En la vuelta de la sección Cuentos de Fútbol Africano, les traemos una nueva historia escrita por Daniel Pinal y con ilustración de la joven artista Valeria Alonso Cobas. Tras "El mejor partido de mi vida" y "Decisión determinante", ambientados en Burkina Faso y Sierra Leona, respectivamente, llega una historia que sucede en Sudáfrica y tiene que ver con su historia, sus diferencias raciales y aquellos que no diferencian por el color sino que creen en la igualdad y en la unión del pueblo, sea de la raza que sea.
[Por Daniel Pinal] Era la final del campeonato sudafricano y la gente se agolpaba en el estadio. El color en las tribunas era digno de aquella final, sonaban las vuvuzelas y la gente alentaba a sus equipos, todo era alegría y felicidad; pero en las afueras del estadio se escribía otra historia.
[Por Daniel Pinal] Era la final del campeonato sudafricano y la gente se agolpaba en el estadio. El color en las tribunas era digno de aquella final, sonaban las vuvuzelas y la gente alentaba a sus equipos, todo era alegría y felicidad; pero en las afueras del estadio se escribía otra historia.
Faltaban pocos minutos para que empezara el partido y la gente iba llegando en multitud hacia el estadio, todos estaban alegres, todos menos Mothudi, un niño de raza negra de unos 12 años de edad, que estaba sentado llorando a pocos metros del estadio. La gente pasaba y ni se daban cuenta de la tristeza de aquel chico.
De repente paso por allí un hombre blanco y noto el sollozo del niño.
-¿Por qué lloras niño?- preguntó el hombre. El niño levantó la mirada y se sorprendió al ver que un hombre blanco se acercara a él. Si bien hacía varios años que se había terminado el apartheid, la relación entre blancos y negros no era muy buena.
-¿Y usted para que quiere saber?- dijo Mothudi, con cierta desconfianza.
-Pasaba por aquí y escuché tu llanto, me detuve y tal vez te podría ayudar si me dices cual es tu problema.
-¿Y por qué usted querría ayudarme?- preguntó otra vez con desconfianza.
- Porque quiero ayudarte de verdad, ah por cierto mi nombre es George- se presentó con una sonrisa tranquilizadora.
- Mi nombre es Mothudi y lloraba porque cuando fui a sacar las entradas para la final estaban más caras de lo que yo creía y no podré ver el partido-, se lamentó el niño ahora un poco más tranquilo porque George ya no le inspiraba tanta desconfianza.
-¿Y cuánto dinero tienes niño?
Mothudi abrió sus manos y ahí estaba el dinero todo arrugado que tenia para ir a la final.
-Estuve trabajando 2 semanas, día y noche, para ahorrar este dinero y ahora me doy cuenta que tanto esfuerzo no valió para nada porque al momento de obtener la entrada me dicen que no me alcanza- comentó apesadumbrado Mothudi.
Al ver el dinero que traía encima, George se dio cuenta que hasta le sobraba para comprarse una entrada.
-Pero niño ahí te alcanza para una entrada, por lo menos la más barata-, le contestó.
-Lo que pasa es que yo tengo que sacar la entrada también para mi hermano- esgrimió Mothudi mientras atrás suyo George vio a otro niño más pequeño que estaba jugando con una lata de gaseosa.
-Había ahorrado lo suficiente para conseguir dos entradas, de las más baratas y cuando llegue aquí habían subido el precio.
-Y si, eso pasa en un evento de estas características- intentó calmarlo George.
-No es justo, yo había hecho de todo para conseguir dos entradas, pero bueno...
-¿Usted va a ver el partido?
-Si voy, ¿pero por qué?- contestó intrigado el hombre
-¿No puede llevar a mi hermano a ver el partido? Solo me alcanza para una entrada y como no puedo dejarlo ir solo… ¡Si usted me haría ese favor se lo agradecería mucho!- dijo Mothudi contento por la idea que se le había ocurrido.
- Pero… ¿vas a dejar de ir tú, para que pueda ir a tu hermano?- se sorprendió George.
-¡Si! por mi hermano haría lo que fuera- respondió sin dudarlo Mothudi
-Lo siento, pero yo…
Cuando George le iba a decir que él iba a ir a la final como periodista y que no podía llevarlo, fue interrumpido por Mothudi.
- Es que mi hermano tiene oncocercosis, se esta quedando ciego y esta puede ser la ultima final que el vea, se lo pido por favor que usted lo acompañe, yo los esperare afuera al finalizar el partido.
La oncocercosis es una enfermedad parasitaria causada por un gusano, esta causa lesiones en la piel y en los ojos, algunos llegando hasta la ceguera y eso es lo que le estaba ocurriendo al hermano de Mothudi.
Al enterarse de esto, a George se le hizo un nudo en la garganta y no sabia que decir. Después de unos segundos dijo: -Espérenme aquí, no se vayan a ir.
Mothudi no entendía lo que pasaba, pero se quedaría esperando a que el hombre volviera.
Al cabo de unos minutos llegó George, corriendo.
-Acá están las dos entradas, apúrense que ya va a empezar el partido- les gritó algo agitado por la distancia que había recorrido a toda velocidad.
Mothudi no entendía nada.
- ¿Pero qué es esto? Sólo te pedí que llevaras a mi hermano contigo.
-Yo soy periodista y por eso no puedo cuidar a tu hermano, pero tu lo harás mejor que yo-, dijo George mientras les sonreía a ambos.
Mothudi no salía de su asombro, lo que había hecho el hombre por él y su hermano, no lo había hecho nadie y menos un hombre blanco.
-No sé qué decir, muchas gracias, aquí tienes la plata- dijo mientras le daba los billetes que tenia a George.
-No quiero tu plata, mejor regálale algo a tu hermano.
-No puedo aceptar esto, por lo menos déjame que te de esta plata-, contestó Mothudi.
-El que no puedo aceptar esto soy yo, las entradas las conseguí por un amigo mío, guárdate ese dinero y apúrense que ya esta por empezar la final.
-¡Muchas gracias señor! no tengo palabras de agradecimiento hacia usted, nunca me voy a olvidar de lo que usted hizo por mi hoy- dijo el niño con lágrimas en sus ojos y se fundieron en un caluroso abrazo.
-¡Es usted un gran hombre!- dijo el niño emocionado. George también estaba emocionado al borde de las lágrimas.
-¡Apúrense niños!-, gritó él.
Los niños salieron corriendo hacia el estadio, luego también corrió George porque tenia que cubrir la final. Esa tarde la noticia no fue quien ganó o perdió el partido, sino la de un hombre que rompió las barreras de la raza y los colores que tan marcados estuvieron y están aún hoy en Sudáfrica, para ayudar a dos chicos fanáticos del fútbol. También la noticia fue la del amor incondicional y verdadero de hermanos que es capaz de romper cualquier barrera, hasta la de una entrada a un estadio para ver una final.
-No sé qué decir, muchas gracias, aquí tienes la plata- dijo mientras le daba los billetes que tenia a George.
-No quiero tu plata, mejor regálale algo a tu hermano.
-No puedo aceptar esto, por lo menos déjame que te de esta plata-, contestó Mothudi.
-El que no puedo aceptar esto soy yo, las entradas las conseguí por un amigo mío, guárdate ese dinero y apúrense que ya esta por empezar la final.
-¡Muchas gracias señor! no tengo palabras de agradecimiento hacia usted, nunca me voy a olvidar de lo que usted hizo por mi hoy- dijo el niño con lágrimas en sus ojos y se fundieron en un caluroso abrazo.
-¡Es usted un gran hombre!- dijo el niño emocionado. George también estaba emocionado al borde de las lágrimas.
-¡Apúrense niños!-, gritó él.
Los niños salieron corriendo hacia el estadio, luego también corrió George porque tenia que cubrir la final. Esa tarde la noticia no fue quien ganó o perdió el partido, sino la de un hombre que rompió las barreras de la raza y los colores que tan marcados estuvieron y están aún hoy en Sudáfrica, para ayudar a dos chicos fanáticos del fútbol. También la noticia fue la del amor incondicional y verdadero de hermanos que es capaz de romper cualquier barrera, hasta la de una entrada a un estadio para ver una final.
Es que me encanta tu manera de escribir. Tienes un don para esto y hay que aprovecharlo.
ResponderEliminarSigue asi Pancho!! Suerte!