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miércoles, 7 de diciembre de 2011

El día que Drogba lloró por Mourinho

[Vía Marca] John Terry no podía quedarse de brazos cruzados. Era medianoche, pero no le importó lo más mínimo. El capitán del Chelsea descolgó el teléfono para llamar a dos de las vacas sagradas del equipo, Didier Drogba y Frank Lampard. La consigna era clara: "¡No podemos permitir esto!".

La noticia no era otra que la confirmación de la marcha de José Mourinho, el entrenador que había cambiado para siempre la mentalidad del equipo londinense. "Hablamos con el club y dijimos claramente que no queríamos que se marchara", confirma el capitán, "pero José ya tenía un acuerdo para irse".

Al día siguiente, el episodio que nadie quería sucedió. Uno de sus jugadores de confianza, su compatriota Paulo Ferreira lo cuenta: "Una despedida es siempre complicada, pero ésta fue aún más. No esperaba que fuese tan difícil. Él vino al vestuario, nos juntó a todos y nos dijo que se iba".

El defensa del Chelsea narra los entresijos de aquel encuentro: "Dijo que echaría de menos los momentos buenos que pasamos y nos abrazó, uno por uno. Me acuerdo que Didier Drogba fue uno de los más afectados, lloró como un niño".

El jugador africano nunca ha reconocido tal extremo, pero lo deja entrever: "Hubo mucha emoción en el vestuario el día en que él se despidió de nosotros. Parecía una cosa irreal, como si no fuese verdad, como si fuese una película, porque le veíamos todos los días y no estábamos preparados para que se fuese. Fue un 'shock'.".

Frank Lampard no quería por nada del mundo que Mourinho partiese. El carismático centrocampista del Chelsea lo confirma: "En mi cabeza imaginaba que él se quedaría 10 años. Todo funcionaba perfectamente. Normalmente, no me implico emocionalmente con este tipo de cosas. Sé que los entrenadores van y vienen. El fútbol es así. Pero en aquel caso era más que un entrenador que partía, era un amigo que nos dejaba". El hombre que, según sus propios futbolistas, forjó la mentalidad ganadora del Chelsea, desde el primer día que tomó las riendas del banquillo, se fue. Sin embargo, la huella de 'The Special One', como fue bautizado tras comentar en su presentación que él era un entrenador especial, permanece imborrable en cada rincón de Stamford Bridge. Los supervivientes de aquel equipo se encargan de recordarlo.

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