Johannesburgo, Sudáfrica, (DPA).- El "Negerlein" ("negrito") inclinaba la cabeza en señal de "gracias". Cada vez que Joseph Blatter se lo encontraba, el "negrito" le agradecía. Y así durante años. Eso era África para el Presidente de la FIFA: un nativo sumiso y agradecido. Y eso, cree Blatter 60 años después, siguen pensando aún hoy muchos que es África.
"Supe de la existencia de África desde muy pequeño, porque crecí en una región muy católica de Suiza. Los misioneros educaban niños en África y en muchas tiendas de mi pueblo, Visp, había una figura en la que se podía meter algunas monedas. Era un pequeño negrito que te decía 'gracias' con la cabeza porque le dabas dinero", recuerda hoy Blatter.
Durante un extenso diálogo, Blatter analizó, casi desmenuzó, las razones de la mayor y más riesgosa apuesta de su carrera: llevar el Mundial de Futbol a África.
Aquellos encuentros con el "Negerlein" datan de principios de los años 40. Mucho cambiaron África, el futbol y el propio Blatter desde entonces. La apuesta del suizo fracasó en el 2000, cuando la inesperada abstención del neozelandés Charlie Dempsey -que desobedeció la instrucción de la confederación de Oceanía de votar para llevar el Mundial a Sudáfrica- le dio la victoria a Alemania por 12-11. Pero cuatro años después Blatter impuso sus deseos con claridad, tomándose una revancha casi personal.
"En cierto modo yo estaba muy feliz de no haber tenido que desempatar en un 12-12. Hace poco Franz Beckenbauer me preguntó cuál habría sido mi voto. Le dije que estaba anotado en un papel y que lo rompí", recuerda entre risas Blatter. "Y estuvo bien que fuera así. Alemania organizó un súper Mundial y les dio a los africanos más tiempo para prepararse".
Aquella eléctrica tarde del 6 de julio del 2000 en Zúrich hundía sus raíces en los tiempos en que Blatter era empleado de la relojera suiza Longines. Fue entonces cuando comenzó a conocer África, empezando por el norte. Pero fueron sus visitas al África negra las que más lo impactaron. Hoy se jacta de que ningún rincón del continente le es ajeno: "He visitado todos los países africanos, todos".
Febrero de 1976, Asamblea General de la Confederación Africana (CAF) en Addis Abeba. Etiopía albergaba la Copa África y Blatter estaba allí como miembro técnico de la FIFA. "Ahí entendí que el futbol no es sólo patear una pelota y también comprobé la importancia del futbol africano. Me enamoré de África. Y allí me decían: 'No queremos futbol europeo, queremos futbol africano'".
Blatter, de 74 años, parece haberse valido desde joven de su capacidad para halagar a cada interlocutor. "Les mostré un proyecto que había preparado el año anterior en el que decía que, si queríamos desarrollar el futbol, debíamos respetar las particularidades de cada país. Cada país tiene su cultura y el futbol es parte de esa cultura". "Me aceptaron enseguida, y desde entonces existe ese vínculo entre África, Blatter y la FIFA", concluye orgulloso el hombre que controla los hilos del futbol mundial.
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