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lunes, 16 de noviembre de 2009

Kanouté: "A veces me avergüenzo de todo lo que tenemos"

Frédéric Kanouté (Lyon, Francia; 1977) achina los ojos para mirar la portada del libro Un arco iris en la noche, el relato de Dominique Lapierre sobre la historia de Suráfrica desde la llegada colonizadora de unos campesinos holandeses a Ciudad del Cabo hasta el horror del apartheid. Su madre, profesora de filosofía en Lyon, le inculcó el amor por las letras. Su padre, un obrero de Malí, el trabajo duro. Y ambos, el respeto por la diversidad de culturas, razas y religiones. Así se forjó la personalidad de este singular futbolista que vive con los pies en Europa y la cabeza en África.

Acaba de presentar el partido Champions for Africa, que se jugará el 22 de diciembre en el Santiago Bernabéu. ¿A qué destina el dinero que recaude?
Lo organizamos la Fundación Kanouté y Unicef. Los fondos van a la Ciudad de los Niños, en las afueras de Bamako, en Malí. Una parte es para el alojamiento. Tendremos de 10 a 15 casas, con 10 niños en cada una, y con madres adoptivas. Hemos construido un centro de salud, y tendremos escuelas y centros de formación profesional. En total, 150 niños. Los primeros llegarán dentro de cuatro o cinco meses. En la fundación también trabajamos con campesinos, con proyectos sobre el ganado, para ayudarles a que tengan una fuente de ingresos. En la Ciudad de los Niños hay una parte de deportes, gracias a un convenio con la asociación Fútbol Solidario.

Usted tiene raíces africanas. ¿Se siente en deuda?
Quiero hacerlo por África. Si no es una deuda, es un deseo muy fuerte. La mitad de mi familia es de allí, mi padre es africano y vivió en condiciones muy duras durante su vida. Es algo que siempre he querido hacer, y no sólo yo. Muchas personas nos sentimos con lazos muy importantes con África, así debe ser.

Hable de su infancia, su familia.
Recuerdo mucha alegría. Yo nací en Lyon, y toda mi infancia la pasé allí, en un barrio a las afueras. Viví en una familia con doble cultura. Mi madre es francesa y mi padre de Malí, así que siempre he vivido la apertura a otras culturas. Siempre he visto esto como una riqueza personal muy grande. Yo me siento incluso de cultura más francesa, pero mi corazón está muy cerca de África. Me encanta Malí, intento ir siempre que puedo y tengo una relación muy fuerte con este país. He crecido sintiendo que la convivencia de dos culturas es posible. En mi caso fue algo que no elegí, está en mi sangre. Es la prueba de que es posible la unión pacífica de razas. Vivir así te acostumbra a conocer y aceptar diferentes maneras de vivir, religiones y culturas. Es algo que falta en muchas mentalidades. Mucha gente se encierra en su forma de pensar. Con más lazos entre las culturas se puede cambiar el mundo. Es lo que me enseñaron mis padres.

En el fútbol y fuera del deporte, el racismo está presente en muchos episodios de la historia.
Todo viene por la falta de conocimiento que una persona tiene del otro. La ignorancia siempre lleva el miedo, y eso es lo más peligroso. Raras son las personas que en el fondo de sí mismas son racistas. Es simplemente una cuestión de miedo del otro. Pensamos que por relacionarnos o vivir con alguien diferente de nosotros, esa persona nos va a cambiar nuestro estilo de vida. Nos entra el miedo y... acaban saliendo palabras muy feas de tu boca. Eso significa que no has aprendido a vivir con el otro.

Usted es una persona muy religiosa. ¿Qué piensa de la religión hoy en día, de su utilización en como elemento de confrontación entre los pueblos?
La religión ha dado muchos ejemplos malos en la historia. Pero en el fondo la religión no es guerra, ni enfrentamientos, sino todo lo contrario. Tiene una publicidad muy muy mala. Hoy se habla mal del islam, pero el cristianismo también ha tenido momentos en que se hablaba mal de él. Si nos quedamos con las letras, con el espíritu de la religión, eso te ayuda a conocer al otro, a no tener miedo del otro, pero se utiliza para lo contrario. Es incompatible con la intolerancia.

¿A quién admira?
He admirado a Mandela, a Malcom X, a gente sobre todo fuera del deporte. En el fútbol admiré a George Weah como gran figura africana.

Cuando ve los problemas en los que vive África y cómo viven los futbolistas como usted, ¿qué siente?
Son dos realidades muy diferentes. Hay muchas cosas en África que faltan, muchas cosas que sobran, y en Europa igual. A veces lo que falta aquí, sobra allí, y al contrario. A veces me siento un poco avergonzado de todo lo que tenemos aquí. Ves el comportamiento de mucha gente, de los niños... parecen tristes, pero aquí lo tienen todo, y se quejan por nada. Y en África no tienen nada, juegan sin nada, y están alegres. Por eso en África nos vamos a centrar más en dar oportunidades, en educar, más que sólo en mandar dinero o comida, eso no es suficiente. Yo vivo en la élite, pero la mitad de mi familia sigue allí, siempre tengo una conexión fuerte con África, es imposible que me olvide de ellos.

Cuando presentó el partido por África, a su lado estaba Florentino Pérez, el hombre que se ha gastado 96 millones de euros en un jugador. ¿Lo entiende?
Con lo que se puede hacer con ese dinero... El fútbol es así, hablamos de 100 millones, pero 10, cinco, es mucho lo que se podría hacer con eso en África. El fútbol va en esa dirección y es difícil contrarrestarlo.

"El fútbol es una escuela de vida", dijo. ¿Qué ha aprendido?
Muchas cosas, perseverancia. A veces ganas, pierdes, estás contento, triste, como en la vida. El fútbol te enseña a tener una resistencia. Yo aprendo de ir por la calle y ver a la gente. Venir de donde vengo me ayuda a poner las cosas en perspectiva, nunca me quejo mucho por perder un partido. Lo llevo en mi sangre, no puedo evitar estar enfadado, pero sé que no es el fin del mundo. He visto muchos problemas más graves en la vida, y eso me ayuda.

¿Qué supone para África organizar un Mundial?
Estoy encantadísimo de que sea allí el Mundial, no conozco un sitio donde la gente quiera más el fútbol que en África, ni se puede imaginar aquí en Europa cómo lo viven allí. Es increíble, y ahora el fútbol puede ayudar a desarrollar el país, es una gran fuente de ingresos, ayudará a que se monten proyectos. El Mundial puede ayudar a que la gente mire África de otra manera. Ni se pensaba hace unos años que este continente pudiera acoger un Mundial. Es importante que por una vez África transmita algo bueno, pero no tenemos que tapar los problemas más graves.

¿Y los equipos africanos?
Creo que pronto un equipo africano ganará un Mundial. Lo que le falta a los equipos africanos es la constancia, normalmente, pierden la organización durante el torneo y no pasan de octavos o cuartos.

¿La Liga?
Este año habrá lucha hasta el final. El Barcelona es el mejor equipo del mundo, me sorprende la facilidad con la que se encuentran unos a otros en el campo. Al Madrid le falta tiempo para coger el ritmo. El Sevilla quiere ser la sorpresa.
Fuente: Diario El País de España

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