[Vía Fifa.com] Han pasado 20 años desde que uno de los futbolistas africanos más famosos dejó por primera vez su huella en los escenarios internacionales durante la Copa Mundial Sub-17 de la FIFA Japón 1993.
En el centro del Estadio Olímpico de Tokio, Nwankwo Kanu levantó el primer trofeo internacional de una prestigiosa carrera y dio el primer paso para alcanzar la condición de leyenda en su Nigeria natal.
En una conversación con FIFA.com, el antiguo delantero de las Súper Águilas recuerda con cariño su viaje al Lejano Oriente, donde comenzó el camino que lo convertiría en el segundo jugador que más partidos ha disputado con la selección nacional de su país.
“¡Cuánto tiempo ha pasado! Guardo recuerdos imborrables de aquella competición”, comenta desde su residencia en Lagos. “Representar a tu país es siempre un honor y ganar aquel torneo fue algo inmenso para todos los del equipo. Nos sirvió para lograr notoriedad”.
“Personalmente, me fue muy bien. Allí empecé el camino que me llevó a fichar por clubes como el Ajax y los que siguieron. Sin aquella competición, no habría llegado hasta aquí. Fue muy importante”.
Una final entre hermanos y rivales
El certamen empezó bien para el ex jugador del Inter de Milán y del Arsenal, quien marcó en el primer minuto del partido inaugural de Nigeria, contra Canadá. Los nigerianos anotaron un total de 14 tantos sin obtener réplica en un grupo que compartían con Argentina y Australia. “Aquel gol me relajó. Es muy importante marcar pronto para que se tranquilice el equipo”, recuerda Kanu. “A partir de entonces, ganamos confianza y fuimos siempre a más”.
La competición llegó a su fin en un partido muy reñido entre dos representantes de África occidental, la propia Nigeria y Ghana, un emparejamiento que, para Kanu y sus compañeros, otorgó más importancia si cabe al encuentro. “Por supuesto que fue un gran partido, especialmente porque jugamos contra Ghana. Es nuestro gran rival”, admite. “Aunque somos hermanos, siempre está ahí el deseo de ser mejores que ellos”.
Los goles de Wilson Oruma y Peter Anosike sentenciaron la victoria por 2-1, con el incentivo añadido de que se trataba de un triunfo contra las jóvenes Estrellas Negras. “Fue grande porque nos enfrentamos a Ghana. Nosotros conseguimos la victoria, pero en realidad se trató de un triunfo para las dos naciones”.
Se trataba del segundo título de los tres que ha conquistado Nigeria hasta la fecha en la Copa Mundial Sub-17 de la FIFA. Además, los nigerianos se han proclamado subcampeones en tres ocasiones, un palmarés que los convierte en la selección más laureada en la historia de la competición. “Nigeria derrocha talento y contamos con un montón de futbolistas jóvenes en plena formación”, puntualiza Kanu. “Siempre que se les concede una oportunidad, luchan por demostrar su valía”.
El antiguo delantero está convencido de que la nueva cantera de jóvenes nigerianos será capaz de tomar el testigo y volver a alzarse con el triunfo en los Emiratos Árabes Unidos. “Los he visto jugar. He podido comprobar su gran rendimiento y estoy seguro de que tienen madera de campeones. Esperemos que lo consigan porque forman un gran equipo”.
El oro olímpico en el recuerdo
Las gestas en Japón llevaron a Kanu a alcanzar sus mayores logros con la selección nigeriana, que a continuación se colgó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta (Estados Unidos) en 1996. El torneo de fútbol empezó a lo grande para el jugador, quien esboza una gran sonrisa al rememorar la ceremonia inaugural. “Recuerdo que estaba allí y me pidieron que portara una antorcha olímpica. Viví unos momentos realmente especiales. Fue una experiencia inolvidable y muy especial para todos: participamos en el Torneo Olímpico y nos convertimos en el primer equipo africano que lo ganaba y además con victorias sobre selecciones realmente grandes”.
Las tres selecciones realmente grandes que Nigeria despachó en las fases eliminatorias fueron México, Brasil y Argentina, aunque Kanu destaca muy especialmente el triunfo en semifinales sobre los entonces campeones del mundo, que contaban en sus filas con jugadores de la talla de Ronaldo, Rivaldo o Roberto Carlos. “En aquella época, todo el mundo sabía que los brasileños eran los mejores del mundo, y tenían jugadores que militaban en clubes como el Barcelona. La verdad, nosotros les teníamos un poco de miedo”, recuerda. “No obstante, se trataba de una semifinal y, por lo tanto, de un partido imprevisible. También nosotros contábamos con grandes futbolistas, como Jay-Jay [Okocha] y [Daniel] Amokachi”.
Para Nigeria todo parecía perdido cuando, a falta de 12 minutos para la conclusión del encuentro, el marcador indicaba un 3-1 en su contra. Sin embargo, el gol de Victor Ikpeba dio alas al equipo y Kanu puso el encuentro en la prórroga, donde marcó el gol de oro que otorgó a los suyos una victoria por 4-3. “Empatamos en el minuto 90. En aquel instante supimos que nos habíamos metido de nuevo en el partido. Pensamos: 'Pase lo que pase, hay posibilidades de acabar esto en la tanda de penales'”, confiesa. “Pero tuve un momento mágico en la prórroga. Regateé a un rival, lancé a puerta y marqué un gol de oro. En aquel preciso momento comprendimos que podíamos ganar los Juegos Olímpicos”.
La final resultó igual de agónica, y los nigerianos tuvieron que echar mano de un gol de Emmanuel Amunike en el último minuto para arrancar un 3-2 a Argentina. Pero espoleados por el partido anterior, nunca dudaron de su victoria. “Una vez que derrotamos a Brasil y su equipo de ensueño, que a nuestro entender reunía a los mejores jugadores del torneo, llegamos rebosantes de confianza al último partido. Para nosotros, el choque contra Brasil había sido la final. Contra Argentina pensamos: 'Estamos en racha; nadie podrá pararnos ahora'”.
Kanu cree que tanto a él como a sus compañeros se les recordará siempre por aquel triunfo, porque consiguieron romper la hegemonía que europeos y sudamericanos ejercían en los Juegos Olímpicos. “Poder decir que estuvimos allí, en lo más alto, con la medalla de oro colgada al cuello es lo más grande. Nadie esperaba que lo consiguiéramos. Ni los nigerianos, ni posiblemente el mundo entero, lo olvidarán jamás”.
Experiencias mundialistas
Posteriormente, Kanu se proclamó Jugador Africano del Año en dos ocasiones, pero siempre se ha sentido decepcionado por no haber podido emular aquellas hazañas en la Copa Africana de Naciones ni en la Copa Mundial de la FIFA. Las Súper Águilas estuvieron a punto de lograrlo en la competición continental, de la que se proclamaron subcampeonas en el año 2000 (cayeron a manos de Camerún) ante su propia hinchada en Lagos.
En cuanto a la Copa Mundial de la FIFA, ofrecieron su mejor rendimiento en Francia 1998, donde llegaron a octavos de final, y volvieron a aparecer en las fases finales de 2002 y 2010. Kanu lo recuerda encantado. “Todo el mundo desea representar a su país en un Mundial, y una vez allí siempre persigues tres objetivos. El primero es participar, el segundo es dejar huella y el tercero es ganar”, explica Kanu. “Si cumples cualquiera de ellos, puedes decir que te ha ido muy bien en tu carrera futbolística”.
El nigeriano se despidió del fútbol internacional precisamente en los escenarios mundiales, tras el partido del empate a 2-2 con la República de Corea en Sudáfrica 2010. Actualmente dedica todo su tiempo y esfuerzo a la Kanu Heart Foundation, una fundación que inauguró en 2000 con el objetivo de ayudar a niños y jóvenes que padecen defectos cardíacos, una dolencia que él mismo superó en 1996.
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