Seydou Keita es un hombre de profundas creencias. Sabe que el fútbol es su profesión y, como tal, se lo toma con la máxima seriedad, pero no es su fin. Explica con detalle cómo logra compaginar su trabajo con sus creencias. De religión musulmana, el medio de Mali confiesa que su verdadero objetivo es alcanzar "el paraíso" en la otra vida. Mientras tanto, ha conseguido ser pieza importante en el Barça de Guardiola a base de constancia y trabajo.
Pese a los sacrificios que exige su religión, Seydou Keita logró completar el Ramadán -que exige la abstinencia total de todo aquello que rompe la meditación bien sea comida, bebida o relaciones sexuales desde el alba hasta la puesta del sol- jugando todos los partidos posibles en juego. Del 20 de agosto al 20 de septiembre, fechas en las que duró el ayuno, Keita disputó siete partidos completos (la vuelta de la Supercopa de España, la final de la Supercopa de Europa y las cuatro primeras jornadas de Liga). "Este año he logrado compaginar muy bien el Ramadán con mi profesión porque comía a las 5 ó 6 de la mañana y así podía aguantar hasta que se marchaba el sol", argumenta Keita. "¿Lo peor? El no poder beber agua". "Bebía en los días de partido, pero nunca en los entrenamientos", advierte. Guardiola es muy respetuoso con la fe de cada uno, pero Keita prefirió jugar y para ello alteró el ayuno del Ramadán "en los días de partido y en el día antes del viaje a Mónaco porque con tanto desgaste es imposible aguantar". Eso sí, luego recuperó los días 'perdidos'.
Con o sin Ramadán, Keita apunta que una de las claves que le han llevado a firmar uno de sus mejores inicios de temporada responde al descanso. "Soy una persona que se toma muy en serio su trabajo. Soy de descansar, de dormir y de comer cuando toca", argumenta. "El año pasado, en cambio, me costó más porque se me juntó la adaptación al equipo con el Ramadán", justificó el africano.
Al margen de la excepcionalidad que comporta el Ramadán para alguien que se dedica al fútbol, Keita también debe compaginar su profesión con la oración. Teniendo en cuenta que los musulmanes deben orar cinco veces al día -en su móvil lleva perfectamente organizado lo que tiene que hacer a lo largo del día-, si los partidos se disputan a las diez de la noche, Keita y el resto de jugadores del vestuario que comparten su religión tienen un espacio reservado para tal efecto en las entrañas del Camp Nou. "Antes de los partidos rezamos allí y con una brújula logramos orientarnos para colocarnos mirando a La Meca", confiesa. Cada viernes, el día sagrado para los musulmanes, después de los entrenamientos, Keita acude a una mezquita del centro de Barcelona para rezar.
Acostumbrado a jugar un fútbol más defensivo y con otro sistema tanto en Francia como en el Sevilla, Keita admite que su primer año en el Barça fue difícil pero que ahora ya se encuentra plenamente adaptado. "Ahora conozco más mi trabajo. El fútbol en el Barça es diferente a cualquier otro equipo. Aquí el fútbol depende todo de la cabeza. El sistema se impone a cualquier otra cosa. El primer día me quedé alucinado porque nunca antes había jugado como aquí. Uno puede ir al Milan y adaptarse con más facilidad, aquí lleva su tiempo", apunta.
Fuente: ElMundoDeportivo.Es
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