para comenzar, elegimos un representante de Egipto, el país más vencedor en la vida futbolística de Africa. Uno de los grandes Faraones: Mahmoud El Gohary, que lo supo ser a todo nivel en sus 74 años de existencia, exitoso como jugador y como entrenador.

Nacido el 20 de febrero de 1938 en El Cairo, El Gohary comenzó su carrera de delantero y goleador a los 17 años, cuando en 1955 fue sumado al plantel principal de nada menos que el poderoso Al Ahly, el más campeón de clubes del país y de la región, actual monarca de la Copa Confederaciones y ocho veces de la Liga de Campeones de la CAF. Ya entonces empezó a disfrutar de las vueltas olímpicas, con todas las ligas entre 1955 y 1961 salvo la del 59/60, y dos Copas nacionales. Y en 1959 el húngaro Pal Titkos lo convocó para la selección (en la que había debutado un año atrás) que se preparaba para la segunda Copa Africana de Naciones, que organizaba y defendía. Y el joven respondió justamente en la cancha del Ahly marcando tres goles en la semifinal con Etiopía (4-0) y siendo así el máximo artillero del torneo, que su equipo volvió a ganar derrotando a Sudán 2-1 en la final en la capital cairota. Fue su máximo momento como jugador, ya que en 1961 debió retirarse de la actividad para pasar del otro lado del campo y comenzar una brillantísima historia como director técnico.

La que arrancó en 1965 como asistente con Al Ahly, donde trabajó nada menos que 12 años, hasta 1977, consiguiendo 2 títulos de Liga y 3 Copas egipcias. Luego pasó a Al Ittihad de Arabia Saudita, su primera experiencia asiática, en el que en 1982 comenzó a dirigir oficialmente. Pero enseguida le tocó hacerlo en su Ahly, y A fines de ese 82, el 12 de diciembre, obtuvo la gloria de la Liga de Campeones africana ante Asante Kotoko de Ghana con un 1-1 de visita en Kumasi, que siguió al 3-0 de la ida. Con los Diablos Rojos estuvo hasta 1984, pero antes les dejó otra alegría, la de la Copa de Vencedores de Copa ante Canon Yaoundé por tiros desde el punto del penal. Así se marchó otra vez a Asia, a Al Sharjah de Emiratos Arabes Unidos, para volver en 1985 al Ahly. En 1986 tomó el Al Ahly Jeddah de Arabia Saudita y retornó a Egipto en 1988 para su primer gran desafío: entrenar a la selección y clasificarla al Mundial de Italia en 1990, lo que logró el 17 de noviembre de 1989 con ese gran 1-0 a Argelia. Y en la Copa del Mundo, los Faraones de El Gohary sorprendieron en el fortísimo Grupo F empatándole al campeón europeo Holanda 1-1 y a Irlanda 0-0 y perdiendo sólo 1-0 con Inglaterra, en una decorosa eliminación en primera fase.
Tras el Mundial, Mahmoud volvió a Al Ahly hasta 1993, cuando se cruzó de vereda para entrenar a su archienemigo Zamalek, al que también sacó campeón de Africa en 1993 frente, nuevamente, al Asante ghanés por penales, y en 1994 levantó la Supercopa de la CAF ante justamente Al Ahly. Su carrera siguió a velocidad regresando a Asia, ya que en 1995 se fue a Al Wada de Emiratos Arabes Unidos para llevarse la Copa local y en 1996 a la selección de Omán, con la que no le fue bien. Entonces en 1997 fue llamado para comandar otra vez a su equipo nacional. Y respondió como siempre en su exitosa vida, ya que el 28 de febrero de 1998 en Ouagadougou, Burkina Faso, Egipto ganó su cuarta Copa Africana ante Sudáfrica 2-0 y El Gohary la segunda personal tras la del 59, con lo que se convirtió en uno de los dos hombres en triunfar en la CAN como futbolista y como entrenador, junto al nigeriano Stephen Keshi. Por esa imborrable victoria, sumó a su lista de halagos los de mejor DT árabe (como en 1989 y 1993) y fue nombrado el mejor del continente 98 por la revista Afrique Football y entre los 20 mejores del año por la FIFA.

Dejó el puesto en 2001 y cambió definitivamente de casa, porque ese año comenzó su historia en Jordania, cuando dirigió a la selección a la que le dio un prestigio hasta allí inexistente: semifinalista de la Copa Árabe en 2002, clasificado por primera vez para la de Asia en 2004 donde llegó hasta cuartos de final y sólo cayó ante el gran Japón por penales, además de que ese año le permitió a los jordanos su mejor ránking FIFA (37º) y el tercer puesto en la Copa de la Federación de Asia Occidental, en la que en 2007 volvió a alcanzar las semifinales. Un brillante periplo que, tras buenos resultados en las eliminatorias del Mundial 2006 y algunos partidos de las de la Copa de Asia en 2007, decidió culminar y cerrar su carrera como entrenador. Pero continuó ligado a la Federación de Jordania como asesor técnico hasta su partida al cielo el 3 de septiembre de 2012 en Amman, la capital. Aquel cielo que tantas veces tocó con la victoria deportiva, ahora lo tiene como uno de sus más grandes integrantes de la historia del fútbol africano.

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