miércoles, 1 de mayo de 2019

Adebayor: En el cuerpo una voz

El argentino Francisco Delfino es licenciado y profesor en Comunicación Social (UNICEN). Trabajó como docente secundario y terciario; además fue periodista y jefe de redacción de la Agencia de Noticias de la Facultad de Ciencias Sociales (UNICEN). Nació en San Cayetano, creció y estudió en Olavarría y desde marzo vive en Buenos Aires. En el marco del taller “Héroes y anónimos del deporte” a cargo de Andrés Burgo (Espacio El Movimiento) escribió este texto sobre el togolés Adebayor.

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Había una farmacia debajo de mi apartamento. Compré paquete tras paquete de pastillas. No me las querían vender pero dije que era para una organización benéfica en Togo”, confesó esta semana Emannuel Adebayor, ex delantero de Real Madrid, Arsenal y Manchester City, entre otros. “Me bebí toda el agua... Lo tenía todo listo para irme”. La referencia aludía a sus comienzos de carrera, cuando la presión de su familia desde lo económico y su sufrimiento en el Metz de Francia lo llevaron a pensar en un escape fatal pero definitivamente reparador para su malestar. En ese momento, el llamado de un amigo lo salvó.
La declaración de Adebayor, aunque no es la primera de este tipo, sorprende por la crudeza de una realidad poca asociada al ámbito del fútbol, fundamentalmente del primer mundo: las luces de la fama parecen tapar los problemas terrenales de sus estrellas.

Ya en 2015 el delantero, que participó con Togo en el único mundial en su historia en Alemania 2006, había revelado que la idea del suicidio fue una posibilidad en más de una ocasión tras la constante mala relación con su familia. “Muchas veces quise darme por vencido”, señaló quien ya en esa época comenzaba a transitar un declive en su carrera profesional. La tensión en los vínculos se origina, según Adebayor, en lo estrictamente económico. Aunque sus causas y las consecuencias son sorprendentes y confusas.

A través de Facebook, Adebayor contó a lo largo de los últimos años diferentes historias que involucran extorsiones, amenazas, derroches financieros y robos. En un posteo confesó que su hermano Rotimi le sacó dos de sus camisetas más queridas de su colección: una del camerunés Marc-Vivien Foé, fallecido en 2003 durante un partido de Copa de las Confederaciones; y otra firmada por Zinedine Zidane, uno de sus ídolos. “Todavía estoy vivo y ya han repartido todos mis bienes para cuando me muera”, afirmó el actual futbolista del Estambul Başakşehir, quien no es la primera vez que se refiere a su hermano Rotimi, a quien ayudó para que ingresara profesionalmente a un club. “Pasados unos meses, de 27 compañeros le había robado el celular a 21”, contó disgustado.

Mediante diferentes publicaciones también hubo reproches para otros integrantes de su familia. “Le compré a mi hermana Yabo una casa en Ghana de 15 habitaciones. Dejé que mi hermano Daniel también se quedara. Unos meses después decidí pasar. Mi hermana había realquilado la casa sin consultarme y había echado a mi hermano. La llamé para pedirle explicaciones y me respondió con 30 minutos de insultos”, escribió el delantero en 2015.

No solamente el dinero motivó roces en la familia Adebayor. En 2014, el por entonces jugador del Tottenham pasaba por una extensa y negativa racha. Tras buenos años en el Arsenal, donde anotó 62 goles en 143 partidos, no logró mostrar su anterior nivel. Su paso por el Tottenham reflejó números frustrantes. Pero el delantero tuvo una supuesta explicación: su madre y sus hermanas usaban prácticas de brujería para tratar de boicotear su carrera. La hermana del futbolista, Maggie Adebayor, dijo tiempo después en una radio londinense que el delantero se negó a ver a su madre durante años y que incluso no respondía sus llamadas.

Una nueva particularidad trascendió en enero de 2018, esta vez a través de Instagram. Adebayor hizo pública la adopción y el cambio de nombre de uno de sus sobrinos, a su cuidado desde 2013 luego de la muerte de su hermano Peter. “Déjenme presentarle a mi primer hijo. Su nombre es Junior Emmanuel Adebayor. Bendiciones”, escribió en inglés y francés con emoticonos de unas manos dando gracias.
Rodeado de dramas familiares, Adebayor parece ser un sobreviviente no solamente de sus propios fantasmas sino también de un mundo xenófobo y violento. “Un ser humano en África no vale nada”, dijo en enero de 2010 tras la imposición de la Confederación a jugar la Copa África a pesar del ataque sufrido por el seleccionado de Togo horas antes del inicio del certamen. A causa del atentado fallecieron el conductor del micro, el jefe de prensa togolés y el ayudante de campo del equipo. El ómnibus había sido atacado por separatistas angoleños en Cabinda, un enclave de Angola situado entre la República Democrática del Congo y el llamado Congo Brazzaville, una zona de conflicto desde 1975. “Hubo pistolas, ametralladoras… Estaban armados hasta los dientes. Me dije: este es el final”, recordó años después.

Su noche más destacada como jugador de Real Madrid fue también una de las más tristes. En abril de 2011, por los cuartos de final de la Champions League, convirtió dos goles ante el Tottenham para la victoria por 4 a 0. Sin embargo se sintió humillado ya que tuvo que soportar las burlas y el racismo de los hinchas ingleses que habían ido hasta Madrid. “Otros jugadores han intentado detener esta situación pero no es sencillo. El problema no creo que deje de existir”, reflexionó resignado.

Emmanuel Adebayor, el que adoptó como hijo a un sobrino, el que renunció a su selección para volver tiempo después, el que acusó a su madre de brujería, es el mismo que encontró en su voz las palabras que lo ayudaran a subsistir ante el sufrimiento del silencio y los fantasmas de la muerte.

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