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martes, 15 de noviembre de 2011

Fútbol albino en Tanzania


[Vía El Confidencial] El día a día de los albinos en África es una lucha constante por sobrevivir. No solo tienen que hacer frente a las condiciones climatológicas, a las que son extremadamente vulnerables debido a su falta de pigmentación, sino también esquivar las macabras supersticiones de las que son víctimas para conservar sus vidas y su dignidad. La población albina en Tanzania es numerosa, todo lo contrario que sus derechos, ya que son torturados, asesinados, y en el mejor de los casos, despreciados. Pero en este tétrico y desesperanzador escenario aparece un rayo de luz en forma de equipo de fútbol. El Albino United no juega en la principal liga, ni participa en competiciones internacionales, pero persigue algo más valioso que cualquier copa o trofeo: desterrar las creencias que les hacen diferentes y reivindicar su espacio en la sociedad. Y todo a través del deporte, del fútbol.

“Son fantasmas, espíritus, no son humanos”. Es complicado encontrar africanos fuera de las familias con miembros albinos que no compartan estas retorcidas convicciones. Su piel blanca, su pelo rubio y sus delicados ojos azules son consecuencia de una hipopigmentación, pero significa una condena de por vida porque son rechazados y marginados por la inmensa mayoría de sus semejantes negros. Su aspecto pálido se asocia a algo demoníaco y además se les considera inútiles, torpes, incapaces de hacer nada. Pero fueron precisamente dos hermanos negros, John y Óscar Haule quienes en 2008 fundaron un club de fútbol que sirviera de refugio para los jóvenes pertenecientes a este colectivo sin futuro y actuara como plataforma de protesta. El objetivo no era demostrar que son buenos futbolistas, sino algo mucho más básico, que son humanos.

La idea pudiera parecer descabellada. ¿Albinos jugando al fútbol bajo un sol abrasador? No llegarán lejos, no aguantarán y ni siquiera serán capaces de patear un balón. Eso es lo que pensaría la sociedad en la que malviven, la misma que les persigue y les asesina, pero lo cierto es que este peculiar equipo de fútbol se ha convertido en un fenómeno nacional. Juegan en un campo polvoriento, con porterías hechas a base de ramas y cuerdas, y muchos de ellos no disponen de calzado reglamentario, pero se sienten cuidados dentro del club y su pequeño oasis de paz es un ejemplo, un halo de esperanza para el resto de la comunidad albina, que asiste a un lento pero progresivo cambio de mentalidad. La gente se ha ido acostumbrando a verles jugar contra otros equipos y poco a poco están dejando der ser vistos como demonios, como seres sin alma.

Los comienzos no fueron fáciles. John Haule, cofundador y además entrenador del Albino United es el principal artífice de la gesta de este grupo de valientes. Él fue el primero en creer en la causa por la que luchaban y desde el primer día disfrutó viéndoles jugar. Haule consiguió el permiso para jugar en tercera división después de un año disputando amistosos. Lo que vendría después no les sorprendió: mofas, insultos y desprecio. Pero a las derrotas les siguieron los triunfos. Los equipos que perdían contra ese grupo de albinos empezaron a cuestionarse que si habían sido capaces de ganarles jugando al fútbol, tal vez no había tanta diferencia entre ambos. Los 26 jugadores, de los que solo el portero es negro, consiguieron una hazaña difícil de imaginar cuando echaron el balón a rodar por primera vez.

Esa temporada el equipo acabó en el cuarto puesto de la clasificación, y aunque no se trata de la primera división y su relevancia es mínima, sirvió para catapultar su fama y darse a conocer incluso fuera de las fronteras africanas. Hasta la FIFA reparó en ellos y fueron invitados al Mundial de Sudáfrica de 2010. A día de hoy ya no son unos desconocidos y cuentan con el apoyo de la Fundación Realmadrid. El club de Florentino Pérez dirige 20 programas en 17 países distintos dentro del Proyecto África y uno de ellos se desarrolla con los jóvenes albinos de Tanzania.

Medidas de seguridad para evitar las 'cacerías'
Sin embargo, el hecho de jugar en un equipo formado casi íntegramente por albinos en una sociedad tan hermética entraña considerables riesgos, por lo que están obligados a tomar medidas de seguridad. No hay que olvidar que los albinos son víctimas de auténticas cacerías. Su sangre, extremidades, genitales, pelo y huesos son piezas codiciadas por los hechiceros para elaborar sus pócimas y rituales mágicos. Se pagan miles de dólares por ellos y los traficantes han construido un siniestro negocio en torno a ellos, por lo que un grupo de albinos que se reúnen asiduamente para jugar al fútbol se convierte desgraciadamente en una presa muy suculenta.

Los miembros del Albino United son conscientes de los peligros a los que se exponen y por eso procuran mantenerse siempre juntos y extremar las precauciones durante los viajes nocturnos, en los que los asaltos son muy habituales. En algunas ocasiones, su autobús ha tenido que ser escoltado para llegar a la ciudad donde tenían que jugar. Así es la vida de los albinos en Tanzania, permanentemente acechados. Porque los cazadores no actúan normalmente de forma impulsiva, sino con premeditación. Cuando encuentran uno lo vigilan, investigan sobre él y se preocupan de averiguar cuál es el mejor momento y la mejor manera de ‘cazarlo’. La sangre fría con la que actúan parece sacada de un thriller, pero es una realidad. En ocasiones, el procedimiento pasa por hacerse amigos de la víctima, ganarse su confianza para después enviar un cómplice para matarlo.
Jugar al fútbol casi a ciegas
Afortunadamente, existen colectivos sensibilizados con la causa que reivindican los derechos de los albinos y suponen su única tabla de salvación. Uno de ellos se encargó de proporcionarles gafas y de esta forma proteger su iris del sol, pero ellos se las quitan cuando saltan al campo para no romperlas aunque eso signifique jugar medio a ciegas. Entrenan en Dar es Salaam, la capital tanzana, pero han de esperar a las cinco de la tarde, cuando el sol empieza a caer, para mitigar su hipersensibilidad a la luz solar. Por esa razón, el único negro del equipo es el encargado de custodiar la portería. Él ve mejor que el resto de sus compañeros.

Y es que la falta de pigmentación que les caracteriza les hace mucho más sensibles a los agentes externos y, en consecuencia, a las enfermedades. Tanto es así que el 80% de los albinos en Tanzania padece cáncer y gran parte de ellos muere por esta causa. Los problemas oculares (no pueden controlar la cantidad de luz que entra en los ojos y los mueven constantemente) y la muerte prematura (su esperanza de vida ronda los 30 años) son otros de los obstáculos a los que se tienen que enfrentar irremediablemente por su condición de albinos.

Por escalofriante que parezca, éste no es un fenómeno nuevo. En África, la concentración de casos de albinismo es más elevada que en el resto del mundo y se registra un caso por cada 4.000 habitantes frente a los 20.000 de Europa y América. En Tanzania y Burundi, los países con más albinos del continente (siete veces más que en el Oeste), este tipo de asesinatos selectivos son comunes en la última década. Las autoridades siempre han sido conscientes de la situación, la cual han aceptado y de la que han participado como cómplices, pero es ahora cuando el gobierno está tomando verdadera conciencia de la gravedad del asunto y se ha comprometido a proteger a las víctimas potenciales. En este contexto, el logro más importante del Albino United no son los triunfos deportivos, sino la contribución que han hecho para integrar a sus miembros en la sociedad y que a su vez la sociedad les acepte a ellos.

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