En declaraciones a FIFA.com, el entrenador senegalés del TP Mazembe, Lamine N'Diaye expresó: "Mi estrella es mi equipo". La ausencia de una de las figuras del equipo, Tresor Mabi Mputu, se produjo luego de que en un partido contra el APR FC ruandés, se desquició por completo y se lanzó a agredir al árbitro, que había anulado un gol a su equipo. Tras recibir una sanción de 12 meses el pasado agosto por parte de la FIFA, Mputu, como es lógico, no ha viajado a Emiratos Árabes Unidos para disputar la Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2010.
"Fue un error de juvenil que está pagando muy caro, y nosotros también”, lamentó su entrenador, el senegalés Lamine N’Diaye, a un día del debut del TP Mazembe, contra el Pachuca. "Claro que nos gustaría poder contar con un jugador de clase mundial en el equipo. Pero cuando no se tiene, hay que encontrar otras soluciones, y yo tengo la suerte de tener una: mi estrella es mi equipo”.
Y es que, en vez de desmoralizar a los Cuervos, la desventura de su capitán parece haber redoblado sus fuerzas. Así, cuando más parecía atravesar por una tesitura complicada, después de una contundente derrota (3-0) ante el Espérance de Túnez en la Liga de Campeones africana, de la sanción a Mputu y de la marcha del entrenador Diego Garzitto, el Tout Puissant (‘Todopoderoso’) se convirtió en una máquina de ganar y, tras enlazar un triunfo tras otro, acabó ciñéndose la corona de África por cuarta vez.
Paradójicamente, sin su delantero estelar, los congoleños parecen sentirse más liberados. “Después de ese duro golpe, hacía falta que cada uno se esforzase en la medida de sus posibilidades y pusiese su granito de arena para reaccionar”, confirmó N'Diaye, ex seleccionador de Senegal, que llegó al club de Lubumbashi en septiembre. "Cada uno debía dar lo mejor de sí mismo, y lo están dando en todo momento. Comprendieron perfectamente la situación y, desde que llegué, en cada partido, no han dejado de sorprenderme”.
El entrenador de los campeones de África confía en que ese efecto sorpresa se prolongue durante la cita mundialista de Abu Dabi. “No paro de decirles que aquí, más aún que en otros sitios debido a la cantidad de grandes jugadores que hay en el torneo, nuestra estrella es nuestro colectivo”, recalcó. “Todos luchan por el compañero. Y como son jugadores con talento, a la postre esa actitud puede reportar algo positivo”.
En todo caso, algo mejor que el año pasado. Eso es lo que esperan los seguidores del TP, que volverán a poblar las gradas en gran número. Y aunque N’Diaye no fuese de la partida en 2009, 17 de sus jugadores (entre ellos el nuevo capitán, Kazembe Mihayo) han aprendido mucho de esa primera experiencia emiratí.
“Sabemos que no nos salieron las cosas bien en ese torneo, y queremos hacerlo mejor a toda costa. Ése es el objetivo mínimo”, anunció el centrocampista, antes de precisar que su equipo está impaciente por batirse el cobre. “Todo jugador debe estar preparado en cuanto salta a un terreno de juego. Nosotros ya conocemos un poco a nuestro rival. Ahora vamos a seguir estudiándolo para saber en qué hay que hacer hincapié, cómo hay que jugarle y darle réplica. Lo que está claro es que no vamos a renunciar al ataque”.
Y ese ataque, incluso desprovisto de su joya, ha demostrado que no carece de armas. Kaluyituka Dioko y Given Singuluma, de hecho, quedaron primero y segundo, respectivamente, en la tabla de goleadores de la Liga de Campeones. ¿Quién dijo aquello de que “un solo ser te falta y todo está despoblado”?
Y es que, en vez de desmoralizar a los Cuervos, la desventura de su capitán parece haber redoblado sus fuerzas. Así, cuando más parecía atravesar por una tesitura complicada, después de una contundente derrota (3-0) ante el Espérance de Túnez en la Liga de Campeones africana, de la sanción a Mputu y de la marcha del entrenador Diego Garzitto, el Tout Puissant (‘Todopoderoso’) se convirtió en una máquina de ganar y, tras enlazar un triunfo tras otro, acabó ciñéndose la corona de África por cuarta vez.
Paradójicamente, sin su delantero estelar, los congoleños parecen sentirse más liberados. “Después de ese duro golpe, hacía falta que cada uno se esforzase en la medida de sus posibilidades y pusiese su granito de arena para reaccionar”, confirmó N'Diaye, ex seleccionador de Senegal, que llegó al club de Lubumbashi en septiembre. "Cada uno debía dar lo mejor de sí mismo, y lo están dando en todo momento. Comprendieron perfectamente la situación y, desde que llegué, en cada partido, no han dejado de sorprenderme”.
El entrenador de los campeones de África confía en que ese efecto sorpresa se prolongue durante la cita mundialista de Abu Dabi. “No paro de decirles que aquí, más aún que en otros sitios debido a la cantidad de grandes jugadores que hay en el torneo, nuestra estrella es nuestro colectivo”, recalcó. “Todos luchan por el compañero. Y como son jugadores con talento, a la postre esa actitud puede reportar algo positivo”.
En todo caso, algo mejor que el año pasado. Eso es lo que esperan los seguidores del TP, que volverán a poblar las gradas en gran número. Y aunque N’Diaye no fuese de la partida en 2009, 17 de sus jugadores (entre ellos el nuevo capitán, Kazembe Mihayo) han aprendido mucho de esa primera experiencia emiratí.
“Sabemos que no nos salieron las cosas bien en ese torneo, y queremos hacerlo mejor a toda costa. Ése es el objetivo mínimo”, anunció el centrocampista, antes de precisar que su equipo está impaciente por batirse el cobre. “Todo jugador debe estar preparado en cuanto salta a un terreno de juego. Nosotros ya conocemos un poco a nuestro rival. Ahora vamos a seguir estudiándolo para saber en qué hay que hacer hincapié, cómo hay que jugarle y darle réplica. Lo que está claro es que no vamos a renunciar al ataque”.
Y ese ataque, incluso desprovisto de su joya, ha demostrado que no carece de armas. Kaluyituka Dioko y Given Singuluma, de hecho, quedaron primero y segundo, respectivamente, en la tabla de goleadores de la Liga de Campeones. ¿Quién dijo aquello de que “un solo ser te falta y todo está despoblado”?
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