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miércoles, 11 de noviembre de 2009

¡Cuarenta latigazos por tomar alcohol!

El nigeriano Stephen Worgu, un joven de 20 años, llegó el año pasado al fútbol de Sudán como uno de los pases más caros entre equipos del continente. Luego de haber sido el goleador de la Champions Africana, con 13 goles para el Enyimba nigeriano, uno de los equipos más poderosos de la Liga de Sudán, el Al-Merreikh, posó sus ojos en él y desembolsó 2.5 millones de dólares por su pase.

PRESENTACIÓN. Worgu el día que llegó al Al-Merreikh de Sudán, en 2008 (AFP).

Sin embargo, al delantero le costó mucho la adaptación a un país con distintas costumbres a las suyas y no rindió lo esperado. A pesar de que llegó como una estrella -le dieron la número 10-, Worgu expresó en abril de este año que "es una cultura diferente, otro idioma, otra religión, pero quiero centrarme en mi juego y mejorar". "Los hinchas corean mi nombre pero yo no entiendo y me tienen que traducir mis compañeros", contaba en una nota a la BBC.

En el último tiempo, fue muy criticado por su estado físico y llegaron los problemas. Por lo visto, estuvo bebiendo de más y condujo borracho, por lo que fue condenado a recibir 40 latigazos, tal lo estipulado por el riguroso Código Penal sudanés -basado en interpretaciones de la ley islámica- en su artículo 152. Según dicho artículo, cualquier persona que cometa un acto indecente, que viole la moralidad pública o vista ropa indecente recibirá 40 latigazos. Además, deberá pagar 20 dólares por haberse emborrachado y 80 por manejar alcoholizado.

Sudán es uno de los países más conflictivos de África, y la mayoría de su población profesa la religión islámica. Hay muchos conflictos civiles entre el gobierno y los grupos rebeldes lo que lo convierte en uno de los países más violentos del mundo. El presidente Omar Al-Bashir está acusado de crímenes de genocidio, de lesa humanidad y de guerra. En dicho contexto, no extraña que lo realizado por Worgu sea motivo de un castigo de 40 latigazos, aunque no por eso está bien. Es una práctica que debe desaparecer y buscar otros métodos más actuales.

Fuente: El Gráfico, por Francisco Jáuregui

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