En una interesante entrevista con el sitio Vavel.com, el entrenador argentino Angel Cappa, con pasado en el fútbol sudafricano, recordó aquellos días y analizó su estadía en el Mamelodi Sundowns.
Como técnico, Ángel Cappa fue campeón en tres continentes. ¿Qué diferencias hay entre el fútbol europeo, el sudamericano y el africano? ¿Es cierto que cada día se recortan las diferencias existentes?
Sí, eso es verdad. Fijáte que Pasolini, que jugaba al fútbol, escribió una vez que había una vez un fútbol en prosa, que sería el europeo, y un fútbol poético, que sería el sudamericano. Fijáte como cambió todo eso. Yo creo que ahora Argentina mira con envidia al Barcelona y a la Selección española por cómo juega. El fútbol poético cambió de sueño. Las diferencias son que en Europa, hasta ahora, se manejaba más dinero y por tanto las condiciones para jugar al fútbol son mucho mejores que en Sudamérica en general, salvo algunos clubes. Y en Sudáfrica digamos que no hay una organización adecuada para el talento de los jugadores. Yo estuve en Sudáfrica y tuve jugadores con mucho talento, con mucha capacidad futbolística, pero la organización del fútbol en general no estaba de acuerdo con esa capacidad.
Situémonos en el año 2005. Usted firma como técnico del Mamelodi Sundonws sudafricano. ¿Qué le lleva a aceptar una oferta que supone vivir muy lejos de casa, hablar otro idioma en un continente desconocido profesionalmente para usted y de una liga con tan poco cartel?
Todo eso (sonríe). Conocer todo eso. Es decir, siempre se hablaba de que el fútbol africano era el futuro del fútbol y que África tiene potencial y yo quería conocerlo. Estaba sin trabajo, me ofrecieron eso y me fui, evidentemente. Me dieron dos años de contrato, me vine al año porque tuve problemas personales y me tuve que alejar de ahí y entonces tuve una experiencia magnífica. Lo primero, conocer un país tan interesante como Sudáfrica y después meterme en el fútbol africano y meterme dentro. Todo eso fue muy apasionante. Allí se hablaba inglés y yo conozco cuatro palabras o cinco. Más o menos como Ana Botella (risas). Entonces la primera charla que le di a los jugadores...ese día ganaron y cuando volvieron les dije: '¿Saben por qué ganaron? Porque no me entendieron nada'. Pero me las rebuscaba como podía, fue una experiencia.
¿Y por aquel entonces se vivía allí la fiebre del Mundial que albergarían en 2010?
Sí, fue muy interesante. Conocí jugadores buenísimos y conocí el fútbol africano. Conocí un país apasionante por su historia y conseguí meterme dentro de la vida cotidiana, que es muy distinta cuando uno la conoce un poquito. Fue una experiencia maravillosa.
Al salir campeón, en España las hinchadas van a su respectiva fuente y en Buenos Aires van al Obelisco. ¿Qué se hace en Sudáfrica?
Se hizo una fiesta en la casa del presidente, que tenía una casa extraordinaria. Era magnífica. Tenía una arquitectura muy sencilla pero maravillosa. Nada más. Eso sí, con la alegría de siempre y conociendo otra cultura. Por ejemplo, la manera de concentrarse antes de salir a la cancha con cantos dentro del vestuario que eran conmovedores. Esos cantos africanos en los que uno tiene la voz cantante y el resto hacen los coros. Maravilloso. Cómo rezaban antes y después del partido, con qué profundidad. Fue todo una experiencia y, además, había jugadores muy técnicos, la mayoría. No solamente de mi equipo, del resto también, pero la organización era muy mala. Uno se daba cuenta de que dependía de la generación de futbolistas, como Costa de Marfil, Camerún en su momento, Nigeria en el suyo. Cuando se va esa generación no hay nada detrás. Muy poco nivel organizativo, cosa que ocurre todo lo contrario en Asia, donde están muy organizados y ocupan otro papel.
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