[Vía As.com] La CAF (Confederación Africana de Fútbol) celebra estos días en Jartúm (Sudán) su 33º Congreso Ordinario en el que, además de elegir a su nuevo presidente, tendrá que afrontar una decisión que se antoja ya necesaria. Y es que prácticamente se da por seguro que vaya a adoptar la medida de quitar a Libia la organización del Africano Sub-20 que tiene que dar comienzo allí el próximo 18 de marzo. El grave conflicto por el que atraviesa el país y que es portada en el mundo entero durante estos días no garantiza la seguridad de los equipos que fueran a participar en el torneo a escasas tres semanas del pitido inicial. Además, el calendario está tan cargado que ni siquiera hace aconsejable retrasar la cita, pues en julio se disputa el Mundial Sub-20 de Colombia y las cuatro plazas africanas deben salir de esta criba continental.
Por supuesto, tampoco existe el clima necesario como para llevar a cabo un campeonato que se considera la fiesta juvenil del fútbol en África. Precisamente Benghazi, principal foco de las revueltas, y su estadio Hugo Chávez eran una de las sedes previstas junto a Trípoli, y fue de allí de donde tuvo que salir con premura la selección de Nigeria la semana pasada cuando tenía previsto jugar dos partidos amistosos contra el equipo anfitrión. Los nigerianos han sido los primeros en informar a la CAF de la caótica situación con la que se encontraron.
El problema ahora consiste en buscar en apenas unos días una sede que reúna las condiciones necesarias de entre los otros siete países clasificados para la fase final: Egipto (que vive una situación parecida a Libia), Lesotho, Mali, Ghana, Camerún, Gambia y Nigeria. Ghaneses y nigerianos cuentan con la experiencia reciente de haber organizado la Copa de África y el Mundial Sub-17, por lo que podrían ser los elegidos. También hay países como Sudáfrica que se han ofrecido a albergarlo en caso de extrema necesidad. Urge una solución. Y en estos días se tomará.
Por supuesto, tampoco existe el clima necesario como para llevar a cabo un campeonato que se considera la fiesta juvenil del fútbol en África. Precisamente Benghazi, principal foco de las revueltas, y su estadio Hugo Chávez eran una de las sedes previstas junto a Trípoli, y fue de allí de donde tuvo que salir con premura la selección de Nigeria la semana pasada cuando tenía previsto jugar dos partidos amistosos contra el equipo anfitrión. Los nigerianos han sido los primeros en informar a la CAF de la caótica situación con la que se encontraron.
El problema ahora consiste en buscar en apenas unos días una sede que reúna las condiciones necesarias de entre los otros siete países clasificados para la fase final: Egipto (que vive una situación parecida a Libia), Lesotho, Mali, Ghana, Camerún, Gambia y Nigeria. Ghaneses y nigerianos cuentan con la experiencia reciente de haber organizado la Copa de África y el Mundial Sub-17, por lo que podrían ser los elegidos. También hay países como Sudáfrica que se han ofrecido a albergarlo en caso de extrema necesidad. Urge una solución. Y en estos días se tomará.
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